Resumen Latinoamericano/ 10 de Julio 2015.- Yo tenía trece años cuando mi padre Robi Santucho, murió en combate. Con mis dos hermanas, estábamos asiladas en la embajada de Cuba cuando nos enteramos, y a fines de 1976, salimos del país hacia Cuba. Estuvimos en la embajada de Cuba durante un año porque el gobierno militar no nos daba el permiso de salida hasta que, presionados por la ONU y el papa Pablo VI, (que recibió a mi abuela paterna en Italia, ya que mis abuelos denunciaban los secuestros y asesinatos de la dictadura en nuestro país) Videla y sus secuaces nos tuvieron que dar un salvoconducto para viajar, puesto que no teníamos documentos legales. Tres autos nos escoltaron hasta el aeropuerto donde periodistas nos sacaron varias fotos…
En 1983 mi tía Blanca volvió al país; fue la primera exiliada de la familia Santucho en volver. Yo volví de visita en 1989, pero nosotras queríamos volver a vivir en nuestro país pero no teníamos apoyo económico para instalarnos, ni casa, ni trabajo, ni nada, por lo que teníamos que volver con alguna profesión. Mientras tanto venía de visita al país, cada cuatro años.
Comencé a interesarme en la lucha de mi padre y del PRT ERP que él creó y dirigió y también en relación a la lamentable caída de la dirección, el 19 de julio de 1976.Ya había escuchado sobre la sospecha de Montoneros y tuve un encuentro con Roberto Perdía, ya que Firmenich se fue de la Argentina, durante el gobierno de Carlos Menem, que instaló la Teoría de los dos demonios y la desmemoria de los 30 mil asesinados. Perdía seguía en el país militando y en contacto con sus compañeros, me recibió y me dio una fotocopia de la revista Evita Montonera donde le habían hecho un homenaje a mi padre. Años después, cuando ya me había instalado en el país, lo entrevisté por ser el segundo dirigente montonero. Ya había leído Dossier Secreto de Martin Andersen, un periodista yanqui que obtuvo la información para su libro de un agente de inteligencia de la embajada estadounidense, quien daba cuenta de la teoría de que Firmenich habría dado información para la caída de mi padre en 1976. La CIA conjuntamente con los militares argentinos, buscaban dividir las fuerzas revolucionarias y desprestigiarlas, acusando al jefe montonero Firmenich de haber delatado y traicionado al máximo dirigente del PRT-ERP, Mario Roberto Santucho, tal como hicieron con Fidel Castro y el Che, cuando difamaron a Fidel al señalar que mandó al Che a morir en Bolivia.
Es una sospecha infundada la de una supuesta traición de Montoneros. Habían pasado unos quince años cuando esta teoría volvió a aparecer en el libro de María Seoane, Todo o nada. Al enterarse, Perdía trató de acordarse de ese día: el enlace de la dirección montonera que se contactaría con el PRT para la reunión con Firmenich, había desaparecido en julio de 1976. Los montoneros estaban escapando de los golpes de la dictadura impuesta desde el 24 de marzo, y ese 19 de julio, Perdía recordó que ellos no pudieron avisar de esa caída que podía “envenenar” la cita. Perdía trató de recordar la cita que tuvo en su casa en junio del 76 con mi padre, donde ya se perfilaba la creación de una organización que reunía a las organizaciones revolucionarias que luchaban contra los militares golpistas y que se sacrificaban viviendo en la clandestinidad, perseguidos por asesinos torturadores. Recordó que también estaba el Gringo Menna y Benito Urteaga, y que Robi le comunicó que viajaría en julio y que antes debía firmar una autorización para que nosotras, sus tres hijas, pudiéramos viajar a Cuba ya que llevábamos meses asiladas en la embajada de Cuba. Ese día Robi y Perdía decidieron organizar una nueva reunión con Firmenich para impulsar el acuerdo de la Organización para la Liberacion Argentina, que finalmente no se pudo concretar.
