sábado, 24 de diciembre de 2016

FELIZ NAVIDAD - Christmas in Vienna 1999 The Three Tenors L.Pavarotti, J.Carreras,P.Dom...

lunes, 12 de diciembre de 2016

DEL BLOG DE ABEL, PARA PENSAR

La nueva guerra de Clarín

diciembre 12, 2016
macri_magneto
Fernando Rosso, director de La Izquierda Diario, tuvo la amabilidad de avisarme que usaba una frase que aparece quizás demasiadas veces en mi blog “el que viva lo verá” en uno de sus columnas. No tengo derechos de autor sobre ella -en realidad, creo que viene de México- pero igual me estimula a tomar su artículo, éste que les copio abajo.
Detalla ahí titulares y noticias de esta última semana que indican que Clarín habría comenzado otra batalla, esta contra Mauricio Macri. Sólo omito algunas de sus frases, y, claro, agrego un comentario al final.
En su tapa del domingo 4 de diciembre, Clarín apunta a la línea de flotación de Mauricio Macri. El diario titula: “El primer año de Macri, con balance de gestión negativa y optimismo para el 2017”, en base a una encuesta realizada por Management & Fit, la consultora de Guillermo Seita y Mariel Fornoni.
Veinticuatro horas después, desde Córdoba, el jefe de Gabinete Marcos Peña, desmintió las cifras que disparó Héctor Magnetto desde su portaaviones el día de mayor tirada: “Los números de Clarín no son nuestros números”, aseguró.
La consultora tiene a Fornoni como su cara pública, pero tiene entre sus conductores a Seita, un “monje negro” no tan conocido por el gran público … El hombre tiene estrecha relación con la conducción político-periodística del diario y logró que su consultora opere como una suerte de oráculo de Delfos, marcando la agenda con sus números mágicos. Por lo menos desde el 2011, es la encuestadora exclusiva de Clarín y el Grupo. Durante los años del “periodismo guerra”, fue objeto de ataques y críticas permanentes asestadas desde el universo kirchnerista que la había rebautizado como Management & Fruit.
Según el estudio, el 52,6 % evalúa negativamente el primer año de gestión presidencial y considera que Macri aún no cumple sus promesas de campaña. Lo llamativo de ese domingo es que Página/12 también publicó números y percepciones de diferentes analistas y sorpresivamente las conclusiones eran más amables con el Gobierno que las de Clarín. Error no forzado que el medio de Víctor Santa María enmendó este sábado, publicando un trabajo de Roberto Bacman de la consultora del Centro de Estudios de Opinión Pública que destaca las cifras desastrosas para Macri y Cambiemos. Santa María, entre otros dirigentes peronistas, acompañó a Cristina Fernández en su viaje a Brasil para una visita a Lula y Dilma Rousseff.
Ya en su edición del sábado 3, Clarín le había apuntado al retiro del Gobierno de Cambiemos en Chapadmalal: “La política se metió en el retiro”, publicó en tapa, poniendo foco en las críticas y pedidos de cambio de rumbo de Emilio Monzó, presidente de la Cámara de Diputados: “Podría ser la foto de un viaje de egresados, pero es la imagen que eligió Presidencia para comunicar la segunda jornada de Trabajo del Gabinete Presidencial. Al costado del camino que lleva al mirador del alicaído por el desuso, pero aun así imponente Complejo Turístico Chapadmalal”, chicanea la nota de página 4.
El lunes 5, también en tapa, Clarín tituló: “El Gobierno aceptaría darles a los piqueteros el manejo de su propia obra social”, la forma de presentar el acuerdo del oficialismo con los dirigentes de algunos movimientos sociales que agrupan a trabajadores informales, hace al contenido: darle el manejo a los piqueteros, no debe caer muy simpático en la “opinión pública” y mucho menos en el núcleo duro de Cambiemos. Apunta al nervio más reaccionario de los votantes que se pueden disputar Macri y Sergio Massa, por decir algo.
El martes 6 tituló, también en tapa: “Massa y el kirchnerismo jaquean al Gobierno con un proyecto único de Ganancias”, mientras que el jueves 8, la nota central destaca la respuesta del oficialismo a Massa, pero en la nota Del Editor que, con el cambio de diseño reciente, aparece en tapa, Ricardo Roa firma un artículo que se titula: “Con los piquetes, Cambiemos es Sigamos” y critica el supuesto “garantismo” del Gobierno con respecto a la protesta social que presuntamente está convirtiendo a la ciudad en un “caos”.
