lunes, 23 de marzo de 2015

DANIEL SCHNITMAN

Daniel Schnitman es el responsable del diario La Voz y la Opinión, un medio dedicado a temas de la comunidad judía en la Argentina. Su visión sobre los atentados en la Embajada y AMIA.


Por Enrique de la Calle / AGENCIA PACO URONDO
–Antes de ingresar en los temas específicos de esta nota: ¿Hace cuánto que se dedica al periodismo?
– En primer lugar quiero decir que soy un periodista independiente, pero independiente en serio, no en el sentido de lo que hoy significa esa palabra. Siempre trabajé para mis propios medios.
– ¿Usted cubre solamente temas vinculados con la colectividad judía?
– Sí. Fue medio de casualidad eso. Soy judío. En 1989 me fui a vivir a Israel, porque no estábamos bien económicamente con nuestra familia en esos años. Existe una ley de retorno que permite a cualquier judío retornar a su tierra. Así hicimos. Me defino como sionista, entendiendo por eso lo siguiente: creo que es necesaria la existencia del Estado de Israel, como seguro para evitar la Shoa, el holocausto. Después, muchos entienden por sionismo otras cosas. Por supuesto que hay sionistas ultranacionalistas, pero eso es otra cosa.
– ¿En Israel empezó a trabajar como periodista?
– Sí, en el diario Aurora, que es el único medio en castellano. En 1995 decidimos volver a la Argentina, con un contrato de la editorial Aurora. Ahí me vinculé con muchas familias importantes de la comunidad judía en Argentina. Así conocí las altas esferas de la comunidad, no te hablo de la calle. Eso era una fiesta en 1995. Suena muy duro decirlo así. Aunque habían pasado los dos atentados, vos tenías al embajador israelí Itzhak Avirán haciendo jodas, grandes recepciones en el hotel Alvear. Mucha gente se ha olvidado de todas estas cosas. Eso hacía la dirigencia judía. Un año después decidí abrir un diario, La Voz y la Opinión, que sigue hasta hoy. También hice un programa de radio y otro de televisión. Es un medio independiente que se financia con publicidades chicas y otras más grandes. Nunca necesité que la DAIA, la AMIA o el Banco Mayo me pusieran plata.
– Usted ha investigado los dos atentados, a la Embajada de Israel y a la AMIA, con posiciones muy críticas sobre la dirigencia de AMIA, DAIA y del embajador. ¿Por qué?
– Tuve mucho acceso a la intimidad de todo eso. Vi a muchos dirigentes pedir justicia en la televisión que después hacían otra cosa muy distinta. Vengo denunciando todo esto desde hace muchos años. Siempre se supo que Irán no tenía nada que ver.
– ¿Por qué dice que la pista iraní es un invento?
– El primer invento es que todo esto se trató de ataques terroristas. Se quiso hacer creer eso. Después, que fue un ataque que provino de Medio Oriente, toda esa teoría del coche bomba. Acá se buscó un culpable.
– ¿Usted se refiere a los dos ataques?
– Los dos casos son iguales, no fueron atentados terroristas. Los dos tienen un solo destinatario. Porque hay que entender que acá no hubo ningún ataque contra la AMIA. La bomba se puso en un edificio donde por supuesto estaba la AMIA pero también había otras instituciones. Desde mi punto de vista la bomba fue contra la DAIA. La AMIA es una mutual, que ayuda a la gente, que se ocupa del cementerio y de cosas así. Eso es la AMIA.
– En cambio, ¿la DAIA qué es?
– Es la SIDE de la comunidad judía. Es la parte política. Ellos se autoproclaman la autoridad política de la comunidad. La DAIA nos tiene filmado a todos. Con el pretexto de que ellos defienden la dignidad judía.
– ¿Quién fue el responsable del atentado? ¿Por qué?
– Es una mezcla de narcos y traficantes de armas.
