jueves, 26 de febrero de 2015

EL FANTASMA DE LA UNION DEMOCRATICA -- EL BLOG DE ABEL, PARA PENSAR


febrero 26, 2015
tamborini
(gracias al Licenciado Baleno)
El recuerdo de esa elección hace 69 años y 2 días, en que Juan Domingo Perón, a la cabeza de una coalición improvisada del Partido Laborista, una escisión del radicalismo y aliados menores se enfrentó con un acuerdo de los partidos políticos más importantes encabezado por el hasta entonces mayoritario, la Unión Civica Radical, y apoyado por los conservadores, los comunistas y el embajador norteamericano, Spruille Braden, acuerdo que llevaba el nombre de “Unión Democrática”, quedó como uno de los mitos fundantes del peronismo.
En parte porque ganó, claro  (53 % a 43 %). Pero la razón profunda es que era un buen símbolo del enfrentamiento entre un país envejecido, que se aferraba a formas viciadas por el fraude y la hipocresía, y una nueva Argentina que surgía, con nuevos actores sociales hasta entonces ignorados. Entonces, es natural que el peronismo agite esa memoria en cada disputa electoral en que pueda señalar algún parecido.
Eso sí, como en el viejo chiste, también persiguen a los paranoicos. Es muy visible que los medios de comunicación más importantes están fogoneando intensamente la unidad de todas las fuerzas políticas opositoras, incluso algunas escisiones del peronismo, en un gran frente común, capaz, se supone, de derrotar al oficialismo. Y el descenso que algunas encuestas indican en la intención de voto a Sergio Massa, es aprovechado para ungir a Mauricio Macri como el candidato “natural” de este frente.
Y ya que mencioné la paranoia… La muerte del fiscal Alberto Nisman, ya sea suicidio o asesinato, a días de haber presentado una denuncia (poco seria) contra la Presidente y algunos funcionarios, es indudable que obra, en la realidad política, en favor de la unidad opositora. No por los votos que pueda volcar, sino porque legitima, en los ojos de quienes ya están dispuestos a creer cualquier cosa mala de este gobierno, la alianza con sectores, el voto a políticos, que no les despiertan confianza.
Porque si el kirchnerismo no es una bandada de ángeles (tampoco lo era el peronismo original, si vamos al caso), los dirigentes de la oposición – esos hombres y mujeres que, presumiblemente, llegarían al gobierno en caso de una derrota del oficialismo en octubre – no despiertan hoy, aparentemente, el entusiasmo popular. En realidad, lo que puede observarse en la mayoría de los (muy numerosos) argentinos que rechazan al kirchnerismo, es desconfianza de la política.
Entonces, la lógica elemental indica que la unidad opositora sólo puede lograrse a través de la oposición a CFK y a la experiencia kirchnerista. Como, salvando las distancias y siete décadas, la Unión Democrática se formó desde el rechazo a Perón y a su embrionaria experiencia de menos de dos años.
Como vengo diciendo en el blog, todo esto me parece prematuro. Es necesario, es imprescindible que pensemos en el próximo gobierno, para el que faltan poco más de nueve meses. Pero tratar de decidir yemplear ahora las tácticas adecuadas para etapas electorales que se darán en tres o en seis meses, es un error. Que pueden cometer empresarios de medios o funcionarios de carrera de los servicios; ocupaciones que tienen un rol muy importante en la política, pero que no los convierte en políticos automáticamente.
Por ahora, insisto en la distinción que he planteado en el blog: hay dos escenarios, y no uno, en que se desarrolla la política argentina; uno es el del enfrentamiento entre el gobierno y la oposición; otro, el de la competencia entre los candidatos presidenciales. Y por ahora el más importante, y cargado de emoción es el primero. Es ahí donde pertenecen el caso Nisman, por ejemplo, y el enfrentamiento con un sector clave del Poder Judicial. Y si bien el manejo comunicacional del gobierno en el primer tema ha sido pésimo, la historia no está concluida. Es posible que haya novedades el próximo domingo.
De todos modos, éstas son especulaciones mías. Quiero acercarles el análisis que hace un encuestador, Carlos Fara (que tengo entendido está vinculado a la campaña de Massa) que me parece una descripción muy lúcida de los mecanismos que hacen muy difícil una “Unión Democrática” ahora. Y con esos mismos elementos, y un aporte del respetado colega bloguero Manolo Barge, marcar el proceso que hará casi inevitable la unidad opositora real, la polarización, para el mes de octubre próximo.