Habían pasado 39 años, Perdía no recordaba bien a su enlace y con tantas caídas en su propia organización, trató de averiguar el nombre legal de este compañero, encargado del contacto con el PRT-ERP. El mecanismo usual era que los enlaces de las dos organizaciones se encontraban y para las citas de ambas dirigencias, ellos eran los que confirmaban las fechas. Durante una reciente investigación con un organismo de derechos humanos que lleva las fechas de desaparición o secuestro de cada militante, se supo que el enlace montonero fue secuestrado el 21 de julio de 1976, es decir dos día después de la caída en combate de Santucho. Así, la sospecha sobre la organización hermana, queda descartada.
Contesto el hecho de que se hable de Perdía, cuando su actitud fue siempre de reivindicación de nuestros caídos. Respeto mucho la lucha de los montoneros y compañeros que dieron sus vidas, y a la primera dirigencia, de Fernando Abal Medina, que murió combatiendo en 1970, al que mi padre le escribió un homenaje que publiqué en mi libro Mario Roberto Santucho. Mi padre, el revolucionario místico”. Los compañeros de Montoneros están afligidos con la nota de Sudestada de marzo de 2015, y por eso escribo esta réplica. Pienso como Perdía; no podemos permitir que difamen y deformen la historia y las relaciones entre dos organizaciones que enfrentaron al golpe militar más nefasto de América Latina.
En 1983 mi tía Blanca volvió al país; fue la primera exiliada de la familia Santucho en volver. Yo volví de visita en 1989, pero nosotras queríamos volver a vivir en nuestro país pero no teníamos apoyo económico para instalarnos, ni casa, ni trabajo, ni nada, por lo que teníamos que volver con alguna profesión. Mientras tanto venía de visita al país, cada cuatro años.
Comencé a interesarme en la lucha de mi padre y del PRT ERP que él creó y dirigió y también en relación a la lamentable caída de la dirección, el 19 de julio de 1976.Ya había escuchado sobre la sospecha de Montoneros y tuve un encuentro con Roberto Perdía, ya que Firmenich se fue de la Argentina, durante el gobierno de Carlos Menem, que instaló la Teoría de los dos demonios y la desmemoria de los 30 mil asesinados. Perdía seguía en el país militando y en contacto con sus compañeros, me recibió y me dio una fotocopia de la revista Evita Montonera donde le habían hecho un homenaje a mi padre. Años después, cuando ya me había instalado en el país, lo entrevisté por ser el segundo dirigente montonero. Ya había leído Dossier Secreto de Martin Andersen, un periodista yanqui que obtuvo la información para su libro de un agente de inteligencia de la embajada estadounidense, quien daba cuenta de la teoría de que Firmenich habría dado información para la caída de mi padre en 1976. La CIA conjuntamente con los militares argentinos, buscaban dividir las fuerzas revolucionarias y desprestigiarlas, acusando al jefe montonero Firmenich de haber delatado y traicionado al máximo dirigente del PRT-ERP, Mario Roberto Santucho, tal como hicieron con Fidel Castro y el Che, cuando difamaron a Fidel al señalar que mandó al Che a morir en Bolivia.
Es una sospecha infundada la de una supuesta traición de Montoneros. Habían pasado unos quince años cuando esta teoría volvió a aparecer en el libro de María Seoane, Todo o nada. Al enterarse, Perdía trató de acordarse de ese día: el enlace de la dirección montonera que se contactaría con el PRT para la reunión con Firmenich, había desaparecido en julio de 1976. Los montoneros estaban escapando de los golpes de la dictadura impuesta desde el 24 de marzo, y ese 19 de julio, Perdía recordó que ellos no pudieron avisar de esa caída que podía “envenenar” la cita. Perdía trató de recordar la cita que tuvo en su casa en junio del 76 con mi padre, donde ya se perfilaba la creación de una organización que reunía a las organizaciones revolucionarias que luchaban contra los militares golpistas y que se sacrificaban viviendo en la clandestinidad, perseguidos por asesinos torturadores. Recordó que también estaba el Gringo Menna y Benito Urteaga, y que Robi le comunicó que viajaría en julio y que antes debía firmar una autorización para que nosotras, sus tres hijas, pudiéramos viajar a Cuba ya que llevábamos meses asiladas en la embajada de Cuba. Ese día Robi y Perdía decidieron organizar una nueva reunión con Firmenich para impulsar el acuerdo de la Organización para la Liberacion Argentina, que finalmente no se pudo concretar.
