lunes, 20 de noviembre de 2017

EN HOMENAJE A 44 COMPATRIOTAS, EN EL DIA DE LA SOBERANIA

del blog de abel, para todos...

noviembre 20, 2017
ARA San Juan1
Militares son aquellos que, desde el principio de la historia, tienen la misión de defender a su comunidad, combatiendo contra otras. Como todas las cosas humanas, en su registro hay corrupción, horrores y heroísmo. Pero la causa más frecuente, y más poderosa, de la corrupción de su tarea es cuando la comunidad no tiene conciencia de que lo es. Cuando está dividida contra sí misma por razas, clases u odios.
Los 44 tripulantes del ARA San Juan muestran lo más noble de esa profesión. No están combatiendo: su tarea es desarrollar las capacidades argentinas para conocer, y en su caso defender, su territorio en el mar. Algo subí al blog sobre las capacidades que nos faltan en búsqueda y rescate, y algunos comentarios que autoricé, y otro que borré, me dejaron un mal gusto en la boca. Metían sus pequeños odios políticos en este tema.
Por eso ahora quiero repetir, en homenaje a esos 44 submarinistas, algo que conté en el blog hace justo cinco años. Y donde también figuran marinos.
La historia es de una bandera de guerra del Regimiento Patricios que ahora está en el Museo de Historia Nacional. Había sido tomada por los ingleses en ese combate de la Vuelta de Obligado, cuando desembarcaron y destruyeron las baterías – lo que quedaba de ellas.
Pero casi cuarenta años después, el 26 de octubre de 1883, se presentó al consulado argentino en Londres el almirante Bartholomew James Sulivan, K.C.B., de la Armada Real. El había sido en 1845 comandante del navío de guerra Philomel, que participó de esa batalla. No fue la única acción que había visto, claro; estuvo en la Guerra de Crimea, entre otras. Igual, algo había quedado en su memoria.
Traía al consulado esa bandera, y esta carta:
En la batalla de Obligado en el Paraná el 20 de octubre de 1845 un oficial que mandaba la batería principal causó la admiración de los oficiales ingleses que estábamos más cerca de él, por la manera con que animaba a sus hombres y los mantenía al pie de los cañones durante un fuerte fuego cruzado bajo el cual esa batería estaba expuesta.
Por más de 6 horas expuso su cuerpo entero. Por prisioneros heridos supimos después que era el coronel Ramón Rodríguez del Regimiento de Patricios de Buenos Aires. Cuando los artilleros fueron muertos, hizo maniobrar los cañones con los soldados de infantería y él mismo ponía la puntería. Cuando el combate estuvo terminado habían perdido 500 hombres entre muertos y heridos de los 800 que él comandaba.
Cuando nuestras fuerzas desembarcaron a la tarde y tomaron la batería, con los restos de su fuerza se puso a retaguardia, bajo el fuego cruzado de todos los buques que estaban detrás de la batería, defendiéndola con armas blancas. La bandera de la batería fue arriada por uno de los hombres de mi mando y me fue dada por el oficial inglés de mayor rango. Al ser arriada cayó sobre algunos cuerpos de los caídos y fue manchada con su sangre.
Quiero restituir al Coronel Ramón Rodríguez si vive, o sino al Regimiento de Patricios de Buenos Aires si aún existe, la bandera bajo la cual y en noble defensa de su Patria cayeran tantos de los que en aquella época lo componían. Si el Coronel Rodríguez ha muerto y si el Regimiento de Patricios no existe, yo pediría que cualquiera de los miembros sobrevivientes de su familia que la acepten en recuerdo suyo y de las muy bravas conductas de él, de sus oficiales y de sus soldados en Obligado. Los que luchamos contra él y habíamos presenciado su abnegación y bravura tuvimos grande y sincero placer al saber que había salido ileso hasta el fin de la acción”.
Sir Bartholomew se equivocó en algo. Después de todo, desde un barco en medio del río y a los cañonazos, es difícil precisar detalles. El que comandó la batería principal (Manuelita) por todas esas horas hasta quemar el último cartucho, desobedeciendo la orden de retirarse, fue el teniente coronel Juan Bautista Thorne, al que le quedó el apodo del “sordo de Obligado”. El coronel Ramón Rodríguez era el jefe de los Patricios que cubrían a los artilleros, y cuando los ingleses desembarcaron y no quedaban municiones, mandó cargar con las bayonetas.
Pero lo importante, el gringo lo tenía claro. Y los nuestros, también

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