Napoleón Bonaparte preparó la Batalla de Austerlitz,
donde las fuerzas a su mando derrotaron a la alianza
rusa-austríaca en 1805, planificando cada paso, juntando
fuerzas donde más necesitaba y siguiendo su sistema de ser
más en el momento preciso, cuando contaba con
72.000 hombres y 157 cañones y el frente ruso-austríaco
lo enfrentaba con 85.000 soldados y 308 cañones.
El centro del área era una colina de suave pendiente de unos
once o doce metros de altura, Napoleón dijo a sus mariscales: “Caballeros, examinad cuidadosamente este terreno, será el
campo de batalla; ustedes jugarán un papel decisivo en él”.
Austerlitz sentó las bases para un lustro de dominación
francesa del continente europeo. En tres meses los franceses
habían ocupado Viena, destrozado los dos ejércitos y humillado
al Imperio austríaco y al Imperio ruso.
Salvado el tiempo y la distancia, es similar a lo que se está
planteando el FMI con respecto a nuestro país. Lo dice su
vocera y Directora General, Christine Lagarde: “Estamos
empezando a ver que el programa realmente funciona;
nuestra evaluación es que la Argentina está en un punto en
el que se encuentra saliendo del fondo“. Esto es de todo punto
de vista falso. Saben en el FMI, como sabía Napoleón, que
conviene fingir debilidad en un flanco mientras se prepara
la caballería para cercar a la coalición enemiga.
Lo que menos le interesa al FMI es la recuperación de la
economía argentina. Lo único que le importa es que se
cumplan sus condiciones para asegurar, en el corto plazo,
que no se le dispare el tipo de cambio a su “protegido”
gobierno de Cambiemos y también que sirva para condicionar
al gobierno que viene — esa es su estrategia permanente.
Por trascendidos periodísticos —porque no está en las
recomendaciones en ingles que el FMI le hace en abril de
2019 al gobierno argentino para otorgarle el cuarto tramo
del crédito del FMI por 10.835 millones de dólares—, el
“Fondo” estima que en la AFIP se pierden de recaudar cerca
de 260.000 millones de pesos [1] por las exenciones del IVA.
Por eso propuso informalmente a legisladores de Cambiemos
subir hasta el 14% de la alícuota de ese gravamen
en alimentos como carne, harina, panificados, frutas, verduras, granos y legumbres, que hoy pagan una tasa
del 10,5%. También propone gravar con una tasa del 1 al
3% al agua y la leche, que se encuentran exentos del impuesto
general al consumo doméstico. Paralelamente solicitan al
gobierno de Cambiemos reducir la evasión en el IVA y
auditar a los trabajadores que están anotados como
monotributistas (Régimen Simplificado).
El total de adheridos al monotributo supera levemente
los tres millones de afiliados, en muchos casos no solo han
dejado de pagar el aporte correspondiente, sino que lo más
probable es que no lo vuelvan a hacer por un tiempo a causa
de la profundidad y la extensión de la crisis que el gobierno de Cambiemos ha generado. Lo reconoce el mismo gobierno
cuando afirma que el 35,3% de los trabajadores lo hacen
sin realizar aportes previsionales y sociales (no registrado)
a diciembre de 2018, contabilizando trabajadores con aportes
(en blanco): 12.196.000 personas.
En una economía que se cae a pedazos, que trata de resistir
hasta tener una orientación y que se fortalezca el mercado
interno (y externo), el FMI exige que paguen los trabajadores
y sus familias más IVA cuando consumen alimentos, o aquellos
que son monotributistas verificar si están bien categorizados
o si les corresponde el régimen. En cambio no dicen media
palabra sobre gravar la compra-venta de divisas, la renta
financiera, la fuga de capitales (que el mismo BCRA denomina Formación de activos de residentes argentinos en el exterior y
que estima desde enero de 2016 a febrero de 2019 en
62.540 millones de dólares, suma superior al crédito del
FMI), la propiedad rural y las manifestaciones conspicuas
de riqueza.
Existe evasión en el IVA y en el monotributo, pero seguro
que es muy menor a la evasión y elusión de impuestos a las
ganancias, al patrimonio (nacional y provincial) y al
contrabando de exportaciones e importaciones.
Con todo hay un leve avance en la estrategia del FMI.
