miércoles, 16 de enero de 2019


EN LA MEMORIA...


domingo, 13 de enero de 2019

GRACIANA CON LA VERDAD HASTA EL HUESO...

CUANDO EL FUEGO CREZCA

Graciana Peñafort rinde homenaje a la valentía de 

Héctor Timerman


El lunes 18 de julio de 1994 a las 9.53 de la mañana estalló
 una bomba en la sede de la Asociación Mutual Israelita
Argentina (AMIA), en lo que se considera el más brutal
 atentado que sufrieron civiles en nuestro país luego del
 bombardeo de Plaza de Mayo de junio del ’55, al cual las
 crónicas oficiales —inexactas— le atribuyen 308 víctimas.
 En el atentado de la AMIA murieron 85 personas.
Pocas horas después, “el primer ministro israelí Yitzhak 
Rabin propuso al gobierno argentino de Carlos Menem
 coordinar una interpretación unificada de lo sucedido,
 que conviniera a los intereses políticos de ambas 
administraciones. Así se desprende de un cable emitido
 por el embajador argentino en Israel José María Valentín
 Otegui, a las 2.50 horas del 19 de julio de 1994” [1].
Comenzó entonces una historia que lleva casi 25 años
 y debería avergonzar al Poder Judicial argentino y a
 buena parte del poder político.
En enero del 2013, la Argentina suscribió un Tratado de
 Entendimiento con Irán para obtener, luego de 19 años,
la declaración de los iraníes imputados por el Poder 
Judicial argentino por presunta participación en el atentado, 
que a la fecha permanece sin resolver. El Memorándum
 fue aprobado por ley en la Argentina. Luego fue declarado inconstitucional. El gobierno de Mauricio Macri no apeló la inconstitucionalidad y por lo tanto la misma quedó firme. El Memorándum con Irán jamás entró en vigencia.
Esta es la historia de la infamante causa judicial que surgió
 a partir de la denuncia del fiscal Alberto Nisman, en la que
 acusó a Cristina Fernández de Kirchner, a Héctor Timerman
 y otros funcionarios y dirigentes sociales argentinos de 
utilizar ese Memorándum como herramienta para encubrir
a los responsables del atentado.
Es un caso que tiene demasiados cómplices, demasiados
 cobardes y unos pocos valientes que buscaron la verdad y
 la justicia para las víctimas de la AMIA estallada. Esta es la 
historia de uno de esos valientes. Se llama Héctor Timerman
 y fue Ministro de Relaciones Exteriores y Culto de la 
presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
——————————————————————————————————–
En la madrugada del domingo 30 de diciembre de 2018
 recibí una llamada. Era Jordana Timerman, para avisarme 
que su papá, Héctor Timerman, había muerto. Sabía que esa 
llamada llegaría, lo sabía desde hacía varios días. La certeza
 no la hizo menos dolorosa. Me quedé sentada en la cama de
 mi casa paterna, en San Juan, en el cuarto donde dormí 
durante parte de mi infancia y en la misma cama, que se me
 antojó un poco absurda. Porque cuando yo era chica, las 
personas que yo quería no se morían. Paseé la vista por
 ese cuarto que podría describir de memoria, hasta en su más 
mínimo detalle. La quemadura en la mesa de luz de algún
 cigarrillo de hace más de 20 años. Empezaba a clarear cuando
 envié los tres mensajes que debía enviar, avisando del
 fallecimiento de Héctor. Pensé en la pena que iba a provocar
