Demoro mis observaciones sobre el reportaje a Bein, para pasar un aviso en el blog de Abel: Ayer, lunes 5 de octubre, un conjunto de doce países – liderado por EE.UU., secundado por Japón – firmaron el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés). Las otras diez naciones son Australia, Brunei, Canadá, Chile, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. Todos tienen, claro, costas sobre el Pacífico, y entre ellas suman un 40 % de la economía global.
Supongo que los medios de mayor circulación le darán bastante espacio, pero la campaña electoral les exige tanto… Por las dudas, subo una breve información. Porque definir los lineamientos de la política económica a seguir el próximo año es la decisión fundamental de Argentina en lo inmediato. Pero… el mundo exterior existe, y en algo nos condiciona.
Así que – aún que a este convenio le falta bastante para ser una realidad efectiva y no está entre los miembros un cliente y proveedor nuestro del Pacífico, China (en realidad, puede decirse que la clave del tratado es la ausencia de China) – aún así, digo, creo que debemos estar enterados. Por eso les resumo – y corrijo, porque sospecho que es una mala traducción del inglés – una nota de El País, bastante informativa. No es necesario aclarar, considerando la fuente, que no tiene un sesgo hostil a ese tratado, pero menciona algunas de las críticas.
Después, subo un comentario mío. Muy corto, por ahora.
“¿Qué significa el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP)?
Establece un marco de libre comercio entre esos doce países. Todos ellos acordaron un nuevo marco arancelario que afecta a varias industrias, como la farmacéutica, la automovilística y la textil, y establece algunas de las normas laborales y regulaciones medioambientales más ambiciosas hasta el momento.
Se trata del acuerdo regional más amplio de la historia y une bajo un mismo mercado al 40% de la economía de bienes mundial. El TPP representa el pacto más importante desde 1993, cuando EE UU, Canadá y México firmaron el Tratado Norteamericano de Libre Comercio (NAFTA). Brunei, Chile, Nueva Zelanda y Singapur empezaron a negociar a comienzos de este siglo y en 2008 se unió EE UU. El presidente Obama lo convirtió en una prioridad de su mandato con el objetivo de proteger los intereses estadounidenses en la región y ha logrado sumar a un total de 11 naciones.
A pesar que todas las líneas del acuerdo afectan a intercambios comerciales y de información, también tiene importantes consecuencias políticas a escala internacional. EE UU ha perseguido este tratado con el objetivo de frenar el poder de China en la región. Obama aseguró este lunes que cuando el 95% de los posibles consumidores de los productos de EE UU, viven en el extranjero, “no tiene sentido que China escriba las reglas comerciales”. El TPP abre las puertas de nuevos mercados a los productos ‘Made in América’ y las economías locales deberán competir con bienes importados.
El TPP y la industria farmacéutica
Tras más de cinco años de negociaciones secretas, el TPP ayuda a reducir impuestos en hasta 18.000 productos de EE UU en las economías de la región, por lo que a los fabricantes estadounidenses les será más fácil competir en el extranjero. Además de los aranceles comerciales, Washington ha impuesto un nuevo plazo en la exclusividad de las fórmulas empleadas para crear medicamentos para tratar enfermedades como el cáncer. Los detractores del acuerdo aseguran que si se amplían los plazos de exclusividad, que impiden que otras casas farmacéuticas investiguen con la misma información para crear medicamentos genéricos, subirán los costos y dejarán los tratamientos fuera del alcance de los ciudadanos en las naciones más pobres.
El TPP y la industria automovilística
Este sector es tan importante para el TPP que EE UU y Japón sellaron su propio acuerdo bilateral antes de incorporar a otras naciones como Canadá y México. Los tres países han acordado los requisitos mínimos para que un vehículo fabricado dentro de la región del tratado pueda salir al mercado libre de impuestos. El NAFTA establecía que los vehículos fabricados en México, EE UU y Canadá deben tener al menos un 62% de sus piezas manufacturadas a nivel local, lo que facilitó el impulso de la economía mexicana, por ejemplo. El nuevo marco, sin embargo, da más facilidades a Japón para comprar algunas de las piezas en mercados asiáticos y venderlos después en EE UU. Los detractores del marco aseguran que esto puede poner en peligro miles de puestos de trabajo en México.
El TPP e Internet
La Casa Blanca asegura que el acuerdo promueve la innovación, obliga a eliminar leyes de censura y contribuirá al crecimiento de los nuevos mercados gracias a reglas que facilitan el comercio a través de la Red. El sector es, además, una de las principales promesas de crecimiento para EE UU. Otros países también alimentan expectativas en esa área: Vietnam aspira a ser un centro regional de la Red) Washington alega que el TPP protegerá la libre circulación de datos en Internet y el acceso a la información digital sin barreras y de bajo coste. El acuerdo elimina la obligación, por ejemplo, de que una persona o empresa deba alojar sus datos como condición para entrar en el mercado de otro país.
El TPP y los sindicatos
A pesar que Washington afirma que el TPP obliga a establecer los “más altos estándares laborales” a las naciones implicadas, los principales sindicatos han criticado tanto el secretismo de las negociaciones como lo que consideran concesiones problemáticas que solo beneficiarán a las grandes corporaciones. El pacto abarca desde el derecho de los trabajadores a crear un sindicato hasta requerimientos de seguridad, salario mínimo, límite de horas trabajadas o protecciones contra la discriminación“.
Mi comentario: El TPP, por ahora, es más una jugada política que económica. Obama tendrá que esforzarse para hacerlo aprobar por el Congreso norteamericano, en un año electoral (Sí, ellos también tienen internas feroces). Y las negociaciones sobre aranceles tienden a ser muylargas.
Entre nosotros, los voceros habituales del “libre comercio” – encabezados por Andrés Oppenheimer – batirán el parche explicando – nuevamente – lo maravilloso que es el TPP. Pero nadie nos ha invitado a esa asociación, ni a nuestros principales clientes, Brasil y China.
Tampoco están allí otros clientes potenciales: países muy poblados (con costas en el Pacífico o cercanas) que tienen algún tipo de proyecto industrial propio: India, Corea del Sur, Indonesia,… Eso sí, creo que sería un error meternos en una discusión ideológica sobre el TPP – no que nadie va a pedir la opinión argentina. Estimo que lo más conveniente en este tema es una actitud sciolista: decir banalidades diplomáticas, sonreírles a todos, y ver que oportunidades hay para promover nuestros intereses. China, supongo, estará interesada en fomentar reglas de juego más abiertas, y es posible que sea más tolerante con los proyectos industriales de sus proveedores. Como nosotros.
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