La frase le pertenece al diputado y abogado de presos políticos Rodolfo Ortega Peña, quien fue asesinado el 31 de julio de 1974 por la Triple A, a los 35 años.
Lunes 31 de julio de 2017 | 1:55 PM |
Había nacido el 12 de septiembre de 1935 y se crió en una familia de clase media. Fue un estudiante muy destacado y recibió el título de abogado a los 20 años, pero además contó con estudios avanzados en las carreras de filosofía y ciencias económicas. Su ingreso a la vida política ocurrió tras el Golpe de Estado de 1955 que derrocó a Juan Domingo Perón.
Pese a que había simpatizado con el frondicismo y la Federación Juvenil Comunista, se lo podía definir como un peronista de izquierda. En 1973 asumió como diputado nacional por la provincia de Buenos Aires, integrando la lista del FreJuLi. Juró bajo el lema “la sangre derramada, no será negociada”, en alusión a la Masacre de Trelew del año anterior. En aquella oportunidad, Ortega Peña se había presentado en el penal para conocer la situación de los detenidos pero no pudo evitar su fusilamiento.
Representó legalmente a presos políticos, sindicalistas, obreros y fue el abogado de la Federación Gráfica Bonaerense. También fue un historiador revisionista y codirector de la revista “Militancia”, junto con Eduardo Luis Duhalde. Se convirtió en uno de los principales denunciantes de la actividad parapolicial de la Triple A. Sus amigos le sugerían que bajara su exposición pública y se cuidara, pero el “Pelado” les respondió justo el día previo al crimen: “La muerte no duele”
El 31 de julio de 1974 estaba en su oficina del Congreso de la Nación cuando lo llamó alguien que se presentó como un periodista de El Cronista Comercial y, al comentarle que quería hacerle un reportaje, le preguntó hasta qué hora podía encontrarlo ahí. Como el supuesto periodista no apareció, Ortega Peña se retiró junto con su esposa en un taxi. Al bajarse, se le acercaron tres hombres que viajaban en un Ford Fairlane y comenzaron a dispararles con ametralladoras. La esposa recibió un tiro en la boca, pero él sufrió ocho impactos en la cabeza, uno en la muñeca y otro en el antebrazo, entre otras heridas. Cayó muerto, en medio de 24 cápsulas servidas.
“No ha muerto simplemente el diputado, sino un militante del peronismo revolucionario que tenía una vieja y consecuente lucha al servicio de la clase obrera peronista y del pueblo”, dijo Duhalde en su velatorio. Y agregó: “No nos cabe duda de que son precisamente los enemigos del pueblo por el que luchaba Ortega, quienes lo asesinaron”. Tras esta ceremonia, una caravana formada por obreros gráficos y militantes de la mayoría de las organizaciones de izquierda acompañó su cuerpo hasta el cementerio de la Chacharita, pero fue brutalmente reprimida y la jornada finalizó con un saldo de 380 detenidos.
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