 a quienes se los enviaba. Pensé, con rebeldía infantil, que si
 no te enterabas de la muerte sería como si no hubiese ocurrido. 
Pude ver en mi cabeza a Alejandro, levantándose a hacer el
desayuno en el sur, seguramente tempranísimo. Pude 
imaginarme a Cristina, también en el sur, bajando la escalera
 para iniciar el día. El tercer mensaje nunca sabré en qué huso 
horario y qué lugar del mundo lo recibió su destinatario.
Un vecino de mi casa de San Juan infringe desde hace años
 la norma municipal que impide tener animales de granja en
la ciudad. Porque tiene al menos un gallo. Desde que tengo
 memoria, el bicho canta en las mañanas. Deben haber pasado
 varias generaciones de gallos, cuya misión esencial en este 
mundo es despertar a mi papá. Que, desde que tengo memoria,
 le dedica un saludo poco amable al plumífero en cuestión
 tan pronto suena. También la casa se llena del olor a pan
 horneándose, de la panadería que está a media cuadra. Un 
rato después sonará el portero y será el diariero, que sabe
 que mi padre se despierta tempranísimo. Es extraña la 
continuidad de los rituales cotidianos de la vida, frente a la
quietud absoluta e indiscutible de la muerte.
¿Se murió Timerman?, dijo mi papá al verme la cara, sentada
 como indio en la cama y fumando. ¿Hago café?
Mientras mi papá hacia café me fui con la notebook al comedor.
 Busqué pasaje de regreso a Buenos Aires, le avisé a Jordana, 
hablé con Javier para decirle el horario de llegada y me senté
 a esperar que la familia Timerman diese a conocer la noticia. 
Como en una película alocada me acordé de Héctor abriendo 
la ventana de la Embajada en Washington y diciéndome:
 “Acá podes fumar”. Héctor riéndose de algún chiste. Héctor
 gritando de dolor hace un año. Héctor aconsejándome que
 me separase: “Graciana, no sos feliz. Dejalo. Yo te voy a buscar
 un buen muchacho judío. Son buenos esposos”. Héctor 
mostrándome el chalequito naranja de Greta, su adorada 
bulldog francesa. Héctor entusiasmado con un libro de los
 ’70 pero discutiendo los hechos ahí plasmados. Héctor
 llamando en horarios locos desde lugares remotos, para
 saber cómo avanzaba la causa. Héctor pidiéndome que le 
traficara unas Titas, a escondidas de Anabelle, cuando no 
podía salir de su casa. Diciéndole a Anabelle: “Sigo vivo porque 
mi mujer me mantiene vivo” y largando una carcajada, para
 agregar: “Lo que no tengo claro es si es por amor o por
 venganza”.
Pensé en la familia de Héctor. Porque si hay algo que adoraba
 tanto como leer, era a los suyos. Lo vi pasar horas mientras
su nieta mayor le explicaba en un inglés infantil los dibujos
 que había traído del jardín. Y el orgullo con el que mostraba
 la foto de su nieta menor, cuando todavía no la conocía porque 
nació del otro lado del océano, en la ciudad donde estaba uno
 de los cafés al que soñaba volver. Y las largas charlas con
Jordana. Y con su hermano Javier, que vino un día a visitarlo
 desde Estados Unidos y simplemente se quedó a acompañarlo
hasta el final. Y sus amigos, que pasaban por la casa a charlar.
 Doris, Verónica, Rudy, sus primos, Horacio, sus cuñados.
 Las compras que hacía por internet de reliquias peronistas.
 Anabelle cuidándolo con amor y tolerando con exquisita
