Acaba de recuperar la libertad y dice que pese a la inhabilitación
para ejercer cargos seguirá en la política donde sea. La cárcel,
la economía la corrupción y las elecciones, ejes del diálogo
con Tiempo. Aqui Completo y mejor
Es la tarde del jueves y el paisaje de Barracas muestra la quietud y el
vacío de un espacio urbano en el que la siesta del barrio tradicional se
codea con los nuevos condominios de oficinas ‘inteligentes’ desplazadas
del centro. En ese entorno sin demasiado movimiento, a metros de la
autopista a Avellaneda, aparece Amado Boudou caminando. Vestido con
una campera deportiva de Argentina pero sin marcas a la vista, el ex
vicepresidente transita las calles de su lugar de residencia a la búsqueda
de un escenario para mantener la entrevista.
Boudou acaba de recuperar la libertad por segunda vez –el Tribunal Oral
Federal N° 4 le concedió la excarcelación el martes 11 de diciembre-
por lo que el ideólogo del pase al Estado de la administración de los fondos
de las AFJP circula nuevamente por las calles que rodean a su última residencia.
En la panadería más cercana compra bizcochitos de grasa y pregunta por
las ventas del comercio. En apenas dos cuadras lo reconocen cuatro o cinco
personas: una mujer joven le pide una selfie y dice que se la mostrará a
su pareja; un hombre cuarentón que lleva las marcas de vivir con lo puesto
y sin techo lo abraza y le dice que lo emociona verlo ahí. Otro individuo,
más contenido, comenta a cierta distancia que está contento con la
liberación. Una pareja lo ve salir de la panadería: lo dejan pasar con cortesía,
en silencio. Boudou agradece y saluda. La caminata por esa parte de Barracas
concluye sin encontrar un bar abierto. El anfitrión decide improvisar y llama
por celular a su pareja, la mexicana Mónica García De la Fuente, ex diputada
y madre de los mellizos León y Simón. El reportaje se concreta, finalmente,
en un departamento de ventanas grandes, nutrida biblioteca, repisas con discos
de vinilo y un televisor de pantalla amplia frente a un sofá.
El diálogo comienza con alguna reticencia comprensible: la pareja busca
preservar la intimidad de los mellizos, quienes -por supuesto- quedan a salvo
de las fotos. El ex vicepresidente dialoga durante una hora y quince minutos
sobre su situación personal, sobre la economía argentina, sobre el gobierno
macrista y las elecciones del año próximo. Boudou, como se sabe, fue
condenado a cinco años y diez meses de prisión por el ‘caso Ciccone’, como
se llama en Tribunales y en los medios a la operatoria que buscaba rescatar
esa empresa, impresora de billetes.
-Una de las implicancias de la sentencia por el caso Ciccone es la
inhabilitación de por vida para ejercer cargos públicos.
¿Cómo procesa eso?
-Para mí tiene dos lecturas. Por un lado, la institucionalidad: una pena
de por vida… Porque en la Argentina no hay penas de por vida. En el
mejor de los casos (la inhabilitación) tendría que tener alguna relación
con la condena penal (los 5 años y 10 meses de prisión). Es inconstitucional
esa situación. Pero, más allá de esa inhabilitación, se puede hacer política
desde cualquier lado. Uno de los problemas de la política hoy es que hay
muchos que buscan cargos sin tratar de representar ideas. Así que esta
pregunta habilita una respuesta que es más amplia que lo que me pueda
pasar a mí en términos personales: en la política argentina tenemos un sistema
que mira encuestas para ver qué dice: en vez de decirle a la sociedad lo
que piensa que está mal y lo que piensa que hay que cambiar. Yo voy a
seguir haciendo política desde adentro de la cárcel, desde la calle, desde
cualquier trabajo que ocupe, desde cualquier profesión que ocupe. Lo otro
tiene que ver, simplemente, con ocupar un cargo o un lugar. El neoliberalismo
consigue lo más importante que pretende conseguir: que es limitar el campo
de lo político y obturar la discusión conceptual o la cuestión más profunda
de lo que pasa en la sociedad todos los días.
- ¿En qué lo cambió la cárcel?
-Sin duda una revalorización de lo colectivo. Porque uno comparte todo
su día con personas a las que uno quizá conocía o no pero con las que no
tenía un trato de 24 horas por día.
-24 horas por 7 días…
-Exactamente. Todos los días. Y saber que al día siguiente iba a ser igual.
