lunes, 31 de julio de 2017

QUIEN LE DIO LA PLATA A LOPEZ...?


Es hora de que los argentinos empecemos a cuestionarnos algunas cosas estructurales y dejemos de sorprendernos con los López…
Para llegar al “quién” es necesario pasar por el “cómo”.
¿Cómo llega?Si hoy un perito investigara las cuentas del Ministerio de Planificación o de las empresas contratistas, no encontraría nada raro, tal vez sólo le llamen la atención los precios pagados por los argentinos para las obras públicas, pero no va a faltar un peso. Con sólo ver las cuentas se puede ver el origen y el destino de la plata administrada; así, es muy fácil de detectar una posible falta de dinero. Pero si se investigaran los asientos contables de las empresas privadas se encontraría uno que consigna la ganancia; esa ganancia va al bolsillo, y el bolsillo es privado, sale de la esfera de control público. ¡Listo! Ya tenemos la plata sacada de la vista y el control público, y de forma legal; ahora, a pagar favores: López, ya tengo lo tuyo…
“El hombre es bueno, pero si se lo vigila, es mejor”, decía el General. “Dentro y fuera del Estado”, decimos nosotros. ¿Por qué las cuentas públicas son abiertas y las privadas no? ¿Hay algo que ocultar? ¿Por qué el privado puede hacer lo que quiere con la plata del Estado? ¿No deberían ser objeto de los mismos controles que le caben al Estado, sobre todo cuando dichas empresas hacen negocios con él? Es lo más lógico toda vez que el dinero es público y las obras, como sabemos, las pagamos todos.
Volviendo al funcionario público, lo ideal sería que la intención de sacar provecho de la cosa pública no existiera, pero existe. Cuando la gran industria estaba a cargo de nuestras queridas empresas del Estado, desde los años cuarenta hasta los setenta, la corrupción era más difícil, ¿Por qué? Porque el retorno que puede dar la empresa privada recién aparecía en la contratación de la pequeña empresa. Insumos, compras, ventas, todas pequeñas transacciones, que obligaban al corrupto a hacer un trabajo de hormiga. El Correo Argentino fabricaba hasta sus buzones; los astilleros tenían su propia lavandería; los abogados, contadores, ingenieros eran empleados de las empresas, y así… Hasta que en los setenta se comenzó a abrir el grifo. Muchos de nosotros hemos escuchado historias que cuentan cómo los milicos hacían pedidos insólitos a pequeñas empresas “¿Me hacés la factura por mil uniformes lavados?”, cuando los uniformes entregados para lavar eran cien. “¿Me hacés una factura por mil lapiceras?”, cuando en realidad se compraban 100. ¿Qué ocurría? Era el nacimiento de los López. Pero para eso tuvieron que comenzar con lo que se llamaban “privatizaciones periféricas”: la lavandería propia, el taller de buzones, el abogado, el contador, pasaron a ser privados, se empezó a hacer fuera de la órbita estatal.
Hasta aquí vemos el comienzo, pero ¿cómo pasamos de 1000 lapiceras a 8 millones de dólares? Si el contrato es por dos represas, o por 10.000 kilómetros de rutas, o por una suma igual de tendido eléctrico, son otros los números; entonces la corrupción hormiga se convierte en corrupción estructural, y para eso se preparó el terreno, pasando de las privatizaciones periféricas de los años setenta a las privatizaciones estructurales de los años noventa.
Mientras sigamos teniendo una Argentina con su gran industria, su gran servicio y su gran comercio en manos privadas, no sólo vamos a favorecer la corrupción, sino que todo nos va a salir el triple, porque si López se llevó ocho millones, los que le dieron eso se llevaron, como mínimo, eso multiplicado por diez.
Pasando en limpio: las privatizaciones no sólo no dieron respuesta a los problemas de los argentinos, sino que abrieron el grifo de la gran corrupción e hicieron que todo nos costara el triple.
¿Quién se la dio?
Ese favor lo paga la empresa que va a hacer el trabajo que alguna vez hizo la empresa estatal, que ganó la competencia frente a otras empresas en cuanto a oferta de precio y calidad; la famosa licitación pública. El Ministerio de Planificación brindó una lista de las empresas “más ganadoras” de contratos de obra pública, y sí…
Primero está él, uno de los empresarios que más daño les hizo a los argentinos en los últimos 25 años: Paolo Rocca, de TECHINT. Es bueno aclarar que Techint se está apoderando de toda la obra pública que se hace en la Argentina, ya hace muchos años que se ha expandido del rubro que lo vio nacer –la siderurgia–; hoy también incursiona en el negocio de la construcción, el petróleo y las finanzas. Tareas en algún momento a cargo de SOMISA, YPF y la banca estatal…