cortesía el batallón de personas que solíamos ir a verlo. Y 
riéndose cuando Timerman la acusaba, también riéndose,
 de esconder las reliquias peronistas en la baulera.
Y las mil anécdotas, de Jacobo, de su madre Rishe, de sus 
abuelos y de la historia. Porque algo sorprendente era que
Timerman te contaba en la misma charla la historia de su
tía abuela a quien no le gustaba su nombre y se rebautizó con
 el nombre de su hermana hasta la discusión que tuvo con un
presidente extranjero. Personas y personajes que para mí eran 
nombres en libros de historia, para Héctor habían sido personas
de su vida cotidiana. Era un narrador extraordinario. De la
Historia, así con mayúsculas, que en más de una oportunidad 
lo había tenido como testigo o protagonista. Porque si hay 
alguien a quien le calzó siempre a la perfección lo que canta 
el Indio Solari: “Cuando el fuego crezca, quiero estar ahí”,
 fue a Héctor Timerman. Que disfrutó y padeció de ese fuego
 en cada segundo de su vida.  
No fue hasta después de que Javier Timerman hiciera público
 el fallecimiento que me acordé del odio. Porque apareció
 personificado en los trolls y otros odiadores ad honoren
 que surgieron  desde las redes sociales a vomitar su pus 
de odiosa indecencia.
La familia Timerman sabe de odio. Lo ha sufrido desde el
 exilio que los trajo a la Argentina. Lo supo Jacobo, a quien
 encerraron, torturaron y desposeyeron de todo, hasta de
 la nacionalidad argentina. Fue Raúl Alfonsín quien le dijo
 a Jacobo que si no le devolvía la nacionalidad argentina, sería
 como si la democracia no hubiese regresado del todo a nuestro
 país. Muchos años después, Héctor discutía amablemente 
con la embajadora israelí en la Argentina cundo esta, intentando
 doblarle la decisión, le recordó la deuda de gratitud que los
Timerman tenían con el Estado de Israel por haberle dado la
 nacionalidad israelí a Jacobo para que pudiera salir del país y
 así salvar su vida. Un de pronto seco Héctor contestó: 
“Envíenme la factura por haber ayudado a salvar la vida de mi
 padre.” Y dio por concluida la reunión. Porque así de
 humillante y horrible había sido la persecución de Jacobo
 para su familia. Y porque así de leal era Héctor Timerman a 
la Argentina.
Pocas cosas enojaban más a Héctor que la acusación de no
 ser leal a la Argentina. Lo enojaba desde mucho antes de que 
le tocara sufrir en carne propia la infame acusación de traición
 a la patria. Siempre decía que esa era la historia de los judíos,
o mejor dicho del antisemitismo no enunciado. “Graciana, nos
 persiguen con la acusación de que tenemos nuestras lealtades 
divididas entre dos naciones. Siempre la misma historia. Yo
 sólo tengo una lealtad y un país y ese país es Argentina”, me
 dijo en mayo del 2010 en su residencia de embajador
 argentino en EE.UU., durante una larga charla que a la
 postre resulto premonitoria, como recordamos 
tiempo después.
En el 2013, luego de suscribir el Memorándum con Irán,
 se reunió con Guillermo Borger, titular de la AMIA,
 Julio Schlosser, presidente de la DAIA, y familiares de las 
víctimas del atentado. Ellos brindaron su apoyo al memorándum.
 De ello da cuenta este video:



El mismo Héctor expresó tiempo después: “Pensé que esta
misión, impulsar la Causa AMIA, inmovilizada desde hace
 mucho tiempo, era la más importante de mi vida; y que una
 vez finalizada podía retirarme satisfecho de haber cumplido
 con mis ideales como persona y mi deber como canciller…
Sentí, con la firma del Memorándum, la profunda emoción de
 encontrar el camino para encontrar y juzgar a los autores del
 atentado. Es normal que haya desacuerdos en cualquier tema
 de política internacional, pero nunca imaginé la reacción que 
se desataría en este caso. Y, particularmente, el vehemente
 rechazo de la comunidad judía a la que pertenezco, que me
 sorprendió y causó un profundo dolor”.
Apenas 72 horas después, la postura de las asociaciones
cambió radicalmente. Y casi dos años después, en enero
 de 2015, Timerman quedó estupefacto al enterarse de que 
el fiscal Alberto Nisman lo había acusado, junto con 
Cristina Fernández de Kirchner y otros funcionarios, de
 intentar encubrir el atentado a la AMIA. La denuncia
que Nisman presentaría sin pruebas, tal como señaló Servini
 de Cubría en su primer intervención el 15 de enero de 2015: 
En razón del régimen de feria establecido para evaluar si
corresponde dar curso a la presentación y peticiones que 
realiza el Dr. Nisman, debe considerarse que el caso no es
 de aquellos supuestos que habilitan a ser tratados en el 
transcurso de feria —aún por gravedad institucional— en
razón de que no se han acompañado las pruebas que le otorgan
 sustento a sus solicitudes”.
La denuncia de Nisman fue desestimada por el doctor 
Daniel Rafecas, quien claramente señaló en su sentencia
 que no existía delito. Clausura que luego fue confirmada
 por las instancias superiores. Héctor tuvo su primera nieta,
 la bella Anya, su primera intervención por el cáncer, de la
 cual se recuperó satisfactoriamente, y luego Mauricio Macri
ganó las elecciones.
El 9 de diciembre de 2015 estábamos en Cancillería y
 Timerman dijo: “Graciana, van a reabrir la causa”. Lo acusé
de trágico. De estar haciendo honor a su abuela llamada
Mevake [2]. Le hablé de la cosa juzgada. Y me reí de él y de 
Alejandro por dramáticos.
Héctor y Alejandro tenían razón. La reapertura fue posible
 mediante una maniobra de vergonzoso fórum shopping,
permitida y facilitada por los fiscales Eduardo Taiano,
Gerado Pollicita, Germán Moldes y los jueces Claudio
 Bonadío, Martin Irurzun, Eduardo Farah, Mariano Borinsky,
 Juan Carlos Gemignani. Gustavo Hornos, Ricardo
 Lorenzetti, Elena Highton de Nolasco y Juan Carlos
 Maqueda. Solo el fiscal de Casación Javier De Luca y en
 menor medida la doctora Ana María Figueroa elevaron su 
voz en contra de la vergüenza. Pero a nadie le importó la
 Justicia. A nadie.
En esa misma época Timerman, que venía de resultados 
médicos que indicaban la ausencia de indicadores tumorales,
 me llamó para contarme que el cáncer había regresado y que
 iba a viajar a EE.UU., donde estaban desarrollando un
 tratamiento experimental. Aun recuerdo el almuerzo en
 Dandy, a principios de enero de 2017, y cómo lo vi irse con
 la gorrita que le gustaba usar. Tuve miedo de que no regresara
 de ese viaje. Y por primera vez entendí que Timerman se podía
 morir. Me largué a llorar asustada en esa mesa de café, 
mientras sostenía en la manos el e-reader que me había dado.
 La noche antes el Lobo, marginal como es —perrito loco—
 se había masticado el mío y Héctor me dio el suyo. “Tomá.
 Yo me compro otro allá”.
Reviso los papeles para escribir esta nota y encuentro la
 sentencia de agosto de 2016 de Daniel Rafecas, en la que 
rechaza por tercera vez la reapertura de la causa iniciada por
la denuncia de Nisman. En ella dice “que cada vez que (en el 
marco de las conversaciones entre estos personajes
 inclasificables, como lo eran D’Elia, Esteche, Bogado, más 
el agente pro-iraní Khalil), aparece mencionada la figura de 
Héctor Timerman, no es más que para denostarlo,
 despreciarlo, discriminarlo (refiriéndose a él como “judío 
de mierda”), criticarlo”.
Concluyo entonces que el odio y el desprecio siempre estuvieron.
Pero no quiero contar una historia de odio. Quiero contar la
 historia de la injusticia cruel e inhumana que sufrió
Héctor Timerman en manos del Poder Judicial argentino.
Y para hacer un poco de justicia con su memoria, debería
 empezar esta historia diciendo que Héctor Timerman se
 definía a sí mismo como Argentino, Judío y Peronista.


[1] https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-38318-2004-07-18.html
[2] “Lamento” en hebreo

miércoles, 2 de enero de 2019

CRONICA DE UN CAMINO DE DIGNIDAD...

ASÍ DE INHUMANOS SON, por Graciana Peñafort

 (para "Tweeter" del 02-01-19)

Arriba: Imagen de infobae

1. Me levanto y leo esta nota canalla de Joaquin Morales Solá en La Nacion,
 titulada "El uso politico de una muerte" donde Molares Solá hace eso mismo,
usa la muerte de Hector Timerman para denostar a alguien que Timerman adoraba
 y a quien le fue leal hasta el ultimo minuto: CFK.

2. La nota es una canallada y además miente. Y quiero señalar eso, porque
 no solo he sido junto con @AleRuaTwit la abogada de Timerman, sino que, 
y más relevante para mi,  que sido su amiga. Esta es la nota que voy a pasar
 a rebatir.
 https://www.lanacion.com.ar/2207119-opinion-3x2-cpo-28-kjdfssfd-ghas-shdfgcaracteres-jhdsfgjshdfgsjdfel-uso-politico-de-una-muerte …

3. Timerman en efecto sufrió de cancer de higado. Del que fue operado y se
 recuperó. Y el regreso de la enfermedad coincidió claramente con la bochornosa 
reapertura de la causa, esa que los medios anunciaron -y exigieron-  antes de que
 estuviera la sentencia escrita.
4. Yo no conozco tanto de medicina como para evaluar el factor emocional en ese
tipo de enfermedades. Pero si sé de leyes y procesos y de eso voy a hablarte
 Joaquin. Cuando Hector supo del avance de la enfermedad, me pidio que le
 pidiese a Bonadio, poder declarar antes.
5. Cosa q hice, porque sus médicos me habian explicado que el dolor extremo del
 cuadro que presentaba Hector obligaria a propocionarle medicación que le dificultaría
declarar. Y a diferencia de lo que Bonadio hizo con Franco Macri, enviándole los medicos
 a la casa, con Hector no.
6. Hector, que ya caminaba con dolor y dificultad, tuvo que ir a tribunales a certificar
lo enfermo que estaba. Lo sé Joaquin, porque yo lo acompañé. Fue un calvario. 
Y además un calvario inútil, porque pese a constatar la enfermedad, Bonadio no
 adelantó la declaración de Hector.

7. Llamó a indagatoria siguiendo el cronograma electoral.Y fuimos, previo un complejo
 proceso de retirarle parte de la medicación para que pudiera declarar. La indagatoria
fue lo más parecido a una sesión de tortura.Hector estaba extremadamente dolorido y
respiraba con dificultad.

8. Cuando vino Bonadio a saludar y vio el cuadro de situación desolador, me escribio
una nota diciendo "Dra. cuando usted indique suspendemos esto". Hector quiso seguir 
declarando y solo interrumpí esa declaración cuando sus labios se pusieron azules por
 falta de aire.
9. De esa indagatoria salimos y nos fuimos a una clinica porque Héctor se desmayó en
 el auto. Tuvo una crisis cardiaca fruto del dolor y la falta de oxigeno. Cuando volvió en
 si, me decia "me mataron Graciana, y yo no quiero morirme asi. No dejes que manchen
 mi nombre, por favor".

10. Luego vino el infame procesamiento y la prisión domiciliaria. Y yo recorri Py
 explicando que Timerman necesitaba poder viajar para hacer su tratamiento. Y tambien
 se lo explicamos a la Cámara de apelaciones con @AleRuaTwit , en una apelación oral que
 duró 4 horas.
11. Al final de esa apelación yo le dije al Dr. Irurzum "a estas alturas la politica no me importa,
pero por favor levanten la prisión, porque necesita salir para tratarse. Se va a morir sino
 puede tratarse" Con lagrimas en los ojos, supliqué sin pudor. Hector se moria.

12. Revocaron el cargo de traicion a la patria, pero confirmaron la prision preventiva.
Por el delito de encubrimiento.Delito por q nadie en este pais va preso durante el proceso.
 Nadie salvo Hector Timerman. Y como era lógica consecuencia, EEUU le revocó
 la visa y no pudo viajar.

13. Ese enero fui a Py dispuesta a no irme de allí sin la excarcerlación de Timerman.
 Y en lugar de Bonadio, estaba de turno Sergio Torres, que fue infinitamente mas humano.
 Y Marijuan, que acababa de ser papá y se vino especialmente a hacer el dictamen.

14. Y Plee que me abrazó diciendo "tranquila, lo vamos a solucionar" mientras yo
 lloraba desconsolada, diciendo "Se muere. Se me muere a mi" Porque eso sentía,
 que Hector se moria en mis manos, que eran impotentes para liberarlo.
 Pero obtuve la libertad.

15. Empezó el tramite de obtener la nueva visa o un permiso especial, lo que saliera
 antes. Corriamos contra reloj. Llamé a Cancilleria, de inmediato acordamos una reunión.
 Faurie y su jefe de gabinete  Marcos Stancanelli entendieron la situación y 
comprometieron su ayuda.

16. Pero más allá de la buena voluntad de Cancillería, la visa especial no se logró
gracias a las gestiones del gobierno Argentino. Se logró gracias a la presión de los
 democratas norteamericanos, entre ellos Patrick Leahy, quien instó al Congreso
 de USA a dar la visa.

17. Tambien se logró gracias a la visibilidad que le dieron al tema medios norteamericanos,
 entre ellos el New York Times. Mientras tanto, acá los miserables de Eduardo Feinmann,
 Federico Andahazi y Fernando Iglesias se burlaban y festejaban. Porque así de
 inhumanos son.

18. También gracias a la presion de organismos internacionales de Derechos Humanos
 como Human Right Watch y el CELS. Y también organizaciones israelies de Derechos
 Humanos como "Centro de Iniciativas por la Paz", "Osim Shalom" y "Jihalin".

19. En la Argentina, la Liga por los Derechos Humanos, el Llamamiento Judio
 Argentinoy otras organizaciones pedían tambien . Mientras tanto la Daia y la Amia
 guardaron un cobarde y complice silencio. Porque así de inhumanos son.

20. De cancillería me llamaban a mi para saber como avanzaba el tramite de la visa de 
Hector. Casi tres largos meses demoró obtener una nueva visa. Cuando llegó a EE UU,
ya era demasiado tarde para hacer el tratamiento. Ya era demasiado tarde para
 Hector Timerman.

21. Le aconsejé que se quedara alli y Hector me dijo que el queria morir en su pais.
 En su casa y en su patria. Y me pidió declarar ante el tribunal que va a juzgar el caso. 
Que era lo último que le faltaba para poder morir en paz. Que la 
Justicia Argentina lo escuchase.

22. Volvio a la Argentina, conoció a su nieta recien nacida, se fue despidiendo de todos
 a cuantos amaba y se peleó con algunos, porque le dolio mucho el destrato y se reconcilio
 con otros, porque Joaquin, deberias saber que Timerman era un hombre bueno.
 Y finalmente declaró.

23. Tuve oportunidad de ser testigo de como buena parte del peronismo desfiló por
 su casa para abrazarlo y respaldarlo, al menos mientras pudo recibir gente.
 Y sos injusto con CFK en tu nota, porque me consta que ella siempre estuvo atenta
 a como estaba su salud y su ánimo.

24. Lo sé Joaquin, porque era a mi a quien CFK llamaba para preguntar y para trasmitir
 mensajes de afecto. Que yo siempre retransmiti y Hector siempre sonreia. Porque 
Timerman en un momento ya no pudo hablar por telefono y luego, ya no pudo hablar.
 Mucho menos recibir visitas.

25. Fui yo el nexo y por eso me tocó la dolorosa tarea de avisarle el domingo de la
muerte de Héctor. Sos injusto en tu nota tanto con Timerman como con CFK. En lo único 
que sos justo es en decir que Hector era un hombre leal. Por eso y en su memoria,
te respondo.


por Graciana Peñafort
@gracepenafort
para "Tweeter" del 02-01-19

INFORMACIÓN RELACIONADA:
https://www.pagina12.com.ar/165737-en-defensa-de-la-memoria-de-timerman

https://www.lanacion.com.ar/2207119-opinion-3x2-cpo-28-kjdfssfd-ghas-shdfgcaracteres-jhdsfgjshdfgsjdfel-uso-politico-de-una-muerte%20%E2%80%A6