Finalmente, el sábado en otro mensaje Del Editor al lector, otro de los flamantes directores restituidos a Clarín, Fernando González, escribe un editorial lapidario: “La caída en la evaluación de la gestión de Mauricio Macri y en su imagen, que registran la mayoría de las encuestas, tiene una sola explicación. La falta de resultados en la economía real. El impacto directo en el bolsillo que sufren la mayoría de los argentinos por causa de la recesión prolongada desde hace cuatro años y por algunas decisiones del Gobierno que han agravado esos efectos. Hay un verdadero Triángulo de las Bermudas que conforman la inflación todavía muy alta; la fortísima suba de las tarifas de servicios públicos y la reducción timorata del impuesto a las Ganancias. En ese territorio peligroso navega desorientado el Gobierno. Y deberá encontrar pronto el rumbo para poder llegar con chances de triunfo a las decisivas elecciones legislativas de 2017.” El título del artículo es: “El triángulo de las Bermudas de Macri”, muestra a un Gobierno perdido y aunque termina con un suspiro de aliento y esperanza, cualquiera que conozca las reglas básicas del periodismo sabe que lo importante está en el título y el primer párrafo.
Aunque Clarín obtuvo beneficios durante este año (empezando por la pauta), quizá no esté del todo conforme con algunas propuestas de Macri para determinados negocios. Uno de esos es el futuro del Fútbol Para Todos, algunos lo ubican como socio menor de los gigantes Turner y FOX, en una disputa en la que también participa la estadounidense Viacom que acaba de adquirir Telefe. No puede descartarse que el Grupo, después de los servicios prestados, hubiera querido mayores privilegios para las “empresas nacionales”, un eufemismo de interés general para hablar de Clarín.
Además, muestra cierta disconformidad con esa especie de “populismo 2.0” que ejercita el macrismo a través de redes sociales como Facebook, Twitter o Snapchat, para su política de comunicación.
Y en tercer lugar, la apuesta a un recambio político ante un eventual fracaso de la aventura del país atendido por sus dueños, puede estar entre las tempranas visiones estratégicas del Grupo, mirando con cariño hacia la meca de Tigre, donde tiene varios socios vitalicios.
El funcionamiento histórico del Grupo, un fiel representante de la fantasmal burguesía nacional, tiene una regla de hierro: arranca todo lo que puede de entrada y se prepara para el futuro. Quizá el futuro llegó, hace rato. Más aún si aumenta el malestar de su público, no tiene problemas ni sentimentalismos para preparar los papeles del divorcio. ¿Será que se confirmará nuevamente la quintaesencia del magnettismo y la paz habrá sido sólo un efímero momento entre una guerra y la otra? El que viva, lo verá. Lo que es seguro es que en todo esto hay cualquier cosa menos “periodismo independiente”.
Es obvio que Clarín no es “periodismo independiente”. Ningún medio masivo gráfico puede serlo, ni siquiera en términos empresarios. Porque ni la venta de ejemplares ni siquiera la publicidad aseguran los beneficios necesarios. Un diario de masas es el instrumento de comunicación y de formación de opinión de un grupo económico o de un proyecto político. Claro, es preferible cuando existen varios de estos instrumentos, sirviendo a distintos proyectos, y no la aburrida monotonía del “Pravda” de turno.
El punto es cuál es el proyecto en estos momentos del Grupo. En el ámbito político se da por sentado, con algo de superficialidad, que pertenece a lo que Rosso llama “fantasmal burguesía nacional” y que sus intereses son más cercanos a los de, por ejemplo, Techint o los Roggio que a las multinacionales y al sector financiero. Simplificando aún más, se lo agrupa con los “devaluadores”, en contra de los que quieren estabilidad (en inflación, = atraso) cambiario.
Sus intereses, y los del resto del empresariado nacional y extranjero, son más complejos y se entrecruzan. Pero sí es válido ubicarlo entre los que tuvieron reservas desde el comienzo con el “proyecto Macri”, y apoyaron a Sergio Massa hasta que el Mauricio se mostró con claridad como el que estaba mejor ubicado para derrotar al Frente para la Victoria. Y fueron miembros destacados de lo que el candidato del PRO llamó “círculo rojo”, que hacía lobby para que se aliara con Massa.
Eso es historia. Los titulares de este mes no parecen estar dirigidos a apuntalar una candidatura para el 2019, y menos una para el 2017, ¡legislativa! Golpean a este gobierno en el núcleo duro de sus votantes, los que reaccionan con desprecio y temor ante “piquetes” y “planeros”. Encuentro inevitable preguntarme por el objetivo de esta nueva ofensiva de Clarín.

