LA LOTERÍA DE
COMODORO PY
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Ventajas de los bolilleros mágicos, en Py tienen lugar las casualidades menos casuales del mundo
La lotería en Babilonia es sin duda uno de mis cuentos favoritos. Lo leí por primera vez en una deshojada edición de Ficciones que debo haber prestado —cuando era joven e inexperta y aún prestaba libros— porque nunca más la encontré. Volví a comprarla hace mas de 20 años y me ha acompañado durante muchas mudanzas. Porque, nobleza obliga, Ficciones es uno de mis libros favoritos. Vuelo periódicamente a ese libro, lo abro en cualquier página y leo perezosa párrafos que podría repetir casi de memoria.
El cuento fue publicado por Jorge Luis Borges en 1941 en la revista Sur. Asumo que es una cuestión de gustos, pero para quienes descreen de la posibilidad de escribir la perfección, recomiendo enfáticamente leer ese cuento. Es simplemente maravilloso. Comienza así: “Como todos los hombres de Babilonia, he sido procónsul; como todos, esclavo; también he conocido la omnipotencia, el oprobio, las cárceles. Miren: a mi mano derecha le falta el índice. Miren: por este desgarrón de la capa se ve en mi estómago un tatuaje bermejo: es el segundo símbolo, Beth. Esta letra, en las noches de luna llena, me confiere poder sobre los hombres cuya marca es Ghimel, pero me subordina a los de Aleph, que en las noches sin luna deben obediencia a los Ghimel. En el crepúsculo del alba, en un sótano, he yugulado ante una piedra negra toros sagrados. Durante un año de la luna, he sido declarado invisible: gritaba y no me respondían, robaba el pan y no me decapitaban. He conocido lo que ignoran los griegos: la incertidumbre”.
Siempre me pareció una frase bellísima esa que remite a conocer la incertidumbre. Podría divagar sobre lo sutilmente irónico de conocer aquello que implica no conocer o no saber. O sobre lo que les sucede a las civilizaciones basadas en certezas. Podría, pero no lo voy a hacer. Me falta el talento, por un lado, y por otro me toca escribir de judiciales. La literatura y la belleza son el departamento de Marcelo Figueras y lo hace tan extraordinariamente que no osaría inmiscuirme.
Ejercer la abogacía se parece mucho a la Babilonia azarosa y sin certezas que escribió Borges. Mas en estos días azarosos y sin certezas. Es cierto que tenemos las leyes, aun cuando muchos parecen olvidarlas. Y también tenemos la jurisprudencia, aunque en estos días es mas voluble que la donna a la que refirió Verdi en Rigoleto.
Hace una buena temporada que promuevo activamente abrir un garito de apuestas –no del todo legales, creo— en algún rincón de Comodoro Py, para así resolver al modo de Babilonia las cuestiones legales que allí se ventilan; dado que las cuestiones podrán ser legales, pero sus soluciones y sus procedimientos no necesariamente lo son. Voy a dar un ejemplo de la Lotería de Comodoro Py, aunque señalaré lo siguiente: no es el azar el que parece disponer sus decisiones.
En abril de 2016, para ser mas precisos el lunes 11 de abril, se debía sortear la causa que investiga la muerte del fiscal Alberto Nisman. Y de hecho, el sorteo se efectuó a las 11.45 de la mañana. La causa fue asignada al Juzgado Federal N° 7 a cargo del juez Sebastián Casanello. Señaló una crónica periodística de esos días [1]: “Cuando intentan realizar el sorteo del expediente principal por la muerte de Nisman, en la pantalla de la máquina donde se estaba haciendo el ingreso de la causa aparece el mensaje ‘Fallo en la transacción’. Ante esta situación se hace una consulta desde otra computadora y el sistema indica que la causa estaba radicada en el juzgado de Casanello. Sin embargo, en la máquina en la que se había intentado ingresar la causa para sorteo, el sistema permaneció bloqueado desde las 11:45. Recién a las 14:50 se llevó a cabo un nuevo sorteo en el que salió designado el Juzgado Federal N° 10 a cargo de Julián Ercolini, para que investigue a partir de ese momento la muerte de Nisman”.
Toda esta secuencia quedó plasmada en un acta que hizo Sebastián Marasco, el secretario del juzgado de Palmaghini. Por estos hechos, Martin Irurzun, presidente de la Cámara Criminal y Correccional Federal, hizo una denuncia, ante la eventualidad de que pudiese haberse adulterado el sorteo. También comunicó al Consejo de la Magistratura lo sucedido, y el Consejo inició un sumario administrativo contra Gabriel Mehlman, de la Unidad Informática del Poder Judicial, quien fue apartado de su cargo.
