el blog de Abel y Grecia
julio 1, 2015Como hemos estado siguiendo en el blog esta fase de la “situación griega” (como dice Stratfor, ya es demasiado larga para ser una “crisis”), corresponde que les acerque mi mirada, y algunas informaciones, sobre el último desarrollo (aunque éste seguramente va a tener mucho espacio en los medios locales).
Como ya sabrán, el primer ministro griego, Alexis Tsipras, envió hace horas una carta al Presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, al Presidente del Banco Central Europeo Mario Draghi y a la Directora Ejecutiva del F.M.I. Christine Lagarde, diciendo que Grecia “está preparada para aceptar” la oferta que le plantearon el pasado fin de semana si se cambian algunas condiciones. La Nación, gentilmente, publica aquí un facsimil de la nota.
Las modificaciones propuestas no son el meollo del asunto. Después de todo, nadie cree en serio en los niveles de decisión de los gobiernos europeos – incluido el que encabeza Syriza – que la deuda griega va a ser pagada alguna vez. O que las condiciones que se acuerden ahora, si se acuerdan, no serán renegociadas, una y otra vez, empezando antes de seis meses.
La cuestión es política. De poder, con perdón de la palabra. Y la clave es que en esa carta Tsipras no menciona al referéndum del próximo domingo, en el que se ha llamado al pueblo griego a expresar su voluntad sobre esa oferta. Eso permite que la canciller de Alemania, Frau Merkel, diga que se refusa a negociar un nuevo acuerdo antes del referéndum. Cabe destacar el respeto por la democracia que ha adquirido el gobierno alemán, aunque es cierto que la sutileza nunca fue lo suyo.
¿Motivos para el retroceso de Syriza? Uno inmediato: la reunión de hoy en Frankfurt del Banco Central Europeo podría disponer un aumento del “colateral” que le pide a los bancos griegos para cubrir sus retiros. Como comenté hace tiempo en el blog, los aportes del B.C.E. son los que les dan los euros que necesitan para seguir abiertos (nadie está depositando, claro). Esta decisión, en la práctica, significaría el cierre de los bancos. No un “corralito”. El definitivo, por lo menos hasta que el gobierno decidiera imprimir dracmas.
Sospecho, entonces, que la razón de más peso sería que una buena parte de los griegos (¿incluso de Syriza?) quiere seguir en la Unión Europea. Dos recientes encuestas muestran que el apoyo al “No” está disminuyendo. Más allá de si uno las cree o no, el gobierno griego parece no haber encontrado alternativas fuera de Europa.
Es posible que no las haya, en el sentido de un apoyo externo capaz de reemplazar a la realidad, económica, política y social dentro de la que han vivido desde hace 34 años, cuando ingresaron al Mercado Común Europeo. El “eje Moscú-Beijing” sólo existe en la paranoia de viejos combatientes de la Guerra Fría y en los visitantes más ingenuos de la Red Voltaire. Putin tiene sus propios problemas, y probablemente la experiencia de la Unión Soviética con Cuba le ha enseñado el costo de bancar experimentos ajenos.
Beijing, como el mayor titular de bonos en euros y dólares, no tiene interés en debilitar el mercado financiero global. Si nos presta a nosotros, por ejemplo, es que Argentina ha demostrado capacidad e intención de pago.
Me inclino a pensar, si esta lectura es correcta, que el error del gobierno griego fue no preparar a su economía y a su pueblo para volver a tener una moneda nacional y “vivir con lo suyo”, aunque no fuera – como no lo es – la opción preferida. A su viejo rival, Turquía, le ha ido muy bien, fuera de la Unión Europea. Pero no quiero cometer el error, la tontería, de decir a los griegos, o a otros pueblos, “Animémonos y luchen!”.
Sólo recomiendo a los argentinos que tengamos claro nuestros intereses, y las alianzas sólidas que debemos reforzar o construir. Que no requieren necesariamente un amor fraternal, eh. Por ejemplo, la geografía nos indica con mucha claridad que debemos construir infraestructura y acuerdos con los chilenos, aunque de aquí al sábado no va a haber mucho afecto mutuo.
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