EL EX PRESIDENTE URUGUAYO JOSÉ MUJICA ESTARÁ EL MIÉRCOLES EN UN ACTO EN LA SEDE DEL PJ El Pepe como orador invitado Aunque está convencido de que un político extranjero debe entender la cultura política peronista, el ex presidente uruguayo nunca había sido invitado a la sede justicialista. El miércoles hablará allí sobre “unidad de la Patria Grande”.


domingo, 11 de diciembre de 2016

“Los que se oponen son los que vivieron de la guerra” Hace 40 años que Rodrigo Londoño se sumó a las FARC, y ese día pasó a llamarse Timochenko, como se lo conoce hoy en todo el mundo. En este diálogo con PáginaI12 en La Habana cuenta cómo se llegó al acuerdo de paz, explica las consecuencias del triunfo del NO en el plebiscito y anticipa los siguientes pasos.

Desde La Habana  

Colombia está en guerra desde hace 52 años. El conflicto se desató tras un bombardeo ordenado por el gobierno para sofocar a un grupo de campesinos que reclamaban por la política agraria. Esa decisión, que funcionó como un catalizador para que 48 campesinos y campesinas decidieran conformar las proto Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), fue apoyada por Estados Unidos. Medio siglo después, el delegado por Estados Unidos que participa de los diálogos de paz, Berni Aronson, reconoció que “fue una equivocación política”, dice a PáginaI12 el jefe de las FARC, Rodrigo Londoño, que se rebautizó como Timochenko hace 40 años, cuando se sumó a la guerrilla campesina.
Esa “equivocación” le costó a Colombia 60 mil desaparecidos, más de 200 mil muertos –de los cuáles sólo el doce por ciento son responsabilidad de las FARC, según la ONU–, siete millones de campesinos desplazados y unos cuatro millones de colombianos exiliados. Fue, también, una jugada que aceitó la creación de grupos paramilitares financiados por los sectores económicos más concentrados de Colombia, que sobre la base de esa crisis acumularon extensiones de tierra y se beneficiaron con la industria de la guerra. Allí se cruza también el desarrollo del narcotráfico y su relación con las FARC.
Todo eso se puso en discusión durante los últimos seis años. Fue un proceso complejo, que incluyó el asesinato del máximo dirigente de las FARC antes de Londoño, Guillermo León Sáenz Vargas, alias Alfonso Cano. Esa muerte no frustró la negociación, que había iniciado el presidente Juan Manuel Santos. Así se llegó a un primer Acuerdo de Paz pero fue rechazado en un plebiscito: tuvo una abstención superior al sesenta por ciento y volteó la negociación por menos de medio punto de diferencia (50,21 contra 49,78 por ciento).
Eso tampoco dinamitó la mesa: volvieron a sentarse a negociar, incorporaron algunos de los cuestionamientos de quienes militaron contra el acuerdo y firmaron un nuevo compromiso de paz, que el primero de diciembre fue refrendado por el Congreso. Ahora se abre, coinciden los distintos actores de la negociación, la etapa más difícil: la implementación, que debe incluir una ley de amnistía, una reforma agraria, la vuelta a la vida civil de los guerrilleros y el funcionamiento de un fuero judicial especial que juzgará las responsabilidades de guerrilleros, paramilitares y los miembros del Ejército.
–Hubo varios intentos por lograr la paz pero todos fracasaron. ¿Cómo comenzó esta última negociación?
–Santos mandó una “carta razón”. Le dijo al intermediario “dígales esto y esto” y el hombre escribió textualmente, entre comillas. La carta la mandó el facilitador pero fue entrecomillado lo que Santos quería decir. Lo primero fue una reunión en Colombia, secreta y en la frontera con Venezuela. Los delegados del gobierno entraron por Venezuela.
–¿Qué se habló allí?
–Se definieron los parámetros: dónde se iba a hacer, cuántos y quiénes iban a negociar. Y eso fue duro. Nosotros planteamos que fuera en Colombia. El gobierno dijo que fuera en Suiza, en Brasil. Nosotros cedimos y dijimos Venezuela. Y ellos dijeron que nooo. Y tipo cuatro de la tarde el helicóptero tenía que irse porque empezaba a oscurecer. Nos habíamos puesto de acuerdo en todo menos en el sitio de la negociación. Y teníamos como última carta Cuba. Y cuando lo soltamos, los tipos pegaron el brinco de felicidad y listo (sonríe).
–¿El gobierno prefería Cuba antes que Venezuela?
–Sí. Lo que pasa es que Venezuela sirvió de apoyo. Porque estábamos en plena confrontación y había mucha desconfianza. Y ahí empiezan Cuba y Noruega como garantes. Después se hacen dos o tres reuniones más en la isla La Orchila, en Venezuela.
–¿Aún era todo secreto?
–Sí. Estábamos creando las condiciones para iniciar la etapa exploratoria. Después avanzamos con los levantamientos de las órdenes de captura para que los cuadros se pudieran desplazar. Y estando en eso viene el asesinato de Alfonso Cano (jefe de las FARC, muerto el 4 de noviembre de 2011). Eso nos dejó paralizados. Pero reiniciamos. Ahí es dónde Santos le pide a Hugo Chávez que hable conmigo. Viajé a Venezuela y estuve toda una noche, desde las 8 hasta las 4 de la mañana hablando con Chávez. Buscándole fórmulas y el compromiso de él de trabajar por la paz.
