Testimonio clave en el juicio por delitos de lesa humanidad
Martes 9 de Junio de 2015. El director de Radio Nacional declaró sobre las muertes de sus padres,
por las cuales está sospechado Romano.
por las cuales está sospechado Romano.
Foto: Cristian Lozano
Una hora le llevó al director de Radio Nacional Mendoza reconstruir testimonialmente los hechos que
concluyeron en el asesinato en el monte tucumano de Carlos Espeche, su padre, y en la desaparición
de Mercedes Vega, su madre, por la cual está acusado el ex fiscal Otilio Romano.
Desde el lugar de hijo explicó cómo se estructura una identidad con ambos padres desaparecidos
-los restos de Carlos fueron identificados el año pasado-, con heridas que no se cierran frente a las
ausencias y los años de momentos robados.
También describió las dificultades con que el prejuicio social y el miedo instalado condicionaron su
crecimiento y entorno familiar. Aportó datos clave sobre la persecución a militantes del PRT-ERP,
reveló que percibió el secuestro de su mamá y valoró la posibilidad de memoria, verdad y justicia.
Carlos Ernesto Espeche, que tenía dos años y medio de edad cuando su padre fue asesinado y
desaparecido y seis meses más cuando percibió el secuestro y la desaparición de su madre,
explicó que la búsqueda de su propia identidad ha estado atravesada por saber quiénes fueron
“Mecha” y Carlos. Esa “reconstrucción es muy costosa y difícil, siempre provisoria, siempre con algún
fragmento por encontrar porque sigue su curso para no terminar nunca en mi vida”. Ejemplo cabal
de ello es el cimbronazo que le significó la identificación por parte del EAAF de los restos de su padre
-de quien desconocía su destino- en el Pozo de Vargas en Tucumán, sitio de enterramientos
clandestinos del cual ya se han recuperados los restos de 60 militantes asesinados y asesinadas.
Esa “tarea incompleta”, de “pedacitos de relatos” recogidos durante años, escamoteados al miedo y al silencio, hubiese sido “más sencilla” de no haberse visto postergada toda posibilidad de justicia por los larguísimos años de impunidad frente al genocidio y “la verdad de quienes llevaron adelante el plan de exterminio”.
Como parte de esas búsquedas, con una carpeta muy bien documentada frente al tribunal, Ernesto explicó que accedió a los legajos universitarios de su mamá y su papá -que respectivamente ingresaron a Medicina en la UNCUYO en 1965 y 1968- y dado que Carlos era ayudante alumno de Anatomía, tal vez haya sido profesor de Mercedes. A partir de ahí “militaron juntos”, entendiendo el compromiso desde la medicina como una causa social y política. Realizaban trabajo social y tareas sanitarias, procuraron agua potable para los vecinos del Barrio Espejo de Las Heras donde se habían mudado e instalado, a cargo del Centro de Salud Nº 18 (que hoy lleva sus nombres), y donde en 1975 nació Mariano.
También estaban en contacto con el trabajo que en el Barrio San Martín coordinaba el Padre José
María “Macuca” Llorens. Luego pasaron por Maipú y articularon actividades con otros médicos y militantes
del PRT, como Chediack, Pacheco y Bustamante, todos perseguidos por su militancia.
Ernesto tiene la cédula de inteligencia que da cuenta de la participación de su padre en el PRT.
Recalcó que tanto él como Mercedes eran “militantes de superficie y a la luz pública, médicos”.
Como antecedente claro del acecho que se cernía, el testigo aportó aspectos inéditos de uno de los
primeros hechos violentos de la represión, jamás esclarecido del todo.
Se trata del episodio de 1975 en el que, tras un accidente de ómnibus en La Paz, fueron secuestrados
integrantes de una célula del PRT que tenía propaganda de prensa, con el conocimiento público días
después del asesinato del estudiante de periodismo Amadeo Sánchez Andía, secuestrado del
Hospital Perrupato de San Martín y hallado muerto en Canota.
Un segundo militante habría sido rescatado por un grupo de Córdoba (de apellido Testa), y Gladys Sabatino -gran amiga de Mecha, quien incluso cuidaba a veces a los niños- fue la otra víctima fatal.
Tras el accidente ella terminó derivada en el Hospital Central, Mercedes la visitó y por boca de sus
parientes supo que estaba bien, “en observación”, pero al poco tiempo le comunicaron que había
muerto. Para Ernesto, su madre leyó “elementos clarísimos de que Gladys había sido asesinada”.