Habían pasado 39 años, Perdía no recordaba bien a su enlace y con tantas caídas en su propia organización, trató de averiguar el nombre legal de este compañero, encargado del contacto con el PRT-ERP. El mecanismo usual era que los enlaces de las dos organizaciones se encontraban y para las citas de ambas dirigencias, ellos eran los que confirmaban las fechas. Durante una reciente investigación con un organismo de derechos humanos que lleva las fechas de desaparición o secuestro de cada militante, se supo que el enlace montonero fue secuestrado el 21 de julio de 1976, es decir dos día después de la caída en combate de Santucho. Así, la sospecha sobre la organización hermana, queda descartada.
Contesto el hecho de que se hable de Perdía, cuando su actitud fue siempre de reivindicación de nuestros caídos. Respeto mucho la lucha de los montoneros y compañeros que dieron sus vidas, y a la primera dirigencia, de Fernando Abal Medina, que murió combatiendo en 1970, al que mi padre le escribió un homenaje que publiqué en mi libro Mario Roberto Santucho. Mi padre, el revolucionario místico”. Los compañeros de Montoneros están afligidos con la nota de Sudestada de marzo de 2015, y por eso escribo esta réplica. Pienso como Perdía; no podemos permitir que difamen y deformen la historia y las relaciones entre dos organizaciones que enfrentaron al golpe militar más nefasto de América Latina.
2. La pista del nebulizador
Sabemos que la reunión de la OLA estaba pautada para días antes del fatídico 19 de julio de 1976, y que a pedido de Montoneros fue pospuesta para el 19 en la tarde. Esa misma noche Robi viajaría con destino a Roma, y luego seguiría a Cuba. El viaje fue decidido por el comité central y el buró político del PRT para resguardar la vida del comandante ante el salvaje golpe militar que comenzó a secuestrar de sus puestos de trabajo a dirigentes sindicales obreros, curas tercermundistas que trabajaban en las villas, abogados defensores de presos políticos y todos los simpatizantes que estaban en la legalidad. Por eso se decidió preservar al Comandante y el Partido decidió que momentáneamente Santucho saliera del país y quedara en contacto permanente con Urteaga, quien dirigiría al PRT-ERP. La salida fue postergada hasta el 19 de julio porque Robi quería asistir a la reunión por la OLA con Firmenich, reunión que no se concretó. Fernando Gertel, el enlace del PRT comunicó esa mañana a la compañera de Robi, Liliana Delfino, que él estuvo en la cita a la hora indicada, pero que no vino nadie.
Horas más tarde, los militares llegaron al departamento del Gringo Menna, donde se encontraban el primero y segundo dirigente de la organización guevarista. Horas antes fueron secuestrados separadamente Menna y su compañeram Ana Lanzilloto, embarazada. El Gringo Menna llevaba un recibo con la dirección de su departamento, se supone que Leonetti siguió esa pista. Leonetti era un oficial que añoraba un buen cargo y que llegó a Capitán después de su muerte, cuando fue condecorado por asesinar al “enemigo público número uno”, Mario Roberto Santucho.
Durante mis investigaciones, leyendo testimonios, encontré el de Frida Rochocz que reconoció a Leonetti después que la secuestró… Frida estaba en su casa con su hermano, cuando hombres fuertemente armados irrumpieron en su casa. Uno de los milicos le gritaba furioso: “¿Vos sos la Alemana?”, y le pegaba para que hablara… Días después de secuestrada Frida fue liberada porque se dieron cuenta que no eran militantes y que no sabían nada. Cuando Frida trataba de calmarse de los días infernales que había pasado, el 19 de julio de 1976 compró el diario y se enteró de la muerte de Santucho. La cuestión es que Frida, al ver la foto de Leonetti como uno de los muertos, reconoció al militar violento que la confundía con la Alemana, el apodo de la compañera de Santucho, Liliana Delfino. Es la prueba que Leonetti ya buscaba a Santucho. Desde la caída de la quinta de Moreno Leonetti estaba tras los pasos de Robi, lo buscaba como una obsesión, a tal punto que cuando consiguieron la dirección de Villa Martelli, habló con Pascual Guerrieri, su jefe que le dijo por radio:“Vos espérame que ya vamos, porque a Santucho, lo queremos vivo”. Esto me lo dijeron testigos del juicio por lesa humanidad a Guerrieri, en Rosario en 2010.
