miércoles, 26 de noviembre de 2014

EL ETERNO RETORNO DE UNA OPOSICION SIN MEMORIA. - EL BLOG DE ABEL


Hay que reconocer que los opositores al actual gobierno argentino son una raza sufrida. La bloguería K y Jorge Lanata, por ejemplo, están de acuerdo en una sola cosa: pegarles. Y su conducción natural, los medios de comunicación (lo siento, pero es la verdad: se prenden en cada titular de la edición del día), los tratan peor: con lástima.

En el blog de Abel he sido hospitalario con ellos, eso sí. Mi oficialismo es crítico y bastante carente de entusiasmo. Y sólo dejo de autorizar sus comentarios hirientes cuando, a mi juicio, la frustración los pone muy histéricos. Si hoy tomo parte de una nota de la semana pasada de Alejandro Horowicz donde disecciona a sus referentes pasados y actuales, es porque me parece un análisis realista. Y porque quiero contrastarlo con un reportaje que aparece hoy, donde el asesor de su candidato más promisorio propone un nuevo camino. Se los comento al final. Ahora, leamos a A. H.:

“El déficit de las lecturas políticas de la oposición no por sabido resulta menos alarmante. A tal punto, que es posible sistematizar el dislate. El ciclo atraviesa dos fases. En la primera, el oficialismo está a punto de derrumbarse y si se le pegara un empujón terminaría cayéndose. Nunca se entiende porqué, pero la pérfida aptitud K finalmente desbarata la acometida. El ejemplo más notorio de ese modelo de fracaso puede ubicarse en derredor de la victoria opositora en las elecciones del medio tiempo (2009, 2013). Sirvió para que tras la batalla campera de 2008 las presidencias de las comisiones del Congreso Nacional cambiaran de mano, y en ese punto concluyó el cambio. Es la cara eufórica.

En la segunda, el oficialismo gana la primera vuelta y sólo una sofisticada ingeniería política impediría la victoria definitiva en el balotaje. De modo que el acuerdo previo termina siendo el instrumento eficaz consensuado. A caballo de los argumentos de sus dadores de sangre intelectual, se reúnen los líderes con alguna chance y producen un documento para salvar la república. Los grandes medios comerciales explican la significación del texto, la divisoria de aguas que organiza, pero todos saben o al menos sospechan que se trata de retórica vacía. Es la fase depresiva. En ese punto del ciclo nos encontramos hoy, sólo falta el documento republicano. Están quienes sostienen que el acuerdo para debatir en TN es esta vez el dichoso manifiesto.

Una observación elemental permite comprobar que el oficialismo, en las tres elecciones nacionales (2003, 2007, 2011) jamás tuvo que ir a segunda vuelta. Sin embargo, como si se tratara de una gramática imposible de evitar, el panorama electoral de 2015 repite el corralito. Eso si, los protagonistas difieren. El cambio generacional –no se me ocurre una caracterización mejor– pareciera todo el cambio. Vale la pena observar la estructura posicional, los lugares que las distintas tolderías políticas ocupan en el tablero.
Del enfrentamiento entre Néstor Kirchner y Eduardo Duhalde surgió el peronismo federal. En principio se trataba de los restos no K del peronismo bonaerense, y del intento de articularlos, junto con aliados del interior, en derredor de una dirección unificada. Todos los candidatos presidenciales del espacio decidieron civilizadamente dirimir en una interna el reparto de las achuras. En teoría esa posibilidad existía, pero como para ganar era y es preciso hacer pie en la CABA, Mauricio Macri fue invitado a sumarse; durante un breve lapso pareció que el acuerdo avanzaba, hasta que Macri dijo nones y la interna terminó en bochorno. Es decir, los desgastados participantes ni siquiera pudieron concluirla en medio de acusaciones cruzadas de fraude.

Francisco de Narváez, primero, y Sergio Massa, después, heredaron esa tradición. El colorado volcó tras su acuerdo electoral con Ricardo Alfonsín, y ese arreglo no sólo no los potenció en el cuarto oscuro sino que terminó destruyendo la trabajosa recomposición que la UCR pergeñara tras la debacle de 2003. Sin olvidar que el proyecto de Santa Fe, la confluencia del socialismo de Hermes Binner con la UCR, terminó en aborto. Ricardito hizo la autocrítica y ambos juraron que esa desagradable experiencia no se volvería a repetir. Y no cabe duda de que estamos presenciando la misma versión de la misma historieta.

Massa, en tanto, heredero directo del cabezón Duhalde, está parado en el mismo lugar que su antecesor, y tiene que enfrentar sus mismos dilemas. No me propongo hacer comparaciones odiosas entre ambos, pero basta observar las dificultades del diputado de Tigre con la Santa Madre para entender la diferencia.

… El lugar electoral de Macri está determinado por la degradación de la UCR. Un segmento decisivo de su electorado proviene del viejo tronco radical, no es casual que el grueso de los cuadros del Movimiento de Integración y Desarrollo haya regresado a sus fuentes. El radicalismo lo sabe; pero la feroz lógica de los intendentes, que necesitan subirse a los faldones de un candidato presidencial roncador, sólo se preocupa por la próxima elección. El futuro se conjuga en la primera persona del singular en el modo indicativo. Esto es, un futuro partidario que no incluya al intendente en cuestión lo tiene completamente sin cuidado. Por eso, el partido de Alem e Yrigoyen no para de desangrase.

El acuerdo político entre Macri y Massa es ideológicamente posible, pero nadie propicia una construcción que no esté al servicio de su carrera política, por tanto cada participante espera que el otro le ceda el turno. Invariablemente tal cosa no sucede, y todos alucinan que la próxima encuesta permita dirimir el entuerto. Cosa que tampoco sucede. En ese punto Lanata los carajea y todos mansamente bajan la cabeza sin cambiar de posición. Y el juego vuelve a reiniciarse“. (completo aquí)

Horowicz pinta un cuadro deprimente, pero, a mi entender, con mucho de razón. Y mucho de inevitable. Porque los opositores están compitiendo entre ellos por los votos… opositores. Que son numerosos y motivados, eh. Pero, salvo catástrofe, no sirven para ganar. Ni siquiera para construir un espacio sólido.

Hay alguien que tiene otra idea. No por benévolo, entendamos. Sus tácticas duras en las campañas son bien conocidas. Pero la imagen que le interesa que su candidato proyecte es muy otra. Y la explica aquí, en un reportaje que reproduce la Agencia Paco Urondo (tomo de ellos la simpática foto que adorna el posteo).

Durán Barba: “Un candidato pierde cuando patea un perro, no cuando es neoliberal”

No lo voy a copiar, por Dios! Pueden leerlo en APU. No es demasiado distinto de lo que decía hace ocho años sobre la política erotizada. Y, aunque algunos profesionales de la comunicación política lo acusan de vender humo, una evaluación realista indica que sus planteos tienen un porcentaje apreciable de éxitos. Sólo quiero señalar un punto muy básico: esa actitud… hedonista se expresa en las elecciones cuando los votantes están más o menos tranquilos económicamente (no necesariamente prósperos; tranquilos). Cuando no…

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