sábado, 9 de septiembre de 2017

DE PIE...!!! PINTITA. IGUAL TE LO VA A CONTAR TU PAPA...

Fernando Gago / #Madurez #Lesiones #Familia #Sueños #Autoexigencia
“Estuve dos meses pensando que me retiraba del fútbol”
El volante de Boca reflexiona sobre su pasado reciente y cuenta que pensó en abandonar todo tras su última lesión, que nunca volvió a ver la final del mundo y que se reprocha no haber disfrutado lo suficiente de su carrera.
Imagen: Carlos Sarraf
El estadio de básquet de Boca está casi en penumbras y, en un rinconcito
perdido de la platea, Fernando Gago, a los 31 años, habla con la tranquilidad
 de saberse íntimo, sin la lupa de observadores ajenos, oportunistas de
 selfie o periodistas de ocasión. En la hora de charla a solas con Enganche,
 lo único que miente es su rostro baby face por el que parece no haber
 envejecido, pero que en realidad oculta a un hombre maduro, al que
algunas experiencias de la cancha y de la vida lo marcaron a fuego.
 Este exquisito volante parece haber vivido diez años en tan sólo un par
de meses, desde septiembre del 2015 a abril del 2016, cuando se rompió
el tendón de Aquiles dos veces, ambas frente a River. Fernando juntó los
 pedazos de alma que dejó regados en cada una de las lesiones y, aún a
 punto de largar todo, se reconstruyó en base a su exigencia. A continuación,
la crónica de un inconformista que aprendió a disfrutar. Su sinceridad,
claro, es todo un placer.
-¿Cómo es redescubrirte como jugador después de dos lesiones graves
 y de todo lo que te paso?
-Es difícil, porque todo ese proceso de la lesión me fue cambiando y me fui
dando cuenta de muchas cosas. Cosas que eran menores y se volvieron
 importantes y detalles mínimos, que antes no los miraba porque estaba
un poco cegado por la profesión, y tal vez hoy sí los veo. También me
 encuentro mejor en la madurez, porque ya tengo más de 30 años y porque
 fui aprendiendo a vivir. Fui padre. Crecí. Y todo te va ordenando. Siempre
 digo que el jugador tiene que acomodarse afuera para dar lo mejor adentro
 Alguien desordenado no puede ofrecer lo mejor de sí mismo.
-Además, es un camino largo el llegar a ser futbolista...
-Seguro. Es que la gente no se da cuenta de todo lo que se hace antes de
llegar a Primera. Yo arranqué a los 4 años en el baby y después tuve años
 de viajes y viajes en colectivo, de una hora, una hora y media, dos horas...
 Y no lo hacía, tal vez como se piensa hoy, por un negocio, en el que las
 familias quieren que el pibe tenga un contrato a los 6 años. El error del
 fútbol es pensar antes en el negocio que en el propio fútbol, que encima a
la larga se vuelve un buen negocio igual. Y, más allá de llegar, el tema
siempre es mantenerse, porque hay un montón de futbolistas que tienen
 un par de partidos buenos y después no saben aprovechar eso.
 Hoy miro hacia mi infancia y veo los valores que recibí y los pongo en
 el lugar correcto. El cómo llegás es tan importante como lograrlo.
-Marcelo Bielsa dice que el fútbol se parece cada día menos al 
aficionado y cada vez más al negocio...
-Y no solamente el fútbol, también la sociedad. Vivimos en un país
complicado y muy futbolero. A veces parece que si un equipo no gana es
 la muerte y creo que eso debería cambiar. Son situaciones que están
 instaladas y que nos quitan disfrute. Obviamente que para todos es un
 trabajo, pero a veces hay que tratar de que no valga todo lo mismo.
 Pasa con los más chicos, a los que ni un padre, ni una madre, ni nadie
 debiera ponerles la presión de ganar un partido, ni decirles nada si no lo
 consiguen. Eso es lo que más bronca me da, porque hacen que los chicos
pierdan el deseo de soñar con jugar a la pelota.
Los terminan complicando.

prensa CABJ


-¿Existe el “se juega como se vive”?
-Sí, porque si vos tenés una vida ordenada, eso te ayuda mucho a la
hora de entrar a la cancha. Todo repercute, más sabiendo el grado de
 exposición que tiene un futbolista hoy en día.
-¿Viste muchos cracks que se quedaron en el camino por no
 tener una vida ordenada?
-Montones. Vi muchos. En inferiores y también en Primera. Jugadores
 profesionales que uno imaginaba que iban a tener otro desarrollo, pero
 que, al final, terminan impulsando una carrera con ráfagas de seis meses
 o un par de partidos buenos.
-¿Cuánto te distrae todo lo que rodea al fútbol?
-Es que el fútbol te pone en el lugar de ser el sostén de tu familia a los
 20 años y no es fácil. Es un poco injusto y, aunque el sueño de la gran
 mayoría de los jugadores sea ayudar a la mamá y al papá, es complicado
 que un pibe de 20 años que recién empieza esté ganando más que el
 padre o que la madre. Son situaciones muy difíciles de
 manejar para la cabeza.
-¿En qué momento te sentiste realizado como futbolista?
-Obviamente que el debut fue importante, porque lo vieron mi mamá y
mi papá y fue un sueño cumplido. Pero el momento con el que más
me quedo, por toda una situación que me tocó vivir, fue haber salido
 campeón en el primer campeonato con Boca. Tengo el recuerdo de
 la última foto con mi papá (falleció en el 2006) en ese momento.
 Es algo que me va a quedar para siempre.
-Esos son los lugares en los que el fútbol se convierte en mucho
más que un juego...
-Seguro. Yo tuve la suerte de que mi viejo no me presionó para que
 fuera futbolista. Es más, cuando se me ocurrió que quería dejar el
colegio para seguir con el fútbol, mi viejo me dijo que no. Ahí me marcó
 el camino sobre a dónde tenía que ir. Uno a los 14 años no sabe nada y
quiere tomar esas decisiones. Hoy me veo a la distancia y estoy convencido
de que el estudio es más importante que jugar al fútbol. Son valores que te
quedan para siempre y por eso pude disfrutar de mi camino hacia la Primera.
 Después fui consiguiendo algunas cosas que quería, como comprarle
 la primera casa a mis viejos sin siquiera yo tener auto.
 Le doy mucho valor a todo aquello.
-¿Y si hoy viene tu hijo y te dice que quiere dejar el
 colegio por el fútbol?
-Tiene que estudiar. Sí o sí. No hay negociación posible. Que sea lo
que quiera, pero que estudie. Si quiere ser jugador de fútbol o si se le da
por jugar al tenis, porque la ve a la madre, fenómeno, pero la escuela
 no se negocia. Tengo un estilo de vida y una manera de pensar
que quiero transmitirle a mis hijos.
-¿Ser padre te cambió mucho?
-Sí, muchísimo. Empecé a darle más valor al mínimo detalle.
 Por ahí antes perdía un partido y no quería hablar con nadie. Hoy, viene
el nene y, aunque haya perdido, me dice “hola, papi” y cambia todo,
 se termina ahí. Me agarró en una edad buena y fue ahí que entendí
 el significado de muchas cosas, como una sonrisa, un saludo o un gesto.
Ser padre me hizo muy bien.
-¿Sufriste mucho con la última lesión?
-Fue terrible. Mi peor momento como profesional.
-¿A qué nivel?
-A nivel de dejar todo.
-¿Estaba la decisión tomada?
-No, tomada definitivamente no, porque lo hubiera dejado al instante,
pero estuvo pensada. Muy pensada. Estuve dos meses pensando que
 me retiraba del fútbol. En mi interior, diría, en algún momento estaba
 tomada la decisión.
-¿Por qué tema pasaba esa decisión?
-Era difícil encarar otra vez una recuperación, volver a entrenarme,
 a rehabilitarme, a estar pendiente 24 horas del tendón. El hielo, el gimnasio,
 todo. La verdad es que me agarró a los 30 años, con carrera por delante,
 pero con otra realidad. Pensaba en volver a caminar y en el día de
mañana poder jugar a la pelota con mi hijo o poder andar en bicicleta
 con él. Son muchas cosas que pasaron por mi cabeza en ese momento
y que me hicieron pensar en dejar el fútbol.
-¿Lloraste por la lesión?
-Sí, mucho. Lloré mucho por esos días. Venía bien, me sentía bien, estaba
pleno y me pasa lo que me pasa. Es un golpe para la cabeza que te
mueve todo.
-El gran nivel desde tu vuelta, ¿está relacionado con que sufriste
 demasiado para poder regresar a la cancha?
-Nunca lo pensé así. Creo que cuando me enfoqué en volver, siempre
 tuve en mente el darle un ejemplo a mis hijos. Eso y un intento por
superarme. Me decía a mí mismo que algo así no me podía sacar de
la cancha. Quería volver a jugar un partido. Uno, eh, porque tal vez
 pisaba el pasto y no me sentía cómodo y a otra cosa. Volví preparado
 para dar un paso al costado si no estaba a la altura, porque soy así
 de autoexigente desde los 18 años. Es más, en los primeros partidos
 que jugué en la Reserva no me sentí del todo bien. Me faltaba ritmo
 y tenía miedo. Hoy miro las imágenes y me doy cuenta que no estaba
 suelto. Pero pude imponerme y para mí fue como cerrar el círculo
de mi capítulo más negativo. Fue fuerte, pero así saqué adelante lo
 que me había pasado.
-¿El calvario de la lesión agrandó tu disfrute actual?
-Sí. En cada cosa. Todo el día. Me cambió muchísimo. Me cambió en los
 partidos, en los entrenamientos y en el día a día. Obviamente que sigo
con la obsesión de ganar, que la tengo desde que arranqué en esto,
 pero hoy disfruto más. Mucho más.
-¿Una lesión así, con todo lo que contás, te hace pensar más en el 
día a día o todavía te permitís el largo plazo?
-No, para adelante no veo nada. Siempre miré para adelante, porque
es lógico en la carrera de un futbolista. Pero ahora dejé de hacerlo.
No miro más para adelante. No pienso en el año que viene ni en lo
que vendrá. Trato de vivir el día a día, de disfrutar cada minuto, cada partido.
-¿Cómo manejás el tema de la exposición?
-Es una de las cosas que se me critica. Soy muy reservado, muy tímido.
Trato de hacer lo que siento, aunque a veces quede mal. Si salgo con mi
hijo, salgo con mi hijo. Obviamente que es entendible que la gente te
pida una foto y está bien, pero la prioridad la tiene mi familia. Me ha pasado
de sentirme incómodo en muchas situaciones, porque no sé cómo
reaccionar. No me gusta la exposición. Es normal en mi trabajo,
 pero no va con mi forma de ser.
-Lisandro López contaba hace poco que le resultaba difícil lidiar
 con la gente que le decía “te amo”, porque no se explicaba cómo 
alguien podía amar al tipo que hace un gol y que eso no le parecía lógico...
-Es que a mí me va a resultar raro siempre, porque tal vez uno está
comiendo con la familia o resolviendo algo importante o simplemente
te agarra en un mal día y tenés que estar con una sonrisa igual para que
 no digan que sos antipático. Y no creo que toda la gente ande con una
sonrisa todo el día. Entiendo que estamos expuestos y trato de lidiar con
 eso, pero trato de evitar todo lo que trae la exposición. No soy de hacer
 amigos nuevos. Tengo a los de toda la vida y no los cambio por nada.