–¿Y por qué creen que asesinaron a Alfonso en medio de las conversaciones?
–Eso deberá explicarlo Santos ante la historia. Hace poco, en Cartagena, recuerdo que charlamos un momento con él y no sé cómo surgió el tema del Alfonso y me dijo “algún día nos sentamos y nos contamos un poco de verdades”. No sé qué me quiso decir con eso pero es una pregunta que tenemos y esperamos alguna respuesta. Si este proceso hubiera contado con la participación de Alfonso hubiera sido mucho más enriquecedor.
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Antes de llamarse Timochenko, Rodrigo Londoño era un niño campesino. Vivía en La Tebaida, un pueblo pequeño, que en la década del 60 tenía unos 5 mil habitantes. Su padre, Arturo, era un campesino semianalfabeto, que había aprendido a leer solo. Había sido liberal y se había vuelto comunista. En las primeras imágenes que ese niño tiene de su padre, lo ve junto a otros hombres, alrededor de una radio de válvulas y escuchando atentamente Radio Habana. Primero seguían el noticiero y luego “Voces de la revolución”. Rodrigo se lamenta de que nunca le preguntó a su padre cómo se hizo comunista pero aún recuerda –sonríe cuando lo hace– que se memorizaba los discursos que Fidel Castro daba en 1964, cuando se iba consolidando la revolución cubana y él tenía 7 años.
“Me memorizaba pedacitos de discurso y me paraba en la puerta de la casa y repetía los discursos de Fidel a la gente que pasaba”, dice Timochenko y se ríe, sentado en un hotel de La Habana, tomando un “tinto”, como le dicen al café bien negro, que es una de las cosas que intentó que nunca faltara en medio del monte. Se tomará más de tres cafés durante la entrevista. Y cuando pida cada uno, lo hará con una sonrisa: pareciera que sólo pensar en el café le provoca placer.
–¿Esa fue la génesis de su comunismo?
–Confluyeron varios factores. Uno era ese. En la escuela primaria empecé a interactuar con un grupo social más grande. Empecé a ir a las casas de mis compañeros. Nosotros éramos pobres pero las necesidades básicas estaban resueltas. Pero iba a casas donde veía que no se almorzaba o no se desayunaba, compañeros que venían con la misma ropa o con ropa remendada. Y veía que había otros que estaban mucho más cómodos. Eso me impactaba. En ese medio voy creciendo.
A los 12 o 13 años ingresé a la Juventud Comunista. Y la militancia implica adquirir conciencia, estudiar, entender el porqué de las cosas. Me gustaba mucho leer. Cuando entré a la escuela ya sabía leer. Mi mamá me enseñó. Desde muy jovencito me leí todas las obras de Marx, Lenin y Engels. Me imagino que entendí muy poco (se ríe) pero sí la explicación de lo que es la explotación.
–Para ese momento las FARC ya eran una organización en pleno funcionamiento.
–Ya escuchaba hablar de Marulanda. Y no se me olvida nunca que mi papá me ponía a leerle el diario El Tiempo y recuerdo que una vez le leí la historia de un combate, que era narrado por el Ejército. El título era “Mi cabo se batió como un tigre” y era un tipo contando cómo habían peleado con la guerrilla. Estaba el gobierno de Salvador Allende, en Chile, que alentó mucho la lucha popular. Pero después vino el golpe y vino la decepción. Y ya empezaba a estar en las campañas electorales del Partido. Y me había ido de mi casa. Consideraba que debía dedicarme a pelear por esas ideas pero no tenía en claro cómo. Ya escuchaba sobre los desaparecidos. Un día escuché a un compañero diciéndole a otro que “eso de las elecciones para qué, que había que ir a la lucha armada”. Tuvieron una discusión. Yo estaba al margen pero escuché que le dijo “bueno pero si quiere echar plomo dígalo que lo mandamos para allá”. Ahí me llamó la atención eso. Entonces le dije que quería ir.
–¿El PC era parte de las FARC?
–Tenían los contactos. Sabían con quién había que hablar. No eran lo mismo pero el PC colombiano apoyó los inicios de la lucha guerrillera.
–¿Y qué pasó?
–Eso generó inquietud (en el Partido). Yo ya era miembro de la Dirección Regional de la Juventud Comunista de El Quintío. Tenía 17 años. Estaba en el segundo bachillerato. Y ahí es dónde tomé la decisión. Y me mandaron un guerrillero de unos 30 años a que hablara conmigo. Me dio una charla como para que yo no fuera para allá: “eso es muy duro, van a aguantar hambre, se tiene que olvidar de la familia”. Yo dije “ya la decisión está tomada, yo me voy”. Así llegué a la guerrilla.
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Cuarenta años después de que entró al monte, Timochenko tiene la posibilidad de volver a llamarse Rodrigo Londoño. Lo mismo le ocurre a otros siete mil guerrilleros, a un número indefinido de militantes del Partido Comunista Clandestino de Colombia (la organización política que las FARC crearon hace unos años) y a otros tantos grupos de apoyo. “Ninguna guerrilla puede sostenerse sin apoyo de masas”, dice Timochenko para dejar en claro que su supervivencia no fue obra del destino sino de “hacer política y utilizar las armas”.
Pero lo que puede cambiar en los próximos años es la realidad colombiana. Por eso hay tantos actores jugando en favor de la paz. Y, por los mismos motivos, hay otros que operan en contra.  