Leonetti no le hizo caso a Guerrieri, quería la recompensa para él solo y sobre todo los laureles, le pareció que con cuatro ametralladoristas sería suficiente para reducir a los dos jefes guerrilleros que sabía estaban ahí con mujeres. El Gringo ya había sido secuestrado en una cita envenenada y llevado a Campo de Mayo, también había caído Gertel a eso de las 13 horas en un café. El portero del departamento de Villa Martelli nos contó que le apuntaron y amenazaron con un arma, para que subiera con ellos y tocara el timbre. El portero hizo caso. Cuando desde adentro preguntaron quién era, tuvo que responder que era el portero. La puerta se abrió, entraron los militares armados y el portero bajó apurado por el ascensor. Una terrible balacera estalló… Según Ibañez, Leonetti, trató de reducirlos, los palpó de armas justo antes de que Robi le doblara el brazo y le arrebatara la pistola, lo que generó los disparos de dos militares, ya que los otros dos quedaron en la puerta del departamento. Minutos más tarde bajaron los cuatro militares con el cuerpo de Leonetti, y también se llevaron a Liliana Delfino. El portero me contó que se la veía muy nerviosa y asustada… hoy figura como desaparecida y además se dice que estaba embarazada, según testigos que la vieron en Campo de Mayo. Hasta ahora nadie de los que compararon su sangre con el banco de Abuelas de Plaza de Mayo, coincidió con la sangre de nuestra familia, pero esperamos que aquellos que tengan sospechas y ronden los 40 años, hagan el test para comparar los datos y resolver las centenas de casos que aún son buscados por familiares de desaparecidos.
Eugenio Méndez, periodista de ultra derecha, con información del ejército y de la SIDE, escribió sobre la muerte en combate de Santucho y nombra el apodo de uno de los ametralladoristas que acompañaban a Leonetti esa tarde: “Avispa loca”, al que entrevistó personalmente, pero cuando fue citado al juicio por la causa que llevamos adelante las hijas, se defendió con su derecho de “confidencialidad profesional”, negándose a informar el nombre del entrevistado. Su relato se asemeja al de Ibañez, quien en ese momento era cabo en Campo de Mayo. Desde mediados de los noventa, Ibañez se contacta con la familia Santucho para darle información sobre la llegada del cuerpo de Robi a Campo de Mayo… cuando yo vine de viaje al país, me contacté con Ibañez y me contó que vio en dicha guarnición militar a Menna y a Liliana Delfino con vida durante un tiempo. La segunda vez que vi a Ibañez fui con el hijo de Menna. Luego volví con el hermano de Urteaga y con mi abogado para pedirle a Ibañez su testimonio para la causa judicial para condenar a los responsables y para pedir los restos de Mario Roberto Santucho, exhibidos por sus enemigos como trofeo de guerra, y también como objeto de rituales nazis…
Esta causa judicial en el juzgado de San Martin sigue pero de un modo demasiado lento, lleva casi dos décadas y decenas de folios con citaciones, testimonios, etc. Aún no pasó al juicio oral de los acusados y hasta ahora nadie fue condenado por el asesinato de Mario Roberto Santucho y de Benito Urteaga el 19 de julio de 1976… ¿hasta cuándo tendremos que esperar? A pesar de que el gobierno actual tenga disposición en avanzar con los juicios de lesa humanidad, la Justicia en nuestro país es corrupta y persisten jueces de la dictadura, por eso la causa caratulada “Mario Roberto Santucho” no avanza pese a que mi hermana y yo se lo pedimos a la jueza personalmente en 2011. Sólo el Equipo Argentino de Antropología Forense logró entrar a Campo de Mayo en el marco de esta causa, para proceder a excavar en “el Campito”, lugar donde se sabe que enterraron detenidos-secuestrados, hoy desaparecidos.
A modo de conclusión, la investigación no debe retardarse más en culpar a compañeros militantes del PRT-ERP o de otras organizaciones guerrilleras, sino en interrogar a los militares; ellos saben exactamente como fue todo y aunque Leonetti murió, están los cuatro que lo acompañaron. En el marco del juicio fueron interrogados Videla, Bussi, Menéndez y otros militares pero ninguno de estos principales fascistas aportó dato alguno. Otros militares como Valin y Tepedino; coronel y general respectivamente, hoy están muertos. El general Martínez era el máximo de inteligencia y murió hace más de un año en prisión domiciliaria, pero vive el coronel Arias Duval, coordinador de la central de reunión del Batallón 601. Su secretario, Juan Omar Boye con su colega Jorge Oscar Baca están hoy presos en Marcos Paz. Habría que preguntarle también a Jorge Contreras, contacto del 601 con la embajada de Estados Unidos, que habló en varios programas de televisión y radio.(…)
Sabemos que la reunión de la OLA estaba pautada para días antes del fatídico 19 de julio de 1976, y que a pedido de Montoneros fue pospuesta para el 19 en la tarde. Esa misma noche Robi viajaría con destino a Roma, y luego seguiría a Cuba. El viaje fue decidido por el comité central y el buró político del PRT para resguardar la vida del comandante ante el salvaje golpe militar que comenzó a secuestrar de sus puestos de trabajo a dirigentes sindicales obreros, curas tercermundistas que trabajaban en las villas, abogados defensores de presos políticos y todos los simpatizantes que estaban en la legalidad. Por eso se decidió preservar al Comandante y el Partido decidió que momentáneamente Santucho saliera del país y quedara en contacto permanente con Urteaga, quien dirigiría al PRT-ERP. La salida fue postergada hasta el 19 de julio porque Robi quería asistir a la reunión por la OLA con Firmenich, reunión que no se concretó. Fernando Gertel, el enlace del PRT comunicó esa mañana a la compañera de Robi, Liliana Delfino, que él estuvo en la cita a la hora indicada, pero que no vino nadie.
Horas más tarde, los militares llegaron al departamento del Gringo Menna, donde se encontraban el primero y segundo dirigente de la organización guevarista. Horas antes fueron secuestrados separadamente Menna y su compañeram Ana Lanzilloto, embarazada. El Gringo Menna llevaba un recibo con la dirección de su departamento, se supone que Leonetti siguió esa pista. Leonetti era un oficial que añoraba un buen cargo y que llegó a Capitán después de su muerte, cuando fue condecorado por asesinar al “enemigo público número uno”, Mario Roberto Santucho.
Durante mis investigaciones, leyendo testimonios, encontré el de Frida Rochocz que reconoció a Leonetti después que la secuestró… Frida estaba en su casa con su hermano, cuando hombres fuertemente armados irrumpieron en su casa. Uno de los milicos le gritaba furioso: “¿Vos sos la Alemana?”, y le pegaba para que hablara… Días después de secuestrada Frida fue liberada porque se dieron cuenta que no eran militantes y que no sabían nada. Cuando Frida trataba de calmarse de los días infernales que había pasado, el 19 de julio de 1976 compró el diario y se enteró de la muerte de Santucho. La cuestión es que Frida, al ver la foto de Leonetti como uno de los muertos, reconoció al militar violento que la confundía con la Alemana, el apodo de la compañera de Santucho, Liliana Delfino. Es la prueba que Leonetti ya buscaba a Santucho. Desde la caída de la quinta de Moreno Leonetti estaba tras los pasos de Robi, lo buscaba como una obsesión, a tal punto que cuando consiguieron la dirección de Villa Martelli, habló con Pascual Guerrieri, su jefe que le dijo por radio:“Vos espérame que ya vamos, porque a Santucho, lo queremos vivo”. Esto me lo dijeron testigos del juicio por lesa humanidad a Guerrieri, en Rosario en 2010.
Leonetti no le hizo caso a Guerrieri, quería la recompensa para él solo y sobre todo los laureles, le pareció que con cuatro ametralladoristas sería suficiente para reducir a los dos jefes guerrilleros que sabía estaban ahí con mujeres. El Gringo ya había sido secuestrado en una cita envenenada y llevado a Campo de Mayo, también había caído Gertel a eso de las 13 horas en un café. El portero del departamento de Villa Martelli nos contó que le apuntaron y amenazaron con un arma, para que subiera con ellos y tocara el timbre. El portero hizo caso. Cuando desde adentro preguntaron quién era, tuvo que responder que era el portero. La puerta se abrió, entraron los militares armados y el portero bajó apurado por el ascensor. Una terrible balacera estalló… Según Ibañez, Leonetti, trató de reducirlos, los palpó de armas justo antes de que Robi le doblara el brazo y le arrebatara la pistola, lo que generó los disparos de dos militares, ya que los otros dos quedaron en la puerta del departamento. Minutos más tarde bajaron los cuatro militares con el cuerpo de Leonetti, y también se llevaron a Liliana Delfino. El portero me contó que se la veía muy nerviosa y asustada… hoy figura como desaparecida y además se dice que estaba embarazada, según testigos que la vieron en Campo de Mayo. Hasta ahora nadie de los que compararon su sangre con el banco de Abuelas de Plaza de Mayo, coincidió con la sangre de nuestra familia, pero esperamos que aquellos que tengan sospechas y ronden los 40 años, hagan el test para comparar los datos y resolver las centenas de casos que aún son buscados por familiares de desaparecidos.
Eugenio Méndez, periodista de ultra derecha, con información del ejército y de la SIDE, escribió sobre la muerte en combate de Santucho y nombra el apodo de uno de los ametralladoristas que acompañaban a Leonetti esa tarde: “Avispa loca”, al que entrevistó personalmente, pero cuando fue citado al juicio por la causa que llevamos adelante las hijas, se defendió con su derecho de “confidencialidad profesional”, negándose a informar el nombre del entrevistado. Su relato se asemeja al de Ibañez, quien en ese momento era cabo en Campo de Mayo. Desde mediados de los noventa, Ibañez se contacta con la familia Santucho para darle información sobre la llegada del cuerpo de Robi a Campo de Mayo… cuando yo vine de viaje al país, me contacté con Ibañez y me contó que vio en dicha guarnición militar a Menna y a Liliana Delfino con vida durante un tiempo. La segunda vez que vi a Ibañez fui con el hijo de Menna. Luego volví con el hermano de Urteaga y con mi abogado para pedirle a Ibañez su testimonio para la causa judicial para condenar a los responsables y para pedir los restos de Mario Roberto Santucho, exhibidos por sus enemigos como trofeo de guerra, y también como objeto de rituales nazis…
Esta causa judicial en el juzgado de San Martin sigue pero de un modo demasiado lento, lleva casi dos décadas y decenas de folios con citaciones, testimonios, etc. Aún no pasó al juicio oral de los acusados y hasta ahora nadie fue condenado por el asesinato de Mario Roberto Santucho y de Benito Urteaga el 19 de julio de 1976… ¿hasta cuándo tendremos que esperar? A pesar de que el gobierno actual tenga disposición en avanzar con los juicios de lesa humanidad, la Justicia en nuestro país es corrupta y persisten jueces de la dictadura, por eso la causa caratulada “Mario Roberto Santucho” no avanza pese a que mi hermana y yo se lo pedimos a la jueza personalmente en 2011. Sólo el Equipo Argentino de Antropología Forense logró entrar a Campo de Mayo en el marco de esta causa, para proceder a excavar en “el Campito”, lugar donde se sabe que enterraron detenidos-secuestrados, hoy desaparecidos.
A modo de conclusión, la investigación no debe retardarse más en culpar a compañeros militantes del PRT-ERP o de otras organizaciones guerrilleras, sino en interrogar a los militares; ellos saben exactamente como fue todo y aunque Leonetti murió, están los cuatro que lo acompañaron. En el marco del juicio fueron interrogados Videla, Bussi, Menéndez y otros militares pero ninguno de estos principales fascistas aportó dato alguno. Otros militares como Valin y Tepedino; coronel y general respectivamente, hoy están muertos. El general Martínez era el máximo de inteligencia y murió hace más de un año en prisión domiciliaria, pero vive el coronel Arias Duval, coordinador de la central de reunión del Batallón 601. Su secretario, Juan Omar Boye con su colega Jorge Oscar Baca están hoy presos en Marcos Paz. Habría que preguntarle también a Jorge Contreras, contacto del 601 con la embajada de Estados Unidos, que habló en varios programas de televisión y radio.(…)
*Hija de Roberto Mario Santucho, Comandante del Ejército Revolucionario del Pueblo, caído en combate contra fuerzas militares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario