APU. Paco Urondo
Ayer, un joven murió de un balazo en la cabeza cuando se hallaba dentro de un patrullero. Se trata de un joven de 25 años, quien supuestamente habría cometido una entradera en la ciudad de La Plata y fue capturado. El arma que le dio muerte es un calibre 22 como las que utiliza la policía.
Por Esteban Rodríguez Alzueta*
Sabemos de memoria en qué consistirá la versión policial, porque suele ser un repertorio de rigor a través del cual los policías se cubren amparados por el código de silencio que les garantiza impunidad y continuar recreando las condiciones para reproducir la brutalidad policial. Dicen algunos periodistas que dice la policía que el “malviviente” le habría arrebatado el arma a un efectivo que lo custodiaba y posteriormente se suicidó.
La entradera ocurrió cerca de las 8 de la mañana y el joven murió cerca de las 10.30 en el Policlínico San Martín después de haber llegado pasadas las 9 hs. Al hospital. Si tenemos en cuenta que el joven es capturado rápidamente por un operativo cerrojo que se dispone tras un llamado de un vecino, es de suponer que el joven estuvo más de media hora arriba del patrullero perteneciente al Comando de Prevención Comunitario de la Bonaerense. La pregunta que se impone es la siguiente: ¿Por qué el sospechoso no fue trasladado rápidamente a la Comisaría más cercana?
Una de las rutinas institucionales que forman parte de la violencia policialque venimos denunciando desde la Campaña Nacional Contra la Violencia Institucional es lo que conocemos como el “paseo”. Después de que una persona es demorada para ser trasladada a la Comisaría, los policías suelen “pasearlo” por la ciudad. En vez de trasladarla a la seccional de manera directa y por el camino más cercano como ordena la reglamentación, empiezan a deambular por la ciudad. En ese trayecto en zigzag los policías empiezan a interrogar al sospechoso, a golpearlo. Es lo que le pasó a Dárian Barzabal, un joven que fue aprendido después de un intento de robo. La policía de la seccional de Los Hornos de la ciudad de La Plata, comenzó a golpearlo para preguntarle quién era la otra persona que estaba “pateando” con él y había logrado escapar. En el juicio contra los policías que patrocinó el Colectivo de Investigación y Acción Jurídica (CIAJ) y la Asociación Miguel Bru, se pudo constatar a través del sistema AVL de rastreo vehicular que el patrullero había estado dando vueltas por la ciudad hasta que en un momento el móvil se detiene de golpe y luego se dirige de manera veloz y directa hacia la comisaría. Fue en ese momento, cuando el patrullero se detuvo, donde le pegaron el tiro a Dárian. Cuando la historia se repite nos informa que no estamos ante una casualidad sino ante otra regularidad.
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