Una copia del acta efectuada por Sebastián Marasco llegó de forma “anónima” al estudio de Moner Sans, quien efectuó la denuncia. Y no los quiero matar de la impresión, pero la denuncia de Moner Sans fue sorteada y cayo en el Juzgado de Claudio Bonadío. Las casualidades sin casualidades de Py.
Casi dos años después, en marzo de 2018 se sorteaba el tribunal oral que debía juzgar a Cristina Fernández de Kirchner y a Héctor Timerman entre otros por la causa que se inició con la denuncia de Nisman. Los rincones mas oscuros de Comodoro Py señalaban que el tribunal que saldría sorteado sería el Tribunal Oral 9, que para esa fecha ya tenía en su poder la causa de la Obra Pública. Era un tribunal especialmente habilitado para funcionar como tribunal federal. El chat que acompaño es de una charla con mi grupo de amigas esa mañana del 6 de marzo de 2018, cuando se sorteaba la causa de Memorándum. Verán ustedes la poca emoción de los sorteos de Comodoro Py.
Fue tan escandalosa la maniobra de ese sorteo que la Corte Suprema revocó mediante una acordada la incorporación del TOF 9 a los sorteos hasta tanto no se hubiesen cumplido todos los pasos para su habilitación como tribunal oral federal. Además de ordenó un nuevo sorteo de las causas asignadas. Que recayeron en tribunales al menos creados sin la deliberada intención de condenar al kirchnerismo.
Ya que de sorteos estamos hablando, hace años que tramita en el juzgado de Servini de Cubría una causa que comenzó con una presentación del colegio de Martilleros, donde denunciaban que los remates mas sustanciosos siempre eran casualmente asignados “por sorteo” a los mismos martilleros. La investigación de esa causa dio a la fecha algunos resultados que desmienten que lo que se hace en tribunales sean sorteos realmente. En la pericia técnica que hizo en el 2016, Servini de Cubría detectó vulnerabilidades en el bolillero electrónico que sortea las causas y notificó sus hallazgos al Consejo y a la Corte Suprema. Luego la causa cayó en un manto de silencio que dura hasta hoy. Nadie sabe si se tomaron medidas correctivas de alguna naturaleza.
Pienso en los sorteos y recuerdo cómo se escandalizaba el periodismo por la cantidad de causas que se asignaban durante el kirchnerismo a jueces como Oyarbide. Lo que nunca escandalizó a nadie es la cantidad de causas que contra Cristina Fernández de Kirchner recaen en el juzgado de Claudio Bonadío. Circula en los pasillos de Py una historia curiosa sobre el origen de la enemistad de Bonadío con Cristina. Y no es la lacrimógena y nunca denunciada historia de “le quisieron plantar droga a mi hijo”.
Cuenta la leyenda que Jaime Stiuso tenía un viejo enfrentamiento con Bonadío. Que en algún momento sumó a esa pelea a Alberto Nisman, quien recibió un “anónimo” que le informaba que Bonadío, junto con el “Fino” Palacios y Carlos Corach, estaba llevando adelante un complot contra él. Corría el año 2010.
Casi cuatro años después, en noviembre de 2014, Jaime Stiuso, que no sabía que pronto concluiría su casi interrumpido reinado como jefe no formal de la entonces SIDE, se presentó ante el juzgado de Sebastián Casanello y ratificó la denuncia de Nisman. Y acompañó los libros de visitas del registro del sistema Penitenciario Federal que daban cuenta de las visitas de Claudio Bonadío al Fino Palacios, que estaba preso por la causa de las escuchas a los familiares de la AMIA, donde también estaba procesado Mauricio Macri.
Luego de esa presentación de Stiuso, la leyenda dice que Bonadío, que desconocía que Stiuso había caído en desgracia, dijo: “Ahora vienen por mi”, convencido de que la presentación de Stiuso estaba motorizada por el kirchnerismo. Ese día tomo la decisión de ordenar el primer allanamiento por la causa Hotesur. Era el 20 de noviembre de 2014.
Es extraño el curioso juego de espejos que se da entre Bonadío y Ercolini, otro juez de Comodoro Py. El que investiga la muerte de Nisman, precisamente. Cuando Bonadío fue apartado de Hotesur, la causa recayó en Ercolini.