En segundo lugar: Electroingeniería de Osvaldo Acosta y Gerardo Ferreyra. Son empresas que se quedaron con el plano energético de los argentinos. Producen y trasportan energía. Una tarea que les correspondía a Agua y Energía del Estado, a Hidronor o a Segba…
En tercer lugar, IECSA, de Ángelo Calcaterra, primo de Macri: gasoductos, infraestructura eléctrica, rutas, minería, finanzas. Tareas que le correspondían a Gas del Estado, Agua y Energía, la Dirección Nacional de Vialidad y Fabricaciones Militares.
En cuarto lugar, CORPORACIÓN AMÉRICA, de Eduardo Eurnekian. Se quedó con los aeropuertos del Estado en los noventa, y hoy tiene la concesión de las rutas 4 y 8; también participa en los negocios agrarios y en la producción de biocombustibles. Algo que hacía Aerolíneas Argentinas, la Dirección Nacional de Vialidad y la Junta Nacional de Granos.
En quinto lugar, INVAP, provincia de Río Negro; acá aparece la lógica que explicamos, esta empresa no fue la que le dio la plata a López. ¿Por qué? Porque el INVAP no tiene un asiento contable que consigne ganancias; sí puede tener saldo a favor, que debe estar depositado en una cuenta pública a la espera de ser reutilizado, durante otro ejercicio, en reinversiones de la empresa, por ejemplo. ¿Quién le puede llegar a dar plata a López? Una empresa tercerizada privada que contrate INVAP, pero en ese caso, la suma sería mucho menor. Y el corrupto es un alto funcionario de INVAP, o quien esté a cargo de compras o ventas de la empresa, que puede actuar en connivencia con López o no.
Sexto, ODEBRETCH, de Marcelo Odebretch, una multinacional de origen brasileño. ¡Gran candidato!, Odebretch fue condenado a 19 años de cárcel en marzo de este año por corrupción en Brasil. Así, la empresa de un preso por corrupción está a cargo hoy en la Argentina de acueductos, tratamientos de agua, gasoductos, concesión del Acceso Oeste, refinamiento de naftas, soterramiento del FFCC Sarmiento, central hidroeléctrica. Obras que en otras épocas le hubieran correspondido a Obras Sanitarias de la Nación, Gas del Estado, Dirección Nacional de Vialidad, YPF, Ferrocarriles Argentinos e Hidronor.
Séptimo, ESUCO, de Enrique Wagner. Construyó la planta depuradora nueva de Berazategui, y también, viviendas sociales, obras viales de la provincia de Buenos Aires, obras en la central hidroeléctrica Yacyretá-Apipé, la usina de Río Turbio y la Estación de Observación del Espacio Lejano en Neuquén. Algo que hacían Obras Sanitarias, Agua y Energía Eléctrica, Yacimientos Carboníferos Fiscales y CONAE. Las viviendas, por su parte, las construía el Ministerio de Obras Públicas de forma directa, o el Banco Hipotecario Nacional otorgaba el crédito para que se haga de forma indirecta, algo que bien copió el Procrear.
Octavo, CARTELLONE, de José Cartellone. Represa hidroeléctrica Proyecto Potrerillos río Mendoza, transporte de energía eléctrica, viviendas sociales, obras viales, línea H del subterráneo, sistemas de agua potable, desagües pluviales, planta productora de coque, proyecto minero Pascua Lama, Veladero y Gualcamayo. Tareas que corresponderían a Agua y Energía Eléctrica, Ministerio de Obras Públicas, Obras Sanitarias de la Nación, YPF y Fabricaciones Militares-Minería. La construcción de los subterráneos siempre se realizaba por medio de contratistas.
Noveno, ROVELLA CARRANZA, de Mario Rovella. Obras viales, entre ellas la ruta 7, puentes, viviendas sociales, tendido ferroviario ramal Buenos Aires-Rosario, tratamiento de aguas, acueductos, sistema cloacal. Tareas que corresponderían a la Dirección Nacional de Vialidad, Ministerio de Obras Públicas, Ferrocarriles Argentinos y Obras Sanitarias.
10°, JCR, de Juan Carlos Relats;
11°, GRUPO ROGGIO, de Aldo y Benito Roggio;
12°, CHEDIACK, de Juan Chediack;
13°, CPC, de Cristóbal López;
14°, SUPERCEMENTO, de Julián Astolfoni;
15°, IOLUX, de Luis Delso;
16°, PETERSEN, de Enrique Eskenazi;
17°, PANEDILE, de Hugo Dragonetti;
18°, GENELAL ELECTRIC, multinacional de origen estadounidense;
19°, COARCO, de Patricio Gerbi;
20°, SIEMMENS, multinacional de origen alemana.
He aquí los 20 primeros sospechosos de haberle dado la plata a López, o de ser quienes coimean a “los López” en cualquier acuerdo de obras con el Estado.
Lo más triste de todo esto es que la mayoría de estas empresas ganan las licitaciones y después subcontratan a otras empresas que son las que verdaderamente hacen los trabajos. Ellas sólo hacen esta jugosa intermediación.
Por eso, hoy más que nunca…
Vayamos por la verdad.
Vayamos por la vuelta de las empresas de todos los argentinos.
Comisión de proyectos y formación de RCA Ituzaingó

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