Que paguen los que siempre pagan es su leitmotiv, pero esta
vez al menos le pone un límite a la venta de dólares, de manera
tal que el BCRA solo pueda vender si se supera el techo de
la banda de flotación [2] a razón de 60 dólares por jornada
cambiaria. Según afirmó el Ministro de Hacienda,
Nicolás Dujovne, las ventas serían desde abril a noviembre
de 2019 por hasta 9.600 millones de dólares, cifra que el
FMI considera, por ahora, como máxima, para sofocar las
corridas por lo menos hasta las elecciones de octubre,
apalancadas por la liquidación de las exportaciones y por
la renovación de gran parte de los vencimientos de títulos
públicos del año. De no ser así y siempre que se respete
ese límite, por lo menos no van a vender a los “conocidos”
de siempre (aunque el BCRA se niegue a dar el nombre de los compradores amparados por el “secreto bancario”) más
reservas del BCRA que significan más deuda para que el
pueblo argentino pague en las condiciones que impone el FMI [3], mientras una “ignota” minoría se beneficia.
En esa política de “posicionamiento” también juegan los
fondos de inversión que no se fueron del todo o directamente
no se pudieron ir, como lo hicieron el JP Morgan, Merrill Lynch,
HSBC, Deutsche Bank y Morgan Stanley entre otros.
Dado que no vieron el problema y no supieron aprovechar
el momento por estar colocados a más largo plazo, ahora
tratan de negociar con los probables candidatos para recuperar
o no seguir perdiendo con sus colocaciones en títulos públicos
y/o en acciones en pesos. Estas le dejaron muy buena
rentabilidad en los años 2016 y 2017 pero derraparon medidas
en dólares durante el año 2018. Hoy, por ejemplo, las
acciones de las empresas argentinas que cotizan en
Wall Street valen entre un 30 y un 35% menos que en
el año 2015.
La estrategia del empresariado local
Los empresarios están divididos entre los que se beneficiaron
y benefician con la especulación más obscena, que son
esencialmente los operadores o traders, los administradores
y los dueños de cuentas paralelas o no declaradas [4]; y los
que quedaron hundidos por la depreciación cambiaria del
año pasado, o sea las grandes empresas locales que colocaron obligaciones negociables en dólares, confiadas en que
Cambiemos completaría incluso dos gestiones. Pero el
gobierno derrapó en un poco más de dos años y, si sobrevive,
será porque el FMI tiene sumo interés en liberar el tipo de
cambio pero después de las elecciones de 2019.
Con deuda en dólares y con un mercado interno cada vez más
reducido, pende sobre sus cabezas la espada de Damocles
por la liberación cambiaria que significa pérdida de su
patrimonio y la necesidad siempre presente de ceder
mercado o la misma empresa a capitales foráneos.
Ante esa situación tratan de armar y presentar su propia
propuesta política, pero en la extrema debilidad necesitan
sí o sí acordar con Cristina Fernández de Kirchner, dueña
de un importante caudal de votos por la gestión realizada,
que demuestra que era el camino correcto en la Argentina
de comienzos del siglo XXI.
No hay experiencia de países que se hayan desarrollado si no
se produce una alianza fuerte entre el empresariado local
y el Estado. El economista Aldo Ferrer sostenía que no es
posible la construcción del empresario argentino en ausencia
del Estado nacional y el ejercicio efectivo de la soberanía,
para terminar afirmando: “No hay un componente genético
en el empresario argentino cuando privilegia la especulación
sobre la producción. Cada país tiene el empresario que se
merece en virtud de su capacidad de constituir un Estado
nacional dispuesto a impulsar la transformación de la estructura productiva. En nuestro país, la carencia o insuficiencia de estas condiciones fue extremadamente crítica en el período de la
hegemonía neoliberal, durante el cual el sistema económico
creó condiciones hostiles a la producción. Continuar en el
camino de revertir muchas de esas herencias sigue siendo
una tarea pendiente”[5]
El plan y la estrategia
Siempre salvando el tiempo y la distancia, la estrategia del
FMI se asemeja a la de Napoleón: sabe lo que tiene que hacer,
conoce el campo de batalla y despliega sus fuerzas. En cambio
el frente austro-ruso, como pasó en Austerlitz, no sabe cómo
asumir el combate. Lo ideal sería que no se repitiese la
historia del general y conde ruso Federico Guillermo
de Buxhoeveden, que estaba completamente borracho
durante la batalla.
Pero también es cierto que seis años y medio más tarde, en
por 691.500 hombres —el mayor ejército jamás formado
en la historia europea hasta ese momento—, cruzó el
río Niemen y se dirigió a Moscú. El pueblo ruso conducido
por su Comandante en Jefe, Mijaíl Kutúzov, aplicó la
estrategia de tierra arrasada y ataques de guerrilla y esperó
que el crudo invierno ruso diera cuenta del ejército
napoleónico[6].
Eso es historia. El problema actual argentino sigue siendo
quién conduce y para qué.
Veo que tu pais no está pasando por su mejor mmento, nos ocurre lo mismo en España , esto es un desastre que no sé a donde nos llevará.........aunque volviendo a Napoleón los españoles lograron sacarlo de Esapña y liberarla de sus garras.Saludos
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