Fuente: Radio Nacional Mendoza
Fuente:SitioAndino
concluyeron en el asesinato en el monte tucumano de Carlos Espeche, su padre, y en la desaparición
de Mercedes Vega, su madre, por la cual está acusado el ex fiscal Otilio Romano.
Desde el lugar de hijo explicó cómo se estructura una identidad con ambos padres desaparecidos
-los restos de Carlos fueron identificados el año pasado-, con heridas que no se cierran frente a las
ausencias y los años de momentos robados.
También describió las dificultades con que el prejuicio social y el miedo instalado condicionaron su
crecimiento y entorno familiar. Aportó datos clave sobre la persecución a militantes del PRT-ERP,
reveló que percibió el secuestro de su mamá y valoró la posibilidad de memoria, verdad y justicia.
Carlos Ernesto Espeche, que tenía dos años y medio de edad cuando su padre fue asesinado y
desaparecido y seis meses más cuando percibió el secuestro y la desaparición de su madre,
explicó que la búsqueda de su propia identidad ha estado atravesada por saber quiénes fueron
“Mecha” y Carlos. Esa “reconstrucción es muy costosa y difícil, siempre provisoria, siempre con algún
fragmento por encontrar porque sigue su curso para no terminar nunca en mi vida”. Ejemplo cabal
de ello es el cimbronazo que le significó la identificación por parte del EAAF de los restos de su padre
-de quien desconocía su destino- en el Pozo de Vargas en Tucumán, sitio de enterramientos
clandestinos del cual ya se han recuperados los restos de 60 militantes asesinados y asesinadas.
Esa “tarea incompleta”, de “pedacitos de relatos” recogidos durante años, escamoteados al miedo y al silencio, hubiese sido “más sencilla” de no haberse visto postergada toda posibilidad de justicia por los larguísimos años de impunidad frente al genocidio y “la verdad de quienes llevaron adelante el plan de exterminio”.
Como parte de esas búsquedas, con una carpeta muy bien documentada frente al tribunal, Ernesto explicó que accedió a los legajos universitarios de su mamá y su papá -que respectivamente ingresaron a Medicina en la UNCUYO en 1965 y 1968- y dado que Carlos era ayudante alumno de Anatomía, tal vez haya sido profesor de Mercedes. A partir de ahí “militaron juntos”, entendiendo el compromiso desde la medicina como una causa social y política. Realizaban trabajo social y tareas sanitarias, procuraron agua potable para los vecinos del Barrio Espejo de Las Heras donde se habían mudado e instalado, a cargo del Centro de Salud Nº 18 (que hoy lleva sus nombres), y donde en 1975 nació Mariano.
También estaban en contacto con el trabajo que en el Barrio San Martín coordinaba el Padre José
María “Macuca” Llorens. Luego pasaron por Maipú y articularon actividades con otros médicos y militantes
del PRT, como Chediack, Pacheco y Bustamante, todos perseguidos por su militancia.
Ernesto tiene la cédula de inteligencia que da cuenta de la participación de su padre en el PRT.
Recalcó que tanto él como Mercedes eran “militantes de superficie y a la luz pública, médicos”.
Como antecedente claro del acecho que se cernía, el testigo aportó aspectos inéditos de uno de los
primeros hechos violentos de la represión, jamás esclarecido del todo.
Se trata del episodio de 1975 en el que, tras un accidente de ómnibus en La Paz, fueron secuestrados
integrantes de una célula del PRT que tenía propaganda de prensa, con el conocimiento público días
después del asesinato del estudiante de periodismo Amadeo Sánchez Andía, secuestrado del
Hospital Perrupato de San Martín y hallado muerto en Canota.
Un segundo militante habría sido rescatado por un grupo de Córdoba (de apellido Testa), y Gladys Sabatino -gran amiga de Mecha, quien incluso cuidaba a veces a los niños- fue la otra víctima fatal.
Tras el accidente ella terminó derivada en el Hospital Central, Mercedes la visitó y por boca de sus
parientes supo que estaba bien, “en observación”, pero al poco tiempo le comunicaron que había
muerto. Para Ernesto, su madre leyó “elementos clarísimos de que Gladys había sido asesinada”.
Fuente: Radio Nacional Mendoza
Fuente:SitioAndino
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