Peronismo: el hecho maldito en la interna con la
socialdemocracia porteña
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“Pasar junto a la realidad con los ojos cerrados es una modalidad intelectual característica de la educación impuesta a los pueblos coloniales por los pueblos dominadores. Un conjunto de palabras de embeleco y de doctrinas aparentemente generosas suplanta a la cruda y siempre revuelta consideración y examen de los hechos de la vida real.
Las doctrinas, las teorías y las bellas palabras sazonadas con el ingenio o el sacrificio de otros revisten a nuestro pensamiento de un oropel fácil de adquirir y del que es duro desprenderse. Por otra parte las ideas y conclusiones que se extraen del estudio directo de la realidad pueden llegar a ser de una simpleza desconsoladora. Con frecuencia, tras un largo rumiar hechos y examinar circunstancias, terminamos redescubriendo el paraguas. No nos desalentemos, sin embargo, por eso. Ese paraguas será un instrumento nuestro, tosco, quizá, pero enteramente adecuado a nuestras necesidades. Por lo menos ese paraguas no encerrará una traición.” – Raúl Scalabrini Ortíz
Este no es un análisis “objetivo”, como ninguno lo es, sino más bien un manifiesto argumentado de por qué las PASO porteñas son el vector democrático de un debate necesario y subyacente: el debate entre el peronismo y la socialdemocracia progresista.
El diario la Nación ya habla de Moreno como “socio incómodo de Filmus”. Pero claro, irremediablemente es el diario La Nación . Sin embargo, vale refrescar las declaraciones del propio Filmus en ese reciente y extenso reportaje, que no tuvo preguntas ni respuestas al azar.
Más abajo, algunos fragmentos:
El Presidente dijo que si gana el oficialismo van a insistir en la expulsión de De Vido. ¿Usted cómo votaría?
-En 2013 fui el único senador que pidió el desafuero de Menem, pero no tuve resultados porque el desafuero lo tiene que pedir la Justicia.
Respecto de Moreno, agrega:
Después de las PASO puede que comparta lista con Guillermo Moreno. ¿Le molesta?
-Nosotros, para tener nuestra propia mirada, no hicimos la lista con Moreno. Competimos con él en las PASO y aspiramos a ganar para tener nuestra propia lista.
-¿Qué mirada tiene de la intervención del Indec?
-He sido crítico, por eso no compartimos la lista.
Ahora bien, en marzo de este año la Justicia en lo Contencioso Administrativo Federal avaló por segunda vez las mediciones de inflación que realizó el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), y al “polémico” secretario con el que el candidato progresista tiene diferencias en torno a esta cuestión.
Se puede afirmar sin miedo a errar que, por lo menos, la displiscencia del discurso socialdemócrata dentro del espacio nacional-popular de CABA y su nivel de sumisión mediática para con temas centrales como el INDEC (con fallo favorable de la justicia), debe convocar a los peronistas de todos los rincones porteños a discutir desde su propia identidad, sin disfraz, sin agachadas discursivas, los valores profundos que interpelan (o debieran interpelar) al conjunto de los que nos declaramos militantes por la causa del pueblo.
El argumento moderno-realpolitik del tipo “hay que dejar de hablar de Clarín porque nos resta”, nos condena a tener una acotada comprensión táctica del proceso electoral que licua nuestra identidad política y nos pone en una góndola de supermercado, como “una oferta más” que pasó el control de calidad mediático-judicial y “está en condiciones” de participar del demoliberalismo que encubre el saqueo. A su vez, adoptar esta postura impregnada de un realismo más mediático que político nos sigue mostrando sordos ante la prédica del Papa, y ciegos ante la avanzada del poder concentrado continental.
Lamentablemtente, hoy la política argentina vive sumida en la idea de que “ser honesto” significa ser un dirigente o candidato que nunca enfrentó al poder real. Este tamiz lo aporta el termómetro de honestismo vía poder mediático-judicial. El vector que traduce el grado de moralidad es manipulado por los mismos que los “modernos” aconsejan no seguir señalando.
Está todo muy licuado. Es parte del liberalismo posmoderno. Por eso, todo aquel que se aferre a conceptos definidos, concretos, que hable desde una DOCTRINA PROPIA Y NUESTROAMERICANA , con conceptos claros, es alguien “duro”, en el sentido de peligroso o anticuado, como gráficamente le señalara el periodista deportivo y moderador de opinión Alejandro Fantino a Guillermo Moreno, cuando este último hablaba de oligarquía: “¡¡Guillermo atrasás!!”.
Es que el negocio de la oligarquía es que todo permanezca licuado, y que la idea de silencio sobre cuestiones “que atrasan” se logre imponer en todos los actores políticos que -por acción u omisión- contribuyen a la teatralización mediatizada de la política. En ese teatro a ciegas, el ciudadano/trabajador/votante no sabe quién le aumenta los precios, quien es el responsable de la seguridad, del desempleo, etc. En ese berenjenal de confusión, todo es tan complejo para nuestra fauna de cráneos que nadie lo entiende pero todos lo problematizan. Sobre esta última fatalidad cultural se erijen los programas de “debate”, de los que hablaremos, quizás, en otro escrito.
En ese torrente de sobreinformación compulsiva y desjerarquizada ingresa la discusión política, ya no para orientar el sentido, sino para resquebrajarse en ese convite mediático donde la persona política es evaluada por sus características personales y no por su actuación política.
Si la política oficia solo de ingrediente pseudo-polemista, se desjerarquiza y se transforma en teatralización vacía y pose mediática, y la representatividad propia de la dimensión política corre el riesgo de ser transplantada, desde la política hacia los medios, y de los medios a quien los controla.
Entonces, ¿qué sucede cuando alguien irrumpe en la escena y llega para disputar sentido con un lenguaje claro, sin muchas esdrújulas, y con profunda solidez argumental? Cuando llega alguien que empieza a develar la confusión planificada con conceptos simples la oligarquía se asusta y por ósmosis cultural la misma oligarquía se encarga de asustar hasta al verdulero de tu barrio, y así ad eternum, hasta obturar cualquier reflexión sobre los problemas centrales que enfrentamos como pueblo.
El debate en las PASO de la Capital Federal es (en esta instancia) con esa socialdemocracia, dentro de un frente común con otras fuerzas con el suficiente volúmen para construir una resistencia mancomunada a la consolidación del proyecto de miseria planificada del macrismo. En este sentido es que para tener voz propia y participar de una táctica frentista, es fundamental que los peronistas votemos peronismo, para discutir sin disfrazarnos de lo que no somos, como quizás se hace en otros espacios.
Humildemente, muchos entendemos que la tarea es predicar orgullosamente desde la propia identidad, sin sectarismos, pero sabiendo que es impostergable dar el debate al interior de nuestro espacio a través del legado doctrinario para volver a poner la discusión política nacional en un terreno de claridad para nuestros compatriotas. Esto es: clarificar y dotar de perspectiva a nuestro pueblo sobre el histórico dilema de hierro de nuestra nación que presenta dos modelos de país reales –como lo entendió el peronismo de todas las épocas, también el de Néstor y Cristina– no entre 4 o 5 ficticios.
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