lunes, 12 de febrero de 2018

LA EDUCACION -- Kierkegaard Buenos Aires

 ¿Por qué nos preocupa siempre?

 ¿por qué más que nunca hoy?


por Corina Setton

¿Por qué siempre?

La educación es un proceso de desarrollo personal, de construcción de
 identidades y de formación de sujetos para la participación ciudadana.
 En este sentido, implica un campo de socialización y, por ende, de 
construcción de lazos y de pensamiento colectivo.

Específicamente la escuela, como primera institución educativa formal, es
 el lugar de encuentro con otros. Nos posibilita abrir la mirada sesgada de una
 particularidad familiar a la posibilidad del intercambio con una diversidad
 imprevisible, por fuera del capricho de los padres o de su lógica singular, 
hacia una racionalidad social, supuestamente más elaborada.

El Estado entonces es el encargado y responsable de organizar el sistema 
educativo, en base a los saberes de profesionales e investigadores de este 
ámbito, en función de ciertos objetivos planteados para la comunidad toda.

Pero, ¿qué pasa hoy?

Asistimos en este último año a un intento de reforma educativa que, al igual 
que las otras reformas (laboral, previsional y de salud mental), se intenta imponer
 sin la participación de los principales actores de dicho ámbito.

En este caso, tanto el cierre de profesorados, de programas de educación no
 formal, los recortes de presupuestos en ciencia y cultura, los cambios
proyectados para el año en curso, como la llamada “escuela del futuro”,
 indican una importante pauperización de la educación en su conjunto.

Un capítulo aparte merece el tratamiento de los docentes por parte del
gobierno actual. Empezando por la eliminación de las paritarias y continuando
 por la estigmatización de los docentes vía medios de comunicación y
cadenas nacionales, tildándolos de “vagos” (que no quieren  trabajar,
 que se toman licencias permanentemente, que hacen paros, teniendo tres meses
 de vacaciones, que carecen de capacitación), y un sinnúmero de 
desvalorizaciones irreales por el estilo, se  intenta mediante estas
 representaciones socavar su autoridad dentro y fuera del aula, sea para 
que opinen sobre la estructura  curricular y los objetivos respecto de los
 alumnos, como así  también para realizar reclamos en base a sus propios
 derechos y los de los estudiantes.

No es de extrañar entonces, que se postule como innecesaria su presencia
 en el quinto año, o que puedan  ser reemplazados por facilitadores, orientadores
 o, por qué no, una máquina bien formateada.
Ahora bien, ¿alguno de estos hacedores del “cambio” pisó alguna vez un aula 
de un quinto año? ¿Se codeó con las problemáticas de esta etapa, llámense
 “vocacionales”, de “identidad sexual” o de “consumo abusivo de sustancias”, etc.?
 ¿O creerán que una plataforma virtual tendrá la suficiente formación para abordar
 dichas temáticas?

En la Kierkegaard Buenos Aires estamos convencidos de que no, de que 
los docentes son fundamentales en este proceso y cualquier reforma
 seria está obligada a escucharlos.

Pero, lamentablemente, percibimos que lo que importa a nuestros
 gobernantes/empresarios no es realmente el ámbito educativo, sino el laboral,
 la producción de mano de obra barata de docentes, estudiantes y futuros
 trabajadores y, en todo caso, una “educación para la adaptación”. Por eso, 
tampoco es de extrañar que no se mencione en ningún lugar de esta reforma 
 la educación superior, el conocimiento como igualador social o 
el pensamiento crítico. 

Pero, afortunadamente, los estudiantes en primer lugar, los docentes con sus
 asambleas y paros, en segundo término y diferentes espacios, como
Kierkegaard  Buenos Aires, seguiremos repensando y resistiendo estas 
“nuevas viejas políticas públicas”.


Ilustración: Carmen Cuervo

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