Si uno lo puede procesar es una experiencia muy valiosa. Es una vuelta de
tuerca adicional sobre la experiencia de vivir la igualdad. Porque es una
igualdad profunda, de compartir todo. Y en ese compartir, tratar de que nos
mejorara la vida a todos: poner lo del grupo por encima de lo de cada uno.
Porque tiene que haber un sistema en el que no haya peleas, no haya
discusiones: o que las discusiones estén acotadas a discutir y no se
conviertan en otra cosa. Y, la verdad, aprendés a conocerte y a conocer
en una profundidad adicional al grupo de personas con las que convivís.
Y uno le puede sacar una cosa positiva: de entender los puntos de vista de otro.
Desde el pan hasta limpiar. Y lo otro es lo de las familias de todos: lo que
significa el aporte de tu mujer, mis hijos son chiquititos, pero que pudieran
estar ahí y compartir un rato. Y también con las familias de los demás
detenidos. Se genera una cosa muy colectiva, muy linda, si es que existe algo
lindo en ese contexto.
-Hablemos de economía.
¿Qué efectos implica para una eventual renegociación de la deuda
en el futuro cercano el pago que se realizó a los fondos buitres al
inicio del gobierno de Macri?
-Que se haya cancelado más de lo que correspondía a los tenedores de deuda
recalcitrantes le hace un gran daño a la Argentina. Lo que hizo Macri es
un daño a la soberanía de los países a largo plazo. Macri hizo dos cosas
gravísimas. La primera es lo que se hizo con los bonistas, porque además
eran bonistas de tercera o cuarta generación: porque a esos títulos los habían
comprado a centavos. No eran inversores de la Argentina. El otro punto es
lo que están haciendo hoy: que es pasar la deuda que Argentina tiene con
acreedores privados a una deuda institucional con el FMI. El préstamo
del FMI es solamente para pagarle a los acreedores: no va a redundar en
mejores salarios, ni en puentes. Es para garantizar el repago de la deuda
externa. Ahora, ¿qué es lo que provoca esto? Que lo que vos podías discutir
con mayor fortaleza con un acreedor privado vas a tener menos chance de
discutirlo –al menos en esos términos- con un club del que sos socio, como
es el Fondo Monetario. Si a eso se le suma que el gobierno no habla nada
de economía –sólo habla de finanzas- y lo que hace en finanzas es un
desastre… Eso explica la catástrofe, Macri consiguió algo que es casi
imposible. Que es que los salarios no les alcanzan a los trabajadores pero
tampoco los pueden pagar los empresarios. Las dos puntas del proceso
productivo están destruidas por el gobierno de Macri.
-¿Cambiemos puede reelegir a pesar del diagnóstico
lapidario de la economía?
-No hay chance de que reelijan. No hay chances. No se puede tapar
el sol con las manos, como dicen ellos. Acá hay algo muy importante,
de cara a las elecciones.A la Argentina no le debe pasar lo mismo que le
pasó a Europa. Que es que quienes se suponía que tenían que representar
al campo nacional y popular de sus países terminaron teniendo el mismo
programa económico de los banqueros que tenían los partidos de derecha.
El laborismo inglés, el PSOE en España, el Partido Socialista en Francia,
muchas fuerzas que se suponía que representaban a los que más lo
necesitaban, empezaron a aplicar los mismos programas –o muy parecidos-
que hubiera aplicado la derecha. Esto dejó a la sociedad con esa sensación
de que no había alternativa. Y esa frase “no hay alternativa” se convirtió
así en una profecía autocumplida. Entonces, la sociedad cada vez reclamó
menos y hoy está en un atolladero, que le cuesta cada vez más resolver, y
que tiene algunas expresiones novedosas…
-Como el movimiento de los “chalecos amarillos” en Francia.
-Exactamente. En Argentina estamos al borde de que pase lo mismo.
Si las fuerzas que encarnan a la oposición no tienen un sentido verdaderamente
opositor. Hoy aparecen las palabras “moderado” y “racional” como palabras
con valor, con un valor social. La verdad es que a lo que se llama
“moderado” y “racional” es al programa de la derecha. Entonces, cuando
uno se corre un poco de ese programa termina siendo un marginal, un
antisistema. Si es “racional” y “moderado” que el 1% de la población
se quede con el 50% del ingreso y el resto con nada, yo creo que no hay
que ser ni “moderado” ni “racional”. Pero hay un problema semántico muy
fuerte sobre el que creo que muchos dirigentes políticos, por falta de
profundidad, o por viveza criolla o por lo que fuere, no están dispuestos
a discutir. En esta elección es clave dar esa discusión a sociedad.
Porque sólo va a poder triunfar un opositor nítido. Si eso no sucede,
si la oposición no tiene esa nitidez, sí puede haber una chance de que gane
el original de la derecha versus a lo que sería una copia.
-¿Habló con Cristina recientemente?
-Cristina es la dirigente más importante de la Argentina. En la Argentina
hay dos dirigentes que representan cosas: Cristina y Macri. El resto,
cuando hay tanto vaivén, es que no representan cosas. Esto es importante
para pensar la elección del año que viene. Nadie está en condiciones de decir
lo que tiene o lo que debe hacer un líder de esa envergadura. Ella está
evaluando, y viendo la situación. Con toda su capacidad, con su historia,
con su amor y con más información que todos nosotros. Tengo mucha
confianza en que las decisiones que ella tome van a ser las más sabias.
-¿Cómo marcaría la diferencia con el macrismo?
-Yo creo que nuestro planteo no tiene que ser economicista.
La economía son herramientas pero lo importante es la vida de los
argentinos y las argentinas. En esto, por ejemplo, los servicios públicos
son una de las claves.
-¿Es sustentable estatizarlos, como propuso recientemente
en la Plaza de Mayo?
-Sí, es sustentable. Entendiendo que también el sector privado tiene un rol
muy importante en la Argentina. Pero tiene que ser un rol que no quiera
marcarle el sentido político a un gobierno. El rol del sector privado es buscar
su ganancia en el marco de un sistema legal y jurídico que proteja lo más
posible a trabajadores y sectores vulnerables.
-En la propuesta económica del kirchnerismo se escuchaba una
definición sobre “los vectores de competitividad” y uno de ellos era
“la energía barata”.
-Claro. El problema de las tarifas es gravísimo. Las familias no pueden
pagar las tarifas. Ahora, también le están quitando competitividad a las
empresas argentinas. También están quitando la posibilidad de desarrollar
la industria nacional. Hay formas de hacerlo distinto: que puede ser
desde una estatización, que puede tener un perfil parecido al de YPF,
donde hay parte de capital privado funcionando pero quien lleva el sentido
–o debe llevarlo- es el gobierno, hasta una estatización llana, en la que esté
funcionando directamente para el conjunto de los argentinos. Lo que es
importante es que (la energía y las tarifas de los servicios públicos) son una
variable estratégica para el desarrollo de un país.
-Álvaro García Linera dice que la corrupción que existió en los
gobiernos nacional-populares o de izquierda le dio a la derecha del
continente un elemento de erosión reforzado por la manipulación y el
ataque desde los medios. ¿Qué opina de todo este debate?
-Álvaro es un gran amigo. Hemos discutido muchas veces de estos temas.
Pero yo en esto tengo una visión. Mi caso particular, que es el que mejor
conozco: yo no me robé nada, no me quedé con nada. Y estuve preso.
Y nosotros tenemos que tomar el discurso de la corrupción y ponerlo arriba
de la mesa con toda claridad. La familia Macri desde Yaciretá viene robando.
Hay que animarse a decir las cosas como son. Sin comprarse discursos
prefabricados. Si no fuera dramático sería una comedia, que Mauricio Macri
hable de corrupción. El hombre de Yaciretá, el hombre de las cloacas de
Morón, el hombre de Sevel y las importaciones truchas, el hombre del
Correo Argentino. Hay que animarse a decir las cosas como son. Y me parece
que en esto nosotros tenemos que decirlo muy fuerte. Porque mire cómo
termina: lo llaman a indagatoria, lo ponen al padre (Franco Macri), que
tiene 88 años, y el hermano de Macri dice al juez “ah, yo no sé nada, pregúntenle
a mi papá”. Viven de lo que hizo el padre –no sé si lo hizo por derecha o por
izquierda, en este análisis no me importa-. Y le vienen a decir al país quién
es corrupto y quién no. Es insostenible. Toda la población sabe quién es
Mauricio Macri. Y después de todo eso dicen que Cristina Fernández de
Kirchner es jefa de una asociación ilícita. Un disparate total.
-Usted representa una excepcionalidad dentro de los presos políticos
kirchneristas, y es que estuvo preso, salió en libertad, volvió a estar preso
y volvió a salir. Y ahora lo pueden volver a detener porque la UIF pidió
que vuelva a la cárcel.