–¿La Iglesia colombiana participó?
–Uno de los factores que me llamó la atención fue el poco compromiso de la Iglesia a lo largo del desarrollo del proceso. Ahora, después del plebiscito vino a Cuba la alta cúpula de la Iglesia, monseñor Luis Augusto Castro Quiroga vino acompañado de otros obispos. Fue una charla importante, interesante.
–Pero ya con el proceso bien avanzado.
–Sí. Pero hace falta. Y aseguraron que se van a meter en función de la implementación. Y hace falta porque Colombia es de tradición católica y en todo pueblo hay un cura y su papel es muy importante.
–En Colombia tuvo fuerza al Movimiento de Curas del Tercer mundo. Allí se hizo la conferencia de Medellín.
–Hay diversas tendencias. El obispo de Cali, Rubén Darío Monsalve, estuvo comprometido.
–¿Y el papa Francisco?
–Nos ha respaldado. Se ha mantenido una relación más o menos fluida con el Vaticano. Se han mandado cartas y ha mandado el apoyo en distintos momentos. Incluso tenemos entendido que, pese a que fue invitado por Santos, dijo que el compromiso de ir a Colombia es si se logra la paz. Y ahora iba a ir Santos a Roma de regreso de Oslo.
–Después de recibir el Premio Nobel de la Paz.
–Sí.
–El premio se lo dieron sólo a Santos pero hay dos partes en la negociación.
–(Se ríe.) Eso tendrán que explicarlo los que lo han hecho. A nosotros no nos motiva eso. El mejor premio que uno, como revolucionario, puede tener es lograr los objetivos que nos hemos propuesto: si  logramos consolidar este proceso, si logramos la implementación de los acuerdos y se generan las condiciones para erradicar la violencia de la vida política del país, ese es el mejor premio que le podemos dejar a las futuras generaciones.
–¿Quiénes se oponen a este acuerdo?
–Los que han vivido de la guerra. La guerra es un negocio que produce mucha plata, ha permitido mantener el dominio y ha impedido el surgimiento de movimientos sociales y populares. Y como se han beneficiado tanto de la guerra es normal que no quieran que eso salga a la luz. Hay gente que se ha enriquecido. Se apropiaron de extensiones de tierras, la industria armamentista. Esos sectores están resistiendo al proceso.
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Durante la negociación, el ex presidente Uribe fue el principal crítico del acuerdo. Hizo una campaña fuerte en contra del proceso que inició su ex funcionario y actual mandatario, Santos. Incluso se negó a sentarse a la mesa de negociaciones para sumar sus críticas y buscar caminos de consenso.
Lo que se juega en estos días no es sólo la paz, es la posibilidad de que las FARC entren al sistema político y disputen poder en las próximas elecciones de 2018. Para ello falta aún poco más de un año, que será bastante largo pero ese tiempo permitiría también organizar algún tipo de fuerza electoral.
–¿Cuándo será el momento de volver a dialogar con Uribe?
–Eso está en el campo de la especulación. De todas maneras, depende de él mismo. Desde el inicio del proceso, a través de terceros, insistimos en que se vinculara pero siempre se negó. Hasta último momento, que se le hizo un llamamiento público. Incluso después del plebiscito él dijo que no tenía nada que venir a hacer a La Habana. Pero después comenzó a pedirnos que lo recibiéramos pero ya le dijimos que no. No había nada que hablar. Las cosas tienen su momento pero no descarto que en la dinámica de la política nos pongamos a buscar acuerdos en función de sacar adelante este proceso.
–¿A qué se refiere con una “paz verdadera con justicia    social”?
–Por ejemplo, el desarrollo del campo. Tenemos un potencial agrícola de 14 millones de hectáreas pero sólo se usan 4 millones. Y un potencial ganadero de 19 millones de hectáreas y se usan 30 millones, y eso debe cambiar. Están usando la tierra que es para agricultura en ganadería extensiva. Estamos importando el 50 por ciento de la comida cuando en los años ‘80 no necesitábamos importar un sólo kilo de comida. Eso fue un debate porque el gobierno hablaba de “seguridad alimentaria” y nosotros hablábamos de “soberanía alimentaria”: una cosa es tomar la comida de dónde uno quiera y otra, muy distinta, es producir la propia comida.
–Los partidarios del No no querían que puedan acceder a cargos electivos.
–(Se ríe.) No tiene sentido. Vamos a dejar las armas a un lado para dedicarnos a hacer política.
–Van a tener 5 cargos en Cámara de Representantes y 5 en el Senado. ¿Eso es automático?
–Sí, un mínimo de 5 y 5.
–Para el 2018 propone un “gobierno de transición”.
–Es una idea que lanzamos a la discusión porque los del NO ya están haciendo campaña. Álvaro Uribe está por Estados Unidos presionando y buscando apoyos. Por eso, los que queremos la paz debemos empezar ya. Y uno de los grandes problemas que tenemos en el movimiento popular es que estamos muy dispersos. Pero, además, en esta confluencia por la paz hay muchos sectores, que confluyen en eso pero tienen intereses distintos o visiones distintas. Unámonos en función de este objetivo.

EL SECTOR TEXTIL, ENTRE SUSPENSIONES Y DESPIDOS POR LA APERTURA DEL MERCADO La silenciosa extinción de una industria Una recorrida por el polo textil de San Martín revela el silencio de las fábricas, los telares parados, los despidos, las “vacaciones” obligadas, el dumping de importados. Una agonía que todavía no estalló.

Esta semana despidió a cinco trabajadores. Les pagó un 150 por ciento de indemnización para que firmaran los telegramas de renuncia. Y dice que le sigue sobrando gente.
Hasta el año pasado, cuenta el dueño de la textil, su fábrica trabajaba en tres turnos, con el triple de empleados de los que hoy quedan y doce telares en producción. Ahora, en esta calurosa tarde, los doce están parados. Al interior de la planta -dos grandes galpones con techos de chapa de medio punto- sólo entra el ruido de la calle. Entre las máquinas inactivas solamente se ve a  un operario, barriendo. Da la impresión de que nunca hizo otra cosa que pasar la escoba. El piso está sin una hilacha, limpísimo, reluciente. Ni la marca de una pisada.
La apertura indiscriminada de las importaciones, la reducción del mercado interno y el alza de las tarifas del agua, luz y electricidad fueron golpes, uno tras otro, que dejaron tambaleante, grogui, a esta fábrica de telas ubicada a pocas cuadras de la General Paz, en el partido de San Martín.
El viaje al distrito responde a una razón. Acá está el polo textil de mayor desarrollo del conurbano bonaerense. San Martín tiene 252 industrias del ramo, más que La Matanza, la segunda en el ranking en cantidad, y que Quilmes, el otro gran centro de producción del gran Buenos Aires.
Lo que está ocurriendo en esta planta –como en muchas otras de las del municipio– da una idea de cómo está siendo afectada la industria textil del país. Las estadísticas de empleo advierten que el sector es uno de los que más puestos de trabajo perdió, superado sólo por la construcción y la industria metalúrgica. De acuerdo al CEPA,  los textiles ya tienen casi quince mil trabajadores afectados por despidos o suspensiones.
Todo un número, y la pregunta es: ¿dónde están las señales? Porque desde afuera, en la calle, todo parece igual que siempre.

