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El arquitecto de este refuerzo de urgencia es el general de la Guardia Revolucionaria iraní, Qassem Suleimani
Como cada vez que Bashar Al Assad ha necesitado en los últimos cuatro años de guerra, Irán acude al rescate del presidente tras la caída de la provincia de Idlib a manos de los grupos armados de la oposición liderados por el Frente Al Nusra, brazo de Al Qaeda en Siria. La república islámica ha enviado 20.000 hombres a Latakia con el objetivo de poder lanzar una ofensiva para retomar el control de Idlib, según informaron medios próximos al régimen como Sham Times o el diario libanés As Safir, para quien se trata de «un movimiento militar iraní e iraquí en Siria sin precedentes» desde el estallido de la guerra. Se trataría de un mini ejército formado por chiíes iraníes, iraquíes y libaneses cuyo cuartel general se habría establecido en la localidad de Jourin, al norte de la provincia de Hama, considerada como la línea más avanzada del Ejército sirio. El arquitecto de este refuerzo de urgencia es el general de la Guardia Revolucionaria iraní, Qassem Suleimani, que el fin de semana viajó a Jourin «acompañado de los mandos que liberaron la provincia iraquí de Saladino» para supervisar la puesta en marcha de las nuevas unidades de combate y anunciar una «sorpresa» en Idlib para los próximos días, según se difundió por los medios cercanos a Damasco.
Como sucede en Irak, el Ejército sirio no puede sofocar todos los frentes abiertos y en el caso de Idlib, segunda provincia fuera del control del régimen junto a Raqa, que es el bastión del grupo yihadista Estado Islámico (EI), hubo «falta de coordinación entre las unidades del Ejército, de los milicianos del Ejército de Defensa Nacional y de Hizbolá (milicia libanesa que combate del lado de Assad)», según Sham Times. Esta falta de coordinación ha costado el puesto al hasta ahora comandante de la comisión de seguridad en la región de Idlib, generalWahid Haider, y ha obligado a hacer una llamada de socorro a Teherán ante el avance opositor. La caída de Idlib supone un gran riesgo para la provincia costera de Latakia, lugar de origen de los Assad y feudo de la secta alauita a la que pertenece el presidente.
Guerras paralelas
El despliegue liderado por Irán se produce al mismo tiempo que el Estado Islámico se enfrenta con los grupos armados de la oposición siria al norte de Alepo. Un enfrentamiento por el control de la frontera turca y de los accesos a la segunda ciudad más importante del país en el que, según Estados Unidos, el régimen de Assad estaría apoyando con cobertura aérea a los hombres de Abu Baker Al Bagdadi. Esta supuesta alianza que denuncia EE.UU. contrasta con los «duros combates» que régimen y EI libran en la provincia de Hasake, según el Observatorio Sirio de derechos Humanos, que se ha convertido en el nuevo frente abierto por los yihadistas para intentar aumentar el territorio de su califato.
La coalición que lidera Washington para luchar contra el EI se reunió el martes en París y, pese a las críticas de las autoridades de Bagdad por la inoperancia de la misión, el subsecretario de Estado, Antony Blinken, trató de sacar el lado positivo de los más de 3.000 ataques llevados a cabo en los últimos nueve meses en los que habrían muerto «diez mil yihadistas del EI». Como ocurre en la guerra de aviones no tripulados en el frente «Af-Pak» o Yemen, los dirigentes estadounidenses no hacen referencia a los civiles caídos en estas operaciones aéreas.
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