– ¿Coincide con la línea propuesta por el periodista Juan Salinas?
– Leo todo, estoy al tanto de todo lo que se dice. Se dicen muchas tonterías, hay muchos periodistas e intelectuales que hablan sin saber. Salinas es un gran profesional que hizo una notable investigación. Para mí tiene un solo problema: no se anima a decir determinadas cosas porque sería acusado de antisemita. Eso le pasa a mucha gente: ¿cómo voy a decir eso de la DAIA? Yo soy judío, no tengo ese problema.
– ¿Qué cosas, por ejemplo, no se animan a decir?
– Por ejemplo, que comían canapé de salmón mientras había familiares pidiendo justicia, eso a mi me da asco. Eso te diría. Ver las fiestas que se hacían en el hotel Alvear donde estaban el embajador, el ministro Corach, el titular de DAIA, Rubén Beraja.
– En el discurso de CFK ante el Congreso se preguntó por qué la Corte Suprema no avanza con la causa que investiga la bomba en la Embajada. El presidente del Tribunal, Ricardo Lorenzetti, dijo que eso era “cosa juzgada” y luego se desdijo para aclarar que no lo era. ¿Por qué no avanza esa causa?
– No se avanzó por temas de negocios. Si vos te metés en determinados negocios no podés decir que no sabés lo que está pasando. Esta historia comenzó con Carlos Menem que buscaba plata para financiar su campaña presidencial. Menem se reunió con el vicepresidente de Siria (olvidate de Irán) para pedirle plata. Eso lo contó Oscar Espinosa Melo, que luego fue embajador en Chile, quien participó del encuentro. Menem le prometió muchas cosas. No es casual que Ibrahim Al Ibrahim, un coronel sirio que fue ex pareja de Amira Yoma, terminará como asesor en la Aduana sin hablar castellano.
– En esas negociaciones, ¿dónde entra la embajada de Israel y la DAIA, objetivo de atentados?
– Eso viene después. En Argentina hubo un banco, el Banco Mayo, que era de Beraja, titular de la DAIA. Beraja también era presidente de la Asociación Bancaria Latinoamericana, con sede en Panamá, paraíso fiscal por excelencia. Eso mucha gente no lo recuerda. Al Banco Mayo lo vaciaron. Ahí empezó el lavado de la plata negra, de la venta de armas y del narcotráfico.
–El panorama que describe es muy desolador. ¿Nunca se va a saber la verdad?
– Es muy difícil saber quién puso la bomba. Muchos de los culpables están más cerca de lo que se cree. Hay que ir al edificio de Pasteur al 600. Vayan a preguntar al séptimo piso. Los dirigentes de la DAIA fueron a Estados Unidos donde les dijeron que los responsables eran los iraníes. A ellos les vino bárbaro. Los culpables estaban lejos. En el caso de la Embajada se encontró un dedo gordo de un pie derecho en un edificio cercano. En base a eso, nuestros peritos “extraordinarios”, que se ven en la televisión todo el tiempo, descubrieron que ese dedo estaba gastado porque el hombre caminaba descalzo. Y descubrieron que en Medio Oriente se camina mucho descalzo, sobre todo en Líbano. Te estoy hablando en serio, eso está en la causa. Es insólito.
–¿Eso está en la causa?
– Así es. Hay mucho chamuyo. Después, por supuesto, hablaron de un coche bomba, aunque por supuesto nunca se encontró nada. Yo te diría: ¿Por qué no se investigó el volquete que estaba en la puerta de la AMIA? El volquete pertenecía a una empresa de libaneses cercanos al doctor Menem, que se encargan de demoler edificios. Unos meses antes del atentado compraron amonal, que fue el explosivo que se usó en el atentado. Eso estuvo en la causa del juez José Galeano y no hizo nada. Es un ejemplo de las cosas que no se hicieron.
– ¿Por qué cree que la hipótesis iraní fue una política de Estado durante tanto tiempo?
– Es una pregunta difícil. Todo el mundo sabe todo esto que te estoy diciendo. Mucha gente investigó seriamente todas estas cosas. Otros se sumaron al relato que armaron algunos. Además, acá no hay olvidarse de “Jaime” Stiuso, un señor que manejó el país durante mucho tiempo.
– Los familiares de las víctimas también acompañaron la línea iraní. ¿Por qué cree que lo hicieron si había tantas sospechas sobre la legitimidad de esa hipótesis?
– Hay diferentes situaciones. Estamos hablando de tres o cuatro organizaciones y de familiares que no están en ninguna. Muchos familiares no creen en esto que yo vengo diciendo. Otros no quieren aceptar que pueda ser verdad esto que digo. Los entiendo. Si a vos te matan a un familiar y durante 20 años te vienen hablando de ataque terrorista, de coche bomba, de Irán, es muy difícil creer en otra cosa… Esto no tuvo nada que ver con antisemitismo, esto fue otra cosa. Lo digo una vez más: es un tema complejo que tiene que ver con drogas, venta de armas y promesas incumplidas. No tiene nada que ver con el conflicto en Medio Oriente. Pero entiendo a los familiares de las víctimas que no me creen ni me quieren escuchar. Les mintieron durante mucho tiempo. Hay que escuchar todavía hoy a Miguel Ángel Toma (ex titular de la SIDE), uno de los principales creadores de toda esta mentira.
–Se dieron cambios en la Unidad que investiga el atentado en AMIA, a partir de la muerte de Nisman. ¿Le genera expectativa?
– No sé. Me quiero presentar a la UFI porque tengo información confidencial de la DAIA que puede servir a la causa. Ahora se desclasificaron importantes documentos de la ex SIDE. ¿Vos viste a los dirigentes de la DAIA celebrar la noticia? No, dijeron que hay que esperar, que esto, que aquello. Waldo Wolff, vicepresidente de la DAIA… nos conocemos mucho… Mucha gente no sabe lo que es la DAIA. La DAIA tiene una larga historia que viene desde la dictadura militar. Por decir esto a mi no me invitan de ningún canal de televisión. Tengo fotos de Marcos Aguinis presentando el libro Brown, junto con la DAIA en 1977. Es un libro que fue un homenaje al llamado Proceso de Reorganización Nacional. Algunas cosas pasaban en el país en esos años, ¿no? De los 30 mil desaparecidos, 2000 fueron judíos. Los familiares de esas víctimas iban a la DAIA y los sacaban a patadas, mientras Israel le vendía armas a Videla. Un día vino a mi programa de televisión María Gutman, madre de un desaparecido judío. Ella me dijo: “Ojalá que a mi hijo no lo hubieran desaparecido con armas vendidas por Israel”.
– ¿Los documentos que usted quiere presentar en UFI qué pueden aportar a la causa que investiga?
– Lo que tengo son archivos internos de la DAIA. Dan cuenta por ejemplo de las reuniones con Estados Unidos después del atentado de la Embajada, en la que les dicen que fue Irán. Donde se empieza a construir el relato sobre los ataques. Hay que recordar que ni en la Embajada ni en AMIA murieron ni el embajador ni los dirigentes de DAIA, porque sabían que iban a pasar esos atentados. Fui el único periodista que fui enjuiciado por la DAIA, en 2002, por calumnias e injurias. Le gané el juicio. Ahora uno escucha periodistas decir cualquier cosa. Por ejemplo, escuché a Nicolás Wiñaski decir que Nisman le había comentado que tenía un audio donde los iraníes reconocían que pusieron la bomba. Estoy esperando ese audio. Solo escuché a Luis D’Elía hablando con otro muchacho, donde hablan de juntarse a comer empanadas.
– Si existiera ese audio, debería estar en la causa.
– Puede ser que exista y no nos enteramos. No lo sé…

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