-Yo creo que la persecución es feroz. Me parece que cuando miremos la historia
no va a haber en los doscientos y pico de años de historia argentina un gobierno
que haya influido tanto en el Poder Judicial como el gobierno de Macri.
El ministro de Justicia (Germán Garavano) dijo “tienen que cambiar la resolución
que lo sacó a Boudou, o arreglar esa situación”… Es un apriete permanente
sobre el sistema de Justicia. Y con una cobertura muy importante como para
que estas cosas no se noten. Pero hasta los editorialistas hablan de esto en
los medios dominantes.
-De lo que le hicieron a usted, empezando por la foto en pijama,
¿qué fue lo que más le molestó?
-Yo, bronca, no puedo tener. Y enojo no puedo tener. Yo entiendo el rol que tuve.
Yo entiendo que son situaciones que uno no las tiene que mirar desde lo personal.
Lo de la foto en pijama, y sí, yo duermo en pijama. Y estaba descalzo porque
yo no duermo ni con zapatillas ni con mocasines. Pero, qué se yo: ese intento
tan burdo por tratar de dañarte o de jorobarte me parece que a la larga va a ser
valorado distinto. Y creo que no hay que enojarse, sino que hay que trabajar
sobre la realidad para cambiarla.
-Si se produjera el regreso de un gobierno de carácter nacional y popular
¿cómo debería ser?.
-Yo creo que va a haber un gobierno nacional y popular. Creo que va a ser pronto.
En diciembre del año que viene. Y creo que ese gobierno no se va a enfocar
en las cuestiones revanchistas sino que se va a enfocar en la firmeza del sentido.
Por lo menos eso es lo que yo sueño. Sobre la unidad nacional: lo importante
es si hay un proyecto de patria o no. Y si ese proyecto de patria incluye a los
que te votan y a los que no te votan. Eso me parece valioso. Yo no creo que uno
tiene que hacer un gobierno de unidad nacional bajando banderas. O que tiene
que hacer un gobierno de unidad nacional haciendo concesiones a los poderosos
de siempre. Uno tiene que hacer un gobierno de sentido patriótico que entiende
e incluye a todos los sectores sociales.
Pero no puede resignar el sentido ni un día.
-¿Se puede innovar políticamente sin resignar identidad?
¿Cómo se pueden incorporar cosas nuevas a lo que políticamente
es el kirchnerismo? Porque las identidades no son estancas ni estáticas.
-El kirchnerismo tiene vida y, entonces, tiene que entender lo que va
sucediendo con la sociedad todos los días y ver cómo la interpela y es
interpelado por esa sociedad. Hay fenómenos muy importantes como el
del feminismo. El que no lo esté mirando en profundidad se está equivocando
en observar hacia dónde va el mundo. Porque el feminismo va a lograr que
haya mayor igualdad en la vida de cada una de las sociedades en las que pueda
avanzar con su programa y con su múltiples demandas. Y hay otras
innovaciones que habría que estudiar, sobre todo aquellas que tienen un
costado humano profundo. Por ejemplo: yo creo que los domingos en la
Argentina los grandes espacios comerciales no tendrían que funcionar porque
el domingo debe ser de las personas. De cada uno. De su familia.
-Hay gente que va a pasear al supermercado los domingos.
Eso está incorporado.
-Bueno, pero eso es una cuestión del consumismo que logró imponer
ese paseo.
-El kirchnerismo, como proyecto político, democratizó el consumo
pero alentó el consumismo también.
-Por eso. Esa es una cosa que el consumismo, el capitalismo, el neoliberalismo,
lograron que ir al supermercado con la familia el domingo se vea como un
paseo. Porque lo que está sucediendo es que este sistema, que te va comiendo
el salario, que cada vez es menos en relación con la productividad y la
distribución del ingreso es cada vez peor, te obliga a que tu vida sea tu trabajo.
Cuando tenés la suerte de tenerlo. Hasta hace 40 o 50 años, la vida no era el
trabajo. El trabajo era una forma de ganarse la vida. Es buenísimo disfrutar el
trabajo pero muchos no lo disfrutan. Entonces, si uno tiene un trabajo y gana
bien y gana lo suficiente, y después puede desarrollar su vida, me parece
mucho mejor a que tu vida sea exclusivamente tu trabajo. Y que entre tu
trabajo y el tiempo dedicado al transporte se te vaya el día.
-¿Qué proyecto tiene para adelante?
-Criar a mis hijos. Seguir estudiando. «
No hay comentarios:
Publicar un comentario