-¿Ser jugador te obliga a tener un personaje armado para responder
 o para la vida pública?
-Yo lo evito completamente. Soy así y si te gusta bien y si no te gusta,
 a otra cosa. Entiendo este mundo y entiendo el juego, pero hay cosas
que no me gustan y me manejo igual para lo bueno o para lo malo.
-¿Qué te emociona del fútbol todavía?
-A mí me gusta el juego, jugar al fútbol, jugar a la pelota. Eso lo sigo
 viviendo como lo más lindo de todo. Si hice un partido bueno, me encanta
ver qué hice para que ese partido sea bueno.
-¿Volvés a mirar tus partidos?
-Sí, dos veces, por lo menos. Miro el personal y también el grupal. Hay
veces que no me puedo dormir después de los partidos y ya lo veo ahí.
Si esa noche estoy cansado, lo hago al otro día, que en general
 lo tenemos libre.
-¿Hay algún partido que no hayas vuelto a ver?
-Sí, la final del mundo con la selección.
-¿Nunca la vas a volver a ver?
-Jamás. Fue un momento que sufrimos muchísimo. La gente y los jugadores.
Ver ese vestuario ese día, como estaba, es algo que me va a quedar en la
 cabeza para siempre. Estuvimos ahí de hacer historia. Muy cerca.
Hay que darle valor a haber llegado a esa final, también. Pero la bronca
va a quedar siempre. Es una espina clavada.
-Viste ese vestuario y conocés a los muchachos. ¿Qué te pasa cuando 
ves a alguien decir que no les importa, que les da lo mismo?
-Del fútbol se vive demasiado, pero se sabe poco. No tienen ni idea lo
 que sentimos al perder un partido importante. No tengas duda que los que
más sufren son los jugadores.
-¿Cómo te llevás con el grado de maldad de algunas críticas en
 el periodismo de hoy?
-No me llevo, porque no miro nada. Nada. La que sufre es mi mamá,
 que escucha todo y le duele.
-¿Qué pensás que vas a hacer después de que dejes de ser
 jugador profesional?
-Jugar con amigos, no creo. No creo que el tendón me deje jugar al baby y
 mis amigos juegan ahí, al fútbol de salón. Me van a mandar al arco (se ríe).
 Voy a seguir ligado al fútbol. Me gusta el lugar de entrenador, pero me
 llama la atención mucho el lugar de mánager. Creo que hay que
 profesionalizar esas áreas del deporte. Me voy a tomar el tiempo para
aprender y ahí veré. No puedo pensar que por el lugar que ocupo ya estoy
capacitado para una posición así.
-¿Te va a costar?
-No, yo lo tengo claro hace muchos años que esto se termina. El celular
no va a sonar más y van a estar los mismos de siempre. Hace un año lo
venía pensando, como te dije antes. Lo único, para ver qué haré,
me tendré que formar, sí o sí.
-¿Y hacés algo hoy por eso?
-Sí. Me encanta leer a diferentes entrenadores, ver entrenamientos y ver
 partidos. Pero no solamente en el fútbol. Me encanta ver la planificación
de las empresas, por ejemplo. Si un amigo tiene una empresa, le pido que
 me deje aprender de eso, que me cuente cómo la maneja. Son cosas que
me hacen crecer. Tal vez termine comiendo asado en mi casa, eh, pero creo
que toda formación es necesaria.
-Se te ve maduro. ¿Qué le diría el Fernando Gago de hoy a aquel de 
18 años que debutaba en la Primera de Boca?
-¿Por qué no disfrutaste? Eso le diría. ¿Por qué no disfrutaste de las
simples cosas?
-¿No disfrutaste?
-No. Sin dudas. Me pasó constantemente. Tendría que haber disfrutado
más de todo esto.
-¿Fue autoexigencia?
-Demasiada. Debí haber disfrutado más de los lugares en los que estuve.
Hoy lo hago. 

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