Goteo

La primera fábrica textil está en medio de una zona industrial, en unas manzanas de galpones y depósitos entre los que creció, ya hace unos cuantos años, una pequeña villa. El auto llega sin encontrar una calle cortada. Ni  hay pintadas en las paredes.
Tampoco es frecuente, para nada, que un empresario acepte dar una nota en la va a tener que contar que despidió gente. Sin embargo, el dueño de la textil recibe a PáginaI12 y pide solamente que no se identifique su marca. Una vez que empieza a hablar, no para. Se lo ve acelerado y a la vez impotente.
Tiene una fábrica de telas (hace toallas y tapizados). Con producción plena, como hasta el verano pasado, daba trabajo a treinta personas de manera directa y a más del doble de manera indirecta, en el resto del proceso, porque la producción textil está segmentada. Poniendo el caso de una toalla: la fábrica recibe el hilo de Corrientes y en sus instalaciones lo convierten en tela, luego encarga a una tintorería industrial el lavado y teñido o estampado. Para tener el producto terminado falta todavía el taller de confección. En este camino, se suman unos 60 o 70 puestos de trabajo indirectos.
¿Por qué hoy no producen? El consultado apunta contra la importación. Fabricar un metro de tela, sostiene, le cuesta un dólar. Mandarla a terminar –el proceso de lavado y teñido– suma otro dólar más. “Pero están importado tela de China a un dólar el metro, como costo final. Por supuesto con dumping. Y no digamos cuánto pueden cobrar los que trabajan en esas fábricas”. Con este esquema no hay modo de que su actividad sea rentable.
A lo largo del año, mientras pensaba cómo rediseñar la producción –aunque hoy dice que no ve una salida– fue achicando el personal.
–Esta semana despedí a cinco y me sigue sobrando gente. Les ofrezco el doble de indemnización y me dicen que no… Es gente que ya vio lo de Menem. Esto no es como en el noventa, no queda nadie con el sueño de comprarse un auto y hacerse remisero.
Agrega que en los primeros meses de esta crisis siguió produciendo para estoquearse. Fue una medida que esperaba transitoria, durante la que empezó por sacar a los empleados que habían cumplido la edad jubilatoria. Le siguieron los otros.
–Tristísimo. Me da mucha tristeza y me da vergüenza, también.

Respuestas

La sede de la Asociación Obrera Textil (AOT) está ubicada en el centro de San Martín, a pocas cuadras de la municipalidad. Esta seccional tiene un padrón de 3500 trabajadores. No son sólo de este partido, muchos de los trabajadores en la industria textil local llegan desde otros municipios del conurbano, por regla más pobres, como Moreno, José C. Paz y San Miguel.
Los datos del gremio indican que en el distrito hay cincuenta empresas que dieron vacaciones anticipadas, que se suman a cuatrocientas suspensiones y trescientos despidos. Tres fábricas cerraron definitivamente: Edolán, Broderie Suizo y Jardena S.A. Otras están en una situación de incertidumbre.
María Victoria Olalla, titular de la AOT San Martín, cuestiona al sector patronal. “La caída de la industria textil viene de la mano de los grandes empresarios. Los trabajadores no somos los importadores”, advierte.  “Los empresarios de la FITA (la cámara) se sacaron la foto para el pacto antidespidos y al día siguiente estaban echando gente. Nosotros tenemos el mayor padrón del país de la AOT, y en menos de seis meses se nos cayeron quinientos compañeros”.
¿Y el gremio qué hace? Olalla responde que ante el riesgo de cierre,  están limitados para tomar medidas. “No voy a llamar a un paro cuando están amenazando con bajar la cortina”. Sólo lograrían habilitar nuevas suspensiones sin pago.
El sindicato viene haciendo denuncias públicas y planteando el tema ante el gobierno. En octubre, ante las presiones que incluyen también a un sector del empresariado, por ejemplo el PyME, el  ministro de Producción Francisco Cabrera convocó a un encuentro en el que se suponía iba a anunciar medidas para el sector. Pero el evento se centró finalmente en una explicación detallada de las nuevas normas técnicas para poder importar.

