La llegada a Retiro, con una lluvia pertinaz, ya fria, de esa que se va metiendo en toda la ropa,
como buscando calarte hasta los huesos (decia mi Abuela).
Todos siguiendo al que estaba adelante, solo gente, paraguas, cubrirse con algo parecido a impermeable. Ahi es donde nos vamos dando cuenta que ya hay una multitud.
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