Copio los párrafos relevantes de la nota que publicó Fara en El Estadista:
Ha pasado a ser uno de los grandes temas: ¿debe haber una gran interna opositora para (armar un frente y) ganarle al kirchnerismo en octubre, y evitar su triunfo en primera vuelta?
… El 48% del total del electorado está de acuerdo con que se realice. Cuando se analiza sólo a los que votarían en alguna primaria de la oposición (Frente Renovador, FAUnen, PRO, Frente de Izquierda), el nivel de acuerdo sube al 58%. Los más entusiastas son los votantes de Cobos o Binner (71%). Los menos convencidos son los de Altamira (43%). Los de Massa y Macri en su mayoría aprueban la idea (62 % cada uno).
Veamos ahora el escenario político:
• Opción 1: la convención radical del 14 de marzo no aprueba la idea. Resultado: todo se cae, ya que por estructura nacional, no tanto por los votos de sus candidatos, hoy es la niña bonita.
• Opción 2: la convención aprueba la idea. Massa parece que acepta. El resto de FAUnen no quiere. Macri dice que tampoco y Altamira, difícil que se sume. ¿Carrió? Quiere una gran coalición pero no quiere a Massa. Resultado: alta probabilidad de que se caiga la idea, ya que tampoco queda claro que el grueso del radicalismo quiera quedar como aliado del líder del Frente Renovador, al menos exclusivamente.
Pero la política es dinámica. Ahora imaginemos que llegamos a mayo y nadie de la oposición saca ventaja. Va existir presión política, mediática y de actores sociales y económicos presionando a revisar la negativa a conformarla. Si se termina de armar será una coalición contra natura, en la que además de la decisión de aliarse habrá un sinfín de detalles que definir como las listas legislativas, ya que sólo se puede presentar una por fórmula presidencial, y además los distritos son federalmente autónomos para establecer el armado local que deseen. Pues habría que poner de acuerdo a mucha gente.
Otro ítem es la conformación de la fórmula. Volvamos a imaginar: se presentan A, B y C. Gana A por poca diferencia sobre B. Entonces habrá presión para modificar la fórmula definitiva, burlando la ley (es posible, si renuncia el candidato a vice del que ganó). Resultado final, por presión de las circunstancias, ¿termina habiendo una fórmula Massa-Macri, o Macri-Massa ¿Es eso posible? Si la Alianza UCR-Frepaso todavía es recordada por sus peleas, imagínese ésta que sería totalmente forzada. En definitiva, la probabilidad de concreción es muy compleja. Por otro lado, ¿ganaría con comodidad frente al candidato kirchnerista? ¿Resuelve el problema de fondo? Si encabeza Massa sí. Si encabeza Macri va a ser más controvertido“.  (completoaquí)
Dejando de lado la última frase (está claro que tiene la camiseta del cliente) es una descripción realista de las dificultades de armar una alianza en el mundo real. Pero hay una consecuencia que el mismo Fara sugiere y de la que mi amigo Manuel Barge da un ejemplo concreto aquí: que las primarias abiertas nacionales de agosto, las PASO, sirvan como elemento unificador de la oposición en el plano que realmente es decisivo, el de los votantes.
Manolo nos recuerda, con la invalorable ayuda del atlas electoral de Andy Tow, cómo en las PASO del 14 de agosto de 2011, el Dr. Duhalde, cuya consigna de campaña fue, básicamente “Al kirchnerismo lo traje yo y yo puedo sacarlo” obtuvo 2.595.996 votos. Sólo le alcanzaron para salir 3°. Entonces, los que querían derrotar al kirchnerismo buscaron otro candidato. Dos meses después, sacó 1.285.830. Había perdido 1.310.166 votantes, más de la mitad.
Vale destacar que no fueron automáticamente al opositor mejor ubicado, Alfonsín. Los gobiernos radicales tenían malas memorias en muchos votantes. El beneficiario, de los de Duhalde y de otros candidatos, fue en 2011 Hermes Binner, que de 2.180.110 votos pasó a tener 3.684.970 en la elección general. Sumó 1.504.860 votos; casi un 70% más. Y esa transferencia se hizo sin modificar programas, consignas ni, lo más difícil, lugares en las listas.
Resumiendo: las PASO nacionales – recordemos que las provinciales ya están en marcha, y habrá al menos una todos los meses – van a funcionar como un gran seleccionador de candidatos presidenciales (entre otras cosas). Harán más fácil esa polarización, que de todos modos es un hábito argentino. El candidato del Frente para la Victoria debe ser el que pueda sumar más votantes a favor de sus políticas. Porque ya las PASO determinarán el candidato opositor que sumará a los que están en contra.

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