Números

De la mano de las suspensiones y despidos viene el disciplinamiento. Los que quedan (vale la pena remarcar que en términos nacionales, apelando nuevamente a los datos del CEPA, hay once mil suspensiones contra tres mil despidos), aceptan condiciones de trabajo o de pago que los precarizan. Y ¿hay que recordar que la textil, en la Argentina, es una actividad sumamente precarizada, con sectores –como el de los costureros– ampliamente denunciados por el trabajo esclavo?
Entre los que entran al sindicato a hacer consultas o trámites está Alberto Salazar. Trabajador de una tintorería industrial, cuenta que le deben la mitad de la quincena y que ya despidieron a quince de sus compañeros, ocho de ellos en noviembre. Le echa la culpa al patrón. “Con el padre esto no pasaba”.
También en la primera de las fábricas visitadas, Juan Carlos –un tejedor– se queja con amargura. “Los números de los despidos no dicen la verdad”, indicó. “Mis compañeros agarraron retiros. Es cierto que les hacen una oferta generosa y les pagan casi el doble de un despido. Pero en la estadística, ellos no aparecen”.  
Es una crisis que avanza sin estallidos. Y en gran parte, esto se explica  porque todo el mundo está aguantando en estos términos. No hay cierres en cadena –al menos no todavía– sino la multiplicación de suspensiones, vacaciones anticipadas, despidos por goteo. Recursos con los que tratan de pasar el verano con la esperanza de un cambio de políticas. Porque a fin de cuentas, estamos en la Argentina: Martínez de Hoz, la hiperinflación de Raúl Alfonsín, el menemismo, el 2001 son hitos a los que todos los entrevistados mencionan en algún momento.

Partido al medio

La segunda fábrica, más metida al interior del distrito. Allí el dueño apunta contra la caída del consumo. Es fabricante de telas para camisas y otros tejidos planos. En su caso, los confeccionistas le mandan el hilo y retiran la tela terminada.
Su producción bajó un cincuenta por ciento con respecto a 2015, por lo que tiene a la mitad del personal suspendido. Está rotándolos: en noviembre y diciembre, la mitad se quedó en casa cobrando medio sueldo. A fines de esta quincena van a reincorporarse y le tocará a la otra mitad no ir a trabajar. Después va a darles vacaciones.
“Las ventas están paradas porque lo primero que recorta una persona cuando no hay plata es la compra de ropa. No hay a quién venderle si no hay consumo”, remarca el empresario PyME. Y pregunta: “¿hace cuánto que usted no compra ropa?”
Medio sueldo es menos de lo que marca la ley por una suspensión. En la fecha de cobro, se presentan y firman como si estuvieran recibiendo el total. Es posible que tampoco entren a la estadística como suspendidos. Lo acordaron porque lo prefieren a un despido.
–¿Y en su caso? ¿Por qué no los despide?
–¿Y dónde encuentro otros, si los echo? Una persona no puede entrar a trabajar así nomás… necesita 6 o 7 meses hasta que aprende. No existe ningún trabajador textil sin especialización, porque el trabajo en las urdimbres requiere sacar cuentas, hacer números… no es que puede venir cualquiera. Y a los que tengo, los conozco. Son cumplidores. Cuando tienen que meterse acá doce horas seguidas, trabajan.
Entonces, tiene la expectativa de seguir. Rotando y dando vacaciones aguanto hasta marzo… y ahí veremos. Estoy poniendo ahorros, pero no voy a rifar el patrimonio de toda mi vida.
Acompaña a PáginaI12 hasta la puerta. En la planta, otra vez las señales de inactividad: hay solo dos operarios que acomodan cilindros de telas del depósito. Afuera, el contraste: el día de tránsito caótico y calor agobiante.
La última parada del viaje es uno de los hipermercados del distrito. La hoja de publicidad trae ofertas navideñas. Entre las textiles hay productos argentinos, en general de prendas con mayor confección, como trajes de baño, ropa interior y remeras. Pero es un sector recortado sobre el que avanza otro mucho más amplio toallas (origen Brasil, cuarenta por ciento de descuento), medias (origen China, 35 por ciento de descuento), juegos de sábanas (Pakistán), delantales (chinos), almohadones (India). Otras páginas tienen al pie una aclaración general: “todos los productos son de origen chino salvo los específicamente indicados”.
Cuando esos productos pasen por caja, el trabajo de 80 a 100 personas que tejían, estampaban y terminaban habrá sido reemplazado por el de tres administrativos que gestionan importaciones. Como se sabe, habrá también menos gente que las compre.
Los comercios minoristas acumulan once meses consecutivos de retracción de las ventas. El rubro textil es el de los más afectados. Los datos son de CAME, la Confederación Argentina de la Mediana Empresa. La entidad precisó que “ni los descuentos, ni las posibilidades de financiamiento en cuotas sin interés, ni las ofertas atractivas del mercado, lograron despertar el consumo de las familias, que siguió planchado y muy medido”.