Mas recientemente, cuando el fiscal Carlos Stornelli —luego de una pausadísima deliberación consigo mismo— decidió denunciar a Marcelo D’Alessio por haberlo involucrado en la extorsión de Pedro Etchebest, el sorteo de esa causa indicó que era Ercolini quien debía investigarla. Rápidamente Ercolini tomó una decisión insólita. ¡Le pidió al juez de Dolores, Alejo Ramos Padilla que le enviase la causa… sin siquiera haberla certificado!
Desconocemos cómo infirió Ercolini que la causa de Dolores debía ser remitida a Comodoro Py, sin siquiera haberla leído. Tan misterioso como el hecho de que el acusador, Carlos Stornelli, y el acusado, Marcelo D’Alessio, hayan coincidido en ese punto en particular. La causa debía ser remitida a Comodoro Py según ambos. En el caso de Stornelli, me parece comprensible que prefiera que la causa transite por el fuero en el que juega de local. En el caso de D’Alessio me parece tan incomprensible como que un hincha de River Plate prefiera ser juzgado por un tribunal de Boca Juniors, por una falta cometida precisamente en un partido de River-Boca. De momento el pedido de la causa fue rechazado por el juez de Dolores y está en la Cámara de Apelaciones de Mar del Plata.
Si la Cámara de Mar del Plata decide que la causa de D’Alessio debe ir a Comodoro Py, ya no será Ercolini el que la reciba. Esta semana Ercolini decidió que la denuncia de Stornelli debía investigarse junto con la denuncia que hicieron Paula Oliveto y Mariana Zubric, de la Coalición Cívica, respecto a que la causa contra Stornelli era una causa armada por los “presos K”. Denuncia basada en un informe de desgrabaciones de conversaciones interceptadas de los reclusos del penal de Ezeiza. Curiosamente, nadie sabe el origen de dicho informe, porque el juez que ordenó esas escuchas informó que las había destruido, aun cuando también le informó que podía requerir copia de las mismas en la DAJUDECO, que es la dirección de Escuchas que depende de la Corte Suprema. Y nuevamente el juez de la causa por las escuchas de “los presos K” es… Claudio Bonadío. Casualidades sin casualidad alguna.
En Tribunales le decimos a lo que hizo Ercolini de mandarle la causa a Bonadío “sacarse la causa de encima”. Indudablemente, las poco generosas palabras de Elisa Carrió hacia Ercolini deben haber sido parte de la decisión del juez. La pregunta que nos hacemos algunos es: ¿qué irá a hacer Bonadio que no quiso hacer Ercolini con esa causa?
Mientras tanto, cerca del mar también pasan cosas. Ayer la Cámara de Mar de Plata rechazó la recusación de Ramos Padilla que había hecho Carlos Stornelli. Y aun cuando eso parece en lo inmediato bueno para la investigación que hace Ramos Padilla, porque Stornelli, rechazada la recusación, deberá ir a declarar este martes 26 de marzo a Dolores, debo decir que en el mediano plazo no parece tan bueno. Stornelli apelará esa sentencia y deberá decidir la Cámara de Casación Federal que está en Comodoro Py. Y en mi garito de apuestas –no del todo legales— de Comodoro Py, va ganado por mayoría abrumadora la apuesta a que la Casación aceptará la recusación de Ramos Padilla e intentará llevar la causa a Comodoro Py.
Pero en lo inmediato, Stornelli deberá concurrir a brindar su declaración indagatoria ante el juez Ramos Padilla. Es la cuarta convocatoria que recibe Stornelli. Si cualquier ciudadano común fuese citado a una declaración indagatoria y no concurriese, seria conducido a ella por la fuerza pública. En el caso del fiscal Stornelli –y de todos los fiscales— ello no aplica, porque gozan de inmunidades funcionales (art. 120 de la Constitución Nacional) entre ellas la inmunidad de arresto (Ley 24.946, art. 14).
Son tiempos paradojales. Los mismos fiscales que solicitan el desafuero de funcionarios del gobierno anterior para que sean arrestados y sometidos a prisión preventiva porque podrían —a criterio de esos fiscales— obstaculizar la investigación, usan similares fueros para obstaculizar la investigación en serio. Y los ex funcionarios nunca se han amparado en sus fueros para no ir a declarar.
Dicho en otras palabras, el único funcionario que se ha amparado en sus fueros para no declarar es el fiscal Carlos Stornelli. Y eso es absurdo. Podría haber ido a declarar y no decir nada, o presentar un escrito y pedir un café. Hay varias opciones más dignas que ampararse en sus fueros para que la justicia no investigue si Stornelli está o no involucrado en esa red de inteligencia ilegal.
Es justo decirlo con toda claridad, ser llamado a brindar declaración indagatoria no es ser declarado culpable de nada. Es solo ser convocado a brindar explicaciones. También es una oportunidad de defensa, la primera que establece nuestro proceso penal.
Hace unos años Hebe de Bonafini no fue a la indagatoria a la que la había convocado el juez Martínez Di Giorgi. Y el juez ordenó arrestarla. Con poco tino histórico, el juez, dado que pretendió arrestarla un jueves, día signado por ser el día que las Madres dan su histórica ronda en la plaza, en conmemoración de aquella primera ronda que dieron cuando reclamaban por la aparición con vida de sus hijos secuestrados por la dictadura. Hay que señalar que, dada la edad de Hebe, si ella fuese condenada por un delito, sería condenada a cumplir su pena en prisión domiciliaria. Así de absurda era la orden arresto por no haber acudido a su indagatoria. El conflicto se revolvió pacíficamente y Hebe finalmente brindo su declaración.
También una vez tuve la misión horrible de acompañar a un amigo, enfermo terminal de cáncer, a brindar su declaración indagatoria. Acusado de un delito absurdo. No tenía fueros, por cierto, pero fue a declarar en un estado de salud tan deteriorado que perfectamente hubiese justificado solicitar la suspensión de esa declaración. Pero Héctor Timerman —tal era el nombre de mi amigo—, fue de todas maneras. A contar su verdad. A defender su buen nombre. A cumplir con la ley.
Que un fiscal se niegue a cumplir con la obligación legal de brindar su declaración indagatoria dice mucho del poder judicial al que adscribe. Dice muchísimo más de que piensa ese fiscal sobre temas tales como el derecho a defensa y la presunción de inocencia. Porque dice lo que el propio fiscal piensa. Y a qué le teme.
Voy a decir esto con plena conciencia. Quien suscribe esta nota no necesitaba que apareciera un D’Alessio para saber que Carlos Stornelli es un pésimo fiscal. Porque conozco como abogada que Stornelli sistemáticamente vulnera las garantías constitucionales de las personas sometidas a procesos legales. Y eso lo hace un mal fiscal.
Pero eso no lo hace necesariamente culpable de un delito. Si es culpable, deberá demostrarse en un proceso judicial. Mientras tanto es inocente ante la ley.
Se llama presunción de inocencia, Doctor Stornelli. Lamento por Ud. —y por todos aquellos de los cuales fue fiscal— que tenga que aprenderla por el camino espinoso y difícil. Seria infinitamente más fácil para todos que nunca los fiscales y los jueces se hubiesen olvidado de esa garantía.
Un juez que admiré profundamente relató una breve historia que concluía con esta cita que suelo repetir, porque como los cuentos de Borges, también se parece mucho a la perfección. Dice la cita: “¡Oh! Ilustre César —le dijo— si es suficiente con negar, qué ocurrirá con los culpables”. A lo que Juliano respondió: “Y si fuese suficiente con acusar, qué les sobrevendría a los inocentes”. (Ammianus Marcellinus, Rerum Gestarum. L.XVIII, C.l). Tan venerable y remoto legado no puede ser desconocido sino a riesgo de negar la propia dignidad humana y la Constitución Nacional, pues, según reza esta, “ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo” (art. 18). Ello significa que todo habitante debe ser considerado y tratado como inocente de los delitos que se le reprochan, hasta que en un juicio respetuoso del debido proceso se demuestre lo contrario mediante una sentencia firme”.
Es el voto en disidencia de Santiago Petracchi en “Ricardo Francisco Molinas v. Nación Argentina”. Bien puede releerlo Carlos Stornelli, en el viaje a Dolores el próximo martes 26, cuando vaya a declarar y a defenderse… y a cumplir la ley que él mismo impone. Y tal vez repetir para sus adentros, como dice el narrador de La lotería en Babilonia: “He conocido lo que ignoran los griegos: la incertidumbre.”
La lotería de Comodoro Py parece, en ese sentido, mucho menos incierta.
Me queda muy lejos los avatares de tu país, aunque algunos son parecidos a los de aquí. En cuanto a recomprar el libro recuerdo uno que me encantó Juan Salvador Gaviota de Richard Bach, me lo regalaron, lo presté y me lo compré otra vez, pero ya no tenía la dedicación. Un abrazo
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