jueves, 30 de julio de 2015

Memos para Scioli: Relaciones Exteriores. -- del blog de Abel



diplomacy
Este no es un planteo sectario, aunque uno es oficialista. Menciono a Scioli porque es el que va primero en las encuestas, a buena distancia del segundo. Y dicen que quiere “manejar directamente áreas sensibles como Economía y Relaciones Exteriores“. Sería una decisión sabia para cualquier Presidente, cómo no.
Por eso, propongo que empecemos a reflexionar en voz alta sobre estos temas. DOS, como los otros candidatos, tiene bastante para ocuparse con la campaña electoral. Y lo que se discute en los ámbitos politizados – aunque no se tomen ahí las decisiones – tiene mucho que ver con formar los “climas de opinión” que pesan al elegir estrategias.
Justo, el episodio del memórandum que firmaron pero no implementaron Irán y Argentina, que volví a comentar ayer en este posteo, sirve como un buen punto de partida discursivo. Está vinculado a muchas áreas sensibles: nuestras relaciones con los EE.UU., y con países hostiles a EE.UU.; el tema caliente del terrorismo internacional; su impacto sobre comunidades que forman parte de nuestro país… Además de 85 muertes de argentinos, que es poco en términos de los conflictos globales, pero no que no tenemos el derecho de olvidar.
Igual, ese memorándum, y el atentado a la AMIA que está en su origen, debemos mirarlo desde el conjunto de nuestra política exterior. Y no al revés.
Argentina debe tener claro cuáles son sus objetivos: los que puede alcanzar en un tiempo razonable; y los que no conseguirá en lo previsible, pero dónde puede acumular esfuerzos para mejorar su posición en el largo plazo. Es igualmente fundamental que comprenda los objetivos de los otros actores del sistema internacional. Eso le va a permitir hacer otro listado básico: los peligros probables, y los posibles con que se puede enfrentar, y las alianzas que podrá tejer.
Digo estas obviedades porque hace un par de días leí una propuesta increíblemente estúpida como brújula para la política exterior. Su autor, Andrés Cisneros, fue vicecanciller argentino y ocupó otros cargos de gran importancia en la década de los ´90. Y si bien estoy en profundo desacuerdo con la política que llevaron adelante Menem, su ministro Guido Di Tella y su asesor principal Carlos Escudé, a ninguno de los tres lo llamaría estúpido.
Dice Cisneros: “El problema reside en que ya nadie nos cree. Hemos pegado tantas piruetas que el mundo, prudentemente, primero observará cómo nos comportemos entre nosotros para recién después decidir su relación con Argentina. Seremos afuera lo que ellos vean que seamos adentro. Mirarán nuestra conducta interna, la vocación por dialogar, por cerrar acuerdos, la equidad social, las instituciones, la división de poderes, el respeto de los contratos y la palabra empeñada. Lo primero será la república“.
¿Alguien puede creer, a esta altura de la Historia, que la política internacional es una escuela primaria para niñas en los muy viejos tiempos, donde lo que se medía era la conducta, la prolijidad y la limpieza? Sí. Algunos de nuestros compatriotas lo creen, y otros hacen que lo creen. Lo que es parte de nuestro problema.
Lo más práctico que puede encargar un futuro Presidente es una lista de los objetivos y los temores principales de aproximadamente medio centenar de países. Los que la armen – que pueden ser de Cancillería o no, pero deben ser trabajadores, informados y no muy imaginativos ni brillantes – los seleccionarán entre los 190 y pico que existen por los siguientes factores, independientes entre sí: sus vínculos comerciales con Argentina, su Producto Bruto y población, la importancia de sus Fuerzas Armadas, y la cercanía geográfica con nuestro país. Más detalle necesitarán agregar, en el globo, para EE.UU., China, Alemania e Inglaterra; en la región, para Brasil y Chile. Pero no deben descuidar a ninguno: como advierte el geopolítico Pedro Navaja, la vida te da sorpresas.
También será muy conveniente tener otra lista con objetivos y temores de la Iglesia Católica, algunas iglesias evangélicas o conjuntos de ellas, los grandes bancos que son los nodos del sistema financiero global (el de los BRICS todavía no funciona en esa escala, pero debe estar: la posibilidad es muy importante), y las corporaciones internacionales cuyos patrimonios superen el Producto Bruto de Argentina (son muchas). Pero hay que tener presente que el “poder duro”, a diferencia del “poder blando” lo ejercen, si lo hacen, a través de algunos de los Estados en la primera lista.
En cuanto al “mundo libre”, los “países exitosos”, “Occidente”, “los pueblos”, y otros arquetipos platónicos, debería delegarlos a algún filósofo prestigioso que esté en la nómina estatal. No estoy diciendo que no existan, ni que no son actores importantes en la Historia. Es que, como el mismo Platón reconocía, se expresan en este mundo imperfecto a través de sus representaciones. En este caso, nuevamente los Estados.
Ahora, también es clave que el Presidente tenga en cuenta que hay otro factor en las RR.EE.: las Relaciones Exteriores Públicas. Las destinadas a influir en la “opinión pública”, es decir, la opinión de los sectores interesados en los temas internacionales de los países que nos importan a nosotros. Es un factor significativo, porque influye algo – salvo en temas de seguridad o de comercio muy importantes – en las decisiones de sus gobiernos. Justo, esa va a ser una parte importante de las funciones del Presidente que elijamos, además de lo que hagan, como rutina, las oficinas de la Cancillería.
Si quiero ser benévolo, puedo pensar que el artículo de Cisneros se refería a esta función: la de proyectar una determinada “imagen pública” de Argentina. Sólo que es una tontería pensar que – con nuestra historia, más todos esos autores que descubren escondites nazis en Villa Gesell – lograríamos convencer a un número grande en el exterior en menos de un siglo que somos un país previsible y de buena conducta. Además, no serviría de mucho: esos son los países a los que se les pasa por encima cuando es necesario.
Un debate interesante es, entonces, ver cuál es la imagen pública, la “marca política” supongo que diría mi distinguida colega en #BASAT, que Argentina podría y le convendría proyectar. Pero eso queda para un próximo posteo.

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