viernes, 2 de octubre de 2015

LAS ENCUESTAS, LOS ARBOLES Y EL BOSQUE DEL BLOG DE ABEL


octubre 2, 2015
enc2

Esta encuesta de CEOP no tiene nada de especial. La elegí porque los resultados en “Imagen positiva/negativa” coinciden, aproximadamente, con los que percibimos desde las redes sociales en #BASAT, pero eso irá en otro posteo. El dato fundamental en este caso es justamente que la encuesta no es especial. Sus resultados en lo que hace a intención de voto no son diferentes – si uno toma en cuenta la imprecisión inevitable detodas – de los que informan las otras 12 consultoras que aquí reúne el colega bloguero J.R.Sentis.
Y no creo que sean los definitivos. Faltan 23 días para la elección, y mi expectativa es que a medida que el electorado piense en elegir al Presidente y no se preocupe tanto en expresar su opinión, sus gustos y disgustos, los números de los dos primeros empezarán a subir. Es posible, claro, que esté equivocado y que la polarización no se produzca. Pero lo que estoy seguro es que estos números van a variar.
Mi intención es resaltar que esos números de “intención de voto” para los tres primeros candidatos (los pronósticos para los otros son mucho más inciertos, por la sencilla razón que es un universo más pequeño) –números que se mantienen con poca variación desde fines del año pasado, y – con esa imprecisión inevitable de las encuestas – congelados desde las P.A.S.O. del 9/8 – nos están diciendo algo importante sobre los humores políticos actuales de la sociedad argentina.
Y, como las sociedades no cambian tan rápido, de aquellos que enfrentará el próximo gobierno, dentro de dos meses. Las “lunas de miel” políticas en Argentina son cortas.
Por eso en el título menciono los árboles y el bosque. Estas encuestas, y las generalidades que voy a decir ahora, no son válidas para cada elección concreta, en cada provincia, en cada municipio. Ahí, si uno quiere hacer política, debe conocer su geografía física y social. Y el resultado de la elección nacional es la suma de todas ellas. Pero… no podemos pasar por alto esos números de arriba, que reflejan los “me gusta“, “lo tolero“, “no lo aguanto” que declaran los distintos sectores que forman el conjunto de los argentinos.
Lo primero que marco es algo muy poco original: las definiciones políticas en nuestra sociedad más permanentes y consistentes a lo largo del tiempo son el peronismo y el anti peronismo. No digo “las identidades”, eh: ahí estoy de acuerdo con Eduardo Fidanza y otros que afirman que – salvo entre los militantes – se han ido desvaneciendo a lo largo de las décadas. Pero no importa: el caudal de votos nacional del peronismo nunca ha bajado en 32 años – en circunstancias muy diversas, en la oposición o en el gobierno, con Luder, Menem, Duhalde, Kirchner, Cristina, del 35 %. Y las expresiones políticas que se definen por su rechazo a la versión vigente en ese momento del peronismo – tradicionalmente el radicalismo, pero a partir de mediados de los ’90 empieza a ser reemplazado por otras – nunca han bajado del 30 %.
Esto que digo puede comprobarse fácilmente con las estadísticas electorales si uno no se limita a las etiquetas circunstanciales y examina las campañas y las actitudes de las diversas fuerzas, incluyendo los partidos provinciales. Tampoco hay que confundirse con la distinción entre “kirchnerismo” y “peronismo tradicional”. Tiene vigencia en la militancia, y ha sido promovida en la conciencia colectiva por los medios a partir que Néstor Kirchner empezó a forjar su alianza con el progresismo y con los sectores de origen peronista que por rechazo a Menem se fueron con el Frepaso en los ´90. Pero no tiene sentido en la experiencia popular: los votantes peronistas de Formosa, de Tucumán, de Buenos Aires, cuyos peronismos gobernantes son tan diferentes entre sí como lo son esas provincias, votan al mismo candidato peronista en las elecciones nacionales. Y apoyan su gestión.
San Luis, tal vez Córdoba, son las excepciones… hasta cierto punto. Y eso nos lleva al dato más interesante que nos dan los números que puse al comienzo del posteo: ese aproximado 20 % de intención de voto para UNA. De la que la mayoría de sus votantes no son cordobeses. Hay que considerar que deja bien atrás a los progresistas que rechazan al peronismo y al rejuvenecido troskismo.
Atención: esta persistencia no indica nada sobre su supervivencia – muy dudosa – después del 25 de este mes. Pero eso no es lo relevante. Como tampoco importa, para lo que me interesa señalar, si el PRO o su alianza con el radicalismo sobreviven a una derrota de Mauricio Macri (aún más dudoso). Pero el rechazo/la desconfianza al peronismo encontrarán otras vías para expresarse.
Lo que creo que indica la irrupción del Frente Renovador y la persistencia de UNA en las encuestas – después que la “burbuja” inicial de Massa se pinchara y de las distintas olas de deserciones de dirigentes que sufre – es que hay un voto significativo que no rechaza al peronismo como cultura política, que sí rechaza a Mauricio Macri y a un partido cuya dirigencia es porteña de Barrio Parque, Recoleta y Palermo (eso ya lo había señalado en el blog), y que también rechaza la experiencia kirchnerista, por lo menos en la etapa de CFK.
No me parece adecuado hablar del “peronismo tradicional”. Su referente actual viene de la Ucedé, pasando por el kirchnerismo. Sobre todo, como dije antes, la categoría de “peronismo tradicional” tiene sentido (algo) solamente en la militancia (Y aún ahí, dudo que haya muchos “peronistas tradicionales” menores de 60 años).
Esto no quiere decir que – como hacen algunos con aparente ingenuidad – puedan sumarse los votos de UNA y del FpV en una categoría “peronista”. Los proyectos, las alianzas y los sistemas de poder son demasiado diferentes para que esa suma tenga sentido. En la primera vuelta o en un eventual balotaje, si Massa como aparece casi inevitable queda fuera del balotaje, esos votos migrarán algunos a Scioli y otros a Macri (Varias encuestas, y nuestras propias evaluaciones, indican que los primeros serán mayoría. Pero no la totalidad).
La incógnita es lo que sucederá con ese espacio político, como tal, con una envergadura suficiente para ser el fiel de la balanza en elecciones futuras. ¿Será incorporado en el “pan peronismo” que aspira a reunir Daniel Scioli? ¿O servirá de base para un proyecto político diferenciado?

No hay